RELIGION 11o

TEMATICA CUARTO PERIODO


·         La Santa Misa
·         Las herejías
  • Reconoce las diferentes partes de la Misa y su importancia y valora el saber cuántos se alejan de Jesucristo por sus propios criterios

 

RITOS INICIALES


A  El canto que acompaña la procesión de entrada

A  El saludo al altar y a la asamblea

A  El rito penitencial

A Las preces iniciales: Kyrie, gloria(aclamaciones laudatoricas)

A  Oración presidencial

FINALIDAD
Constituir la asamblea, congregarla, a fin de que puedan recibir la Palabra en espíritu de oración y disponibilidad para la conversión, condición para llegar al rito sacramental. La unidad de los hermanos en asamblea deberá ir creciendo a lo largo de la celebración, hasta culminar en la comunidad de todos en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Entonces se edificará la Iglesia, finalidad de la Eucaristía. La asamblea así constituida, es el signo fundamental de la presencia de Cristo.

 

LITURGIA DE LA PALABRA



IMPORTANCIA

La palabra proclamada, no sólo instruye al pueblo y revela el misterio de la salvación que se realiza a través de la historia, sino que hace al señor realmente presente en medio de su pueblo (SC 7 y 33)
Ante esta manifestación de Dios, el pueblo creyente responde al señor con cantos y oraciones (SC 33) y habla a Dios con las mismas oraciones, palabras y sentimientos que La ha inspirado.

De este modo la liturgia de la palabra por su naturaleza y por su estructura ritual es un diálogo o conversación entre Dios que habla y su pueblo que escucha y responde y acepta su manifestación.

EL PUEBLO RESPONDE.

 IMPORTANCIA: Parte integrante de la liturgia de la palabra, el salmo responsorial pertenece al pueblo que formula su respuesta a la Palabra inspirada por Dios. Texto bíblico y salmo se iluminan mutuamente. El salmo nos impregna del verdadero espíritu de oración.


LA LITURGIA EUCARÍSTICA


 

INTRODUCCIÓN

Las dos partes de la Misa, liturgia de la Palabra y liturgia eucarística, constituyen un solo acto de culto. <A decir verdad, no son dos mesas> separadas: la una conduce a la otra, como la revelación del Cap. 6 de S. Juan sube el pan de la palabra al pan de la eucaristía... > En la liturgia de la palabra previa a la eucaristía, la Palabra toma todo sentido; es vivida en plenitud por el contacto normal con la eucaristía.


El relato bíblico de la Cena del Señor es muy breve y conciso: <Jesús tomó el pan, pronunció la bendición y lo partió para distribuirlo>. La tradición de la Iglesia, al querer cumplir el mandamiento del Señor de repetir esa Cena Pascual, concretó tres gestos del Señor en otros tantos ritos. Y así, al celebrar la Eucaristía:

A  Preparamos y presentamos las ofrendas (tomó pan y vino)

A Proclamamos la oración eucarística (dijo la bendición)

A  Celebramos la comunión (partió el pan y  pasó  la copa)

LA GRAN ORACIÓN EUCARÍSTICA


 EL PREFACIO Y EL SANTO
SENTIDO: Bendición entusiasta a Dios por todas las maravillas y particularmente por la salvación, el prefacio (o sea la proclamación) es un elemento fundamental de la gran oración eucarística. Expresa la alabanza y la acción de gracias a Dios por la obra de salvación que hace eminentemente presente en la acción eucarística, destacando algún aspecto particular según el día, la fiesta o el tiempo litúrgico.

El Santo que sigue al prefacio es la mayor aclamación de la Misa; es por eso que debe ser el primer canto por orden de importancia.

LAS PLEGARIAS EUCARÍSTICAS
SENTIDO: La plegaria eucarística, culmen de toda la celebración es la plegaria de acción de gracias y de santificación por lo mismo, se tiende a que toda la asamblea de los fieles se unan a Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en la oblación del sacrificio. Esta plegaria la recita el ministro sacerdote, quien interpreta la voz de Dios que se dirige al pueblo y la voz del pueblo que eleva su oración, su espíritu a Dios. Sólo debe escucharse la voz del sacerdote mientras la asamblea reunida guarda un religioso silencio.

RITO DE LA COMUNIÓN
SENTIDO
Es importante que, por medio de la catequesis y de la misma celebración, se lleve a los fieles a percibir la unidad de los ritos que preceden y acompañan la recepción sacramental del Cuerpo y Sangre de Cristo. Este conjunto de ritos que, a primera vista, aparecen como un mosaico de piezas sueltas, pone de manifiesto el aspecto de Cena Pascual.

Es cierto que él <sacrificio, como pascua de Cristo, es ofrecido por todos, pero no produce sus efectos sino en aquellos que se unen a la pascua de Cristo por la fe y por la caridad>.

Tres signos mutuamente relacionados, encaminan hacia el signo-cumbre de la comunión: el Pater, la paz y la fracción del pan y de la copa:

A  Signo de la oración o signo de filiación del Señor

A Signo de la paz o signo de fraternidad

A Signo de la fracción o signo de amor-caridad

A Signo de la comunión o signo de incorporación a Cristo y a la Iglesia

 
SIGNO DE LA ORACIÓN DEL SEÑOR.
            El Padre Nuestro, con su embolismo (ampliación última petición) sintetiza en cierto modo y expresa sentimientos semejantes a los de la plegaria eucarística. Podríamos decir es la plegaria eucarística de la asamblea.

Los gestos que se realizan al rezar el Padre Nuestro es ocasional. El tomarse de las manos expresa más bien unidad, lo cual tiene lugar más adecuado n el rito de la paz. Es auténtica aclamación: Tuyo es el Reino...

SIGNO DE LA PAZ.
            La paz que se pide a Cristo, Señor de la paz, y que se desea entre hermanos, tiene un contenido profundamente humano y evangélico. <Ve a reconciliarte con tu hermano> MT 4,23. Este gesto de la paz debe llevar consigo un compromiso de trabajar por la paz y la unidad, y no sólo en el momento y ámbito de la celebración: <dar> la paz, no sólo manifestarla.

SIGNO DE LA FRACCIÓN DEL PAN
El rito reproduce la acción de Cristo en la última Cena pero con el contenido doctrinal profundo que  formula San Pablo: Cristo es el único pan partido; los que comemos de un mismo pan transformado en un solo cuerpo (I cor 10,17). El gesto viene de los tiempos apostólicos; incluso le dio el nombre a toda acción eucarística.

SIGNO DE LA COMUNIÓN.

Después de las preparaciones y su insistencia en el Cuerpo de hermanos que formamos en Jesucristo, resuena esta espléndida afirmación-invitación  inspirada en el Apocalipsis Dichosos los invitados a la boda del Cordero(Ap 19,9). Proclama que participamos en la cena escatológica, que la comunión sacramental es participación en el Reino ya presente, de la comunión con Dios. La comunión nos une a toda la Iglesia de todos los lugares y de todos los tiempos, realiza la <comunión de los santos>. <Nos compenetramos con Cristo y entre nosotros mismos> (LG), realizando el designio de Dios que es <reunir el universo entero bajo una sola Cabeza, Cristo> Ef 1,10

La comunión se entrega: es un don del Señor que se ofrece a los fieles por medio del ministro autorizado para ello. Como signo la comunión expresa también la Alianza que se ratifica comiendo el Cuerpo de Cristo (y bebiendo su Sangre). La Alianza es con la Iglesia y con cada uno de los cristianos. Esto exige la presencia de un miembro de Cristo, frente al cual se responde él AMEN de la Alianza.

RITO FINAL
AVISOS
Los avisos que  son importantes para edificar la vida de la comunidad la cual esta centrada en la Eucaristía, pueden hacerse después de la oración Postcomunión, nunca después de la homilía o durante el  silencio sagrado. Los da el sacerdote mismo o preferentemente otro ministro, diacono o lector, evitando alargarse demasiado.

SALUDO Y BENDICIÓN

El misal ofrece una variedad de bendiciones solemnes según los tiempos litúrgicos y las fiestas. Cuando se da la bendición la asamblea responde a la triple bendición AMEN.

También existen las oraciones sobre el pueblo, las cuales enriquece el sentido de la bendición, y llaman habitualmente al compromiso de salir y llevar la liturgia a la vida diaria.

DESPEDIDA

Es preciso que la eucaristía tenga conexión con la vida, que salgan los participantes a la calle con un compromiso, con una esperanza, con la sensación de haber crecido en la fraternidad y la decisión de dar testimonio en medio del mundo. La formula <pueden irse en paz de Cristo>, una misión. Antes de retirarse el sacerdote venera el altar, besándolo.

CANTO FINAL

Es la manifestación de la alegría de los fieles y su compromiso de vivir como cristianos eucarísticos.


LAS HEREJIAS


¿Qué es una herejía?

Jesucristo funda la Iglesia sobre la roca que es Pedro y les confía a éste y a sus sucesores el ser guardianes y garantes de la comunión en una misma fe, confirmando en ella a sus hermanos. Esta comunión que conforma la unidad de la Iglesia se da sólo en la verdad de una única fe sostenida y comunicada por el testimonio de los Apóstoles y sus sucesores en todo lugar y por los siglos de los siglos. El término "herejía" viene del griego heresis (=elección) que en la Sagrada Escritura aparece con el sentido de grupo o facción, o también de división. En este sentido adquirió ya un carácter negtivo y condenatorio en los primeros tiempos de la Iglesia. El Código de Derecho Canónico, que norma la vida de la comunidad católica, señala que «se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma» (Código de Derecho Canónico - CIC can. 751).

La herejía, por tanto, es la oposición voluntaria a la autoridad de Dios depositada en Pedro, los Apóstoles y sus sucesores y lleva a la excomunión inmediata o latae sententiae (Ver CIC can. 1364), es decir, a la separación de los sacramentos de la Iglesia.

En la historia, ya desde el tiempo de los Apóstoles aparecieron las herejías como heridas a la unidad de la Iglesia, polarizando elementos de la doctrina cristiana y negando otros o sosteniendo visiones que pretendían unir sincréticamente la doctrina cristiana con otras religiones.

El Concilio Vaticano II no dice que «en esta una y única Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones que el apóstol reprueba severamente como condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones más amplias y comunidades no pequeñas se separaron de la comunión plena con la Iglesia católica y, a veces, no sin culpa de los hombres de ambas partes» (UR 3)

En el tiempo de las persecuciones y de los mártires surgieron también -tanto al interior de la Iglesia como provenientes de afuera- diversas herejías, y frente a ellas no faltaron tampoco los auténticos defensores de la ortodoxia de la fe y de la recta interpretación de las Sagradas Escrituras.

Esta situación se repitió también después de que en el año 313 el Edicto de Milán, promulgado por Constantino el Grande y Licinio Liciniano, diera fin a las persecuciones oficiales contra la Iglesia, y pudo ésta gozar de relativa libertad. En esta época aparecieron las "grandes herejías", llamadas así porque se extendieron a lo largo y ancho del imperio romano, que paulatinamente iba cristianizándose, y también por el número de los seguidores que se enrolaban en sus filas, sin excluir sacerdotes y obispos.

¿Por qué surge una herejía?

La herejía surge de un juicio erróneo de la inteligencia. Si el juicio erróneo no se refiere a verdades de fe definidas como tales, sino a elementos de la misma sobre los que no hay reglamentación o pronunciación oficial, el error no se convierte en herejía.

No hay que confundir la herejía que ya definimos antes como «negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma» (CIC 751) con la apostasía que es «el rechazo total de la fe cristiana» (CIC 751), o con el cisma que es «el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos» (CIC 751).

Ya en la Segunda Carta de Pedro se profetizaba con gran acierto acerca de la naturaleza y efectos de las herejías: «Habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción» (2Pe 2,1).

LAS PRINCIPALES HEREJÍAS

 

Gnosticismo

El gnosticismo ha sido siempre una grave amenaza para la Iglesia. Se impuso especialmente entre los siglos I y III, llegando a su máxima expansión en el siglo II.

El nombre, que viene del griego gnosis (conocimiento), se debe a que los miembros de este movimiento afirmaban la existencia de un tipo de conocimiento especial, superior al de los creyentes ordinarios y, en cierto sentido, superior a la misma fe. Este conocimiento supuestamente conducía por sí mismo a la salvación.

El gnosticismo cree en la posibilidad de ascender a una esfera oculta por medio de los conocimientos de verdades filosóficas o religiosas a las que sólo una minoría selecta puede acceder. Se trata de una mística secreta acerca de la salvación.

Los gnósticos erigieron sistemas de pensamiento en los que unían doctrinas judías o paganas con la revelación y los dogmas cristianos. Profesaban un dualismo en el que identificaban el mal con la materia, la carne o las pasiones, y el bien con una sustancia pneumática o espíritu.

 

Docetismo

Las primeras herejías negaron sobre todo la humanidad verdadera del Verbo encarnado. Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios, «venido en la carne» (Ver: 1Jn 4, 2-3; 2Jn 7)

El docetismo del griego dokein (= parecer) reducía la encarnación del Verbo a una mera apariencia, un mero parecer humano de Cristo. Su cuerpo no sería un cuerpo real sino una apariencia de cuerpo. Ésta visión brota de una concepción pesimista de la carne y de todo el mundo material propia del gnosticismo, del cual proviene esta herejía.

En efecto, los gnósticos oponían el espíritu, al que consideraban como un principio bueno y puro, a la materia, a la que consideraban como su opuesto; en esta lógica, el proceso de redención del hombre consistía en una progresiva purificación de todo lo que fuera materia para hacerse espíritu puro. Así, el Verbo no se podía manchar para nada haciéndose carne o teniendo materia en su ser.

En el Evangelio del Apóstol San Juan aparece claramente la verdad de la encarnación negada por los docetas gnósticos: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (1Jn 1,13-14). De igual manera en las cartas de San Juan se denuncian y censuran con claridad estos errores: «Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo»(1Jn 4,2-3), «Muchos seductores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el Seductor y el Anticristo» (2Jn 7).

 

Mandeísmo

Del arameo manda (= conocimiento), secta gnóstica, también llamada de los Nasareos, que se desarrolló en los siglos I y II en el moderno Jordán. Se basaban en escrituras antiguas, particularmente del tesoro de Ginza. Eran similares en sus creencias a los maniqueos y unían elementos de pensamiento cristiano con elementos gnósticos.

Los mandeos, dada su influencia gnóstica, creen que el alma humana se halla cautiva del cuerpo y del universo material y que sólo se puede salvar mediante el conocimiento revelado, una vida ética estricta y la observancia de ciertos ritos.

Creen también en la mediación de un redentor que vivió en la tierra triunfando sobre los demonios que mantenían el alma esclavizada al cuerpo; sólo este redentor podría ayudar en el ascenso del alma a través de los mundos y esferas celestes, hasta reunirse con el Dios supremo.

Su teoría sobre Cristo es prácticamente la misma que la de los gnósticos.

 Maniqueísmo

Secta religiosa fundada por un Persa llamado Mani (o Manes) (c. 215-276) en el siglo tercero y que se extendió a través del oriente llegando incluso al Imperio Romano.

La expansión del maniqueísmo en el oriente del Imperio Romano fue tan rápida y creciente, que Diocleciano condenó la creencia en el año 297.

Los maniqueos -a semejanza de los gnósticos y los mandeos- eran dualistas y creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el bien y el mal, que eran asociados a la luz (Ormuz) y a las tinieblas (Ahrimán) y posteriormente al Dios del Antiguo Testamento (mal) y del Nuevo Testamento (bien).

En los hombres, el Espíritu o luz estaría situado en el cerebro, pero cautivo por causa de la materia corporal; por lo tanto, era necesario practicar un estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la luz atrapada. Aquellos que se convertían "oyentes" aspiraban a reencarnarse como "elegidos", los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.

Para ellos Jesús era el Hijo de Dios, pero que había venido a la tierra a salvar su propia alma. Jesús, Buda y otras muchas figuras religiosas habían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual.

 Monarquianismo (modalismo - adopcionismo)

A finales del siglo II, la herejía conocida propiamente como monarquianismo -nombre puesto por Tertuliano-, enseñó que en Dios no hay más que una persona. Según la forma de explicar la persona de Jesucristo, se dividieron en dos grupos o tendencias: monarquianismo modalista (Modalismo) y monarquianismo dinamista o adopcionista (adopcionistas).

El monarquianismo dinamista o adopcionista (adopcionistas). Sostiene que Cristo es tan sólo un hombre aunque nacido sobrenaturalmente de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Este hombre habría recibido en el bautismo un particular poder divino y la adopción como hijo de parte de Dios.

Los principales defensores de esta herejía fueron Teódoto el Curtidor, de Bizancio, que la transplantó a Roma hacia el año 190 y fue excomulgado por el Papa Víctor I (189-198); Pablo de Samosata, obispo de Antioquía, a quien un Sínodo en Antioquía destituyó como hereje el año 268, y el obispo Fotino de Sirmio, depuesto el año 351 por el Sínodo de Sirmio.

Las ideas de esta herejía alcanzaron una mayor definición hacía el siglo VIII cuando fue condenada por el segundo Concilio de Nicea (787) y por el Concilio de Francfort (794).

El monarquianismo modalista (modalismo) afirma también una única Persona divina, pero que actúa según diferentes funciones o modos. Aplicado al principio a Jesucristo, sostuvo que el mismo y único Dios que era el Padre había sufrido la pasión y la cruz por nosotros, y recibió el nombre de patripasianismo. Más tarde se extendió también al Espíritu Santo, desarrollándose así la doctrina completa, que sostenía que las tres personas de la Trinidad no eran más que tres modos, máscaras o funciones por medio de las cuales actuaba la única Persona divina.

 

El patripasianismo fue defendido principalmente por Noeto de Esmirna, contra el cual escribió Hipólito; Práxeas, de Asia Menor, a quien combatió Tertuliano. Sabelio fue quien más tarde aplicó la misma doctrina errónea al Espíritu Santo, sosteniendo que en la creación el Dios unipersonal se revela como Padre, en la redención como Hijo, y en la obra de la santificación como Espíritu Santo. El Papa San Calixto (217-222) excomulgó a Sabelio. La herejía fue condenada de manera definitiva por el Papa San Dionisio (259-268).

 

 

Ebionismo

Por influencia del mundo judío ingresaron también en la Iglesia algunos errores. A fines del siglo primero hubo algunos herejes judaizantes: los ebionitas, también llamados "nazarenos" a causa de su ideal de vida pobre, y que tomando como base un rígido monoteísmo unipersonal, negaron la divinidad de Cristo por ser incapaces de concebir una única sustancia divina en varias personas.

Los ebionitas se extendieron desde Persia hasta Siria. Utilizaban un evangelio especial, llamado "Evangelio de los hebreos", sobre cuya identidad precisa discuten en la actualidad los estudiosos. La herejía de los ebionitas afirmaba que Cristo no es Dios, sino un simple hombre; las corrientes más moderadas, en cambio, admitían también su origen divino.

Rechazaban las enseñanzas de San Pablo y lo consideraban un apóstata por haber traicionado el hebraísmo al haber colocado las enseñanzas de Cristo por encima de la ley mosaica. Muchos ebionitas asumieron errores provenientes del gnosticismo, entre ellos Cerinto.

Cerinto, probablemente un egipcio judío, sostuvo, asumiendo elementos gnósticos, que el mundo no había sido creado por el Dios omnipotente, quien trascendía todo lo existente, sino por un demiurgo inferior a Él que sería el Cristo. Él aceptaba solamente el Evangelio según San Mateo y sostenía que Jesús era un ser humano nacido de María y José, que había recibido al "Cristo" en el bautismo como un tipo de virtud divina que le revelaba a Dios y le daba el poder de hacer milagros; esta virtud se apartó de su cuerpo en el momento de su muerte.

Las ideas de Cerinto y sus seguidores fueron fuertemente rechazadas por el resto de la Iglesia. Según San Ireneo en su Adversus omnes Haereses, San Juan escribió su Evangelio para refutar los numerosos errores sostenidos por Cerinto.

Arrianismo y semiarrianismo

El arrianismo tomó su nombre de Arrio (260-336) sacerdote y después obispo libio, quien propagó la idea de que Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por éste como punto de apoyo para su Plan. Si el Padre ha creado al Hijo, el ser del Hijo tiene un principio; ha habido, por lo tanto, un tiempo en que él no existía. Al sostener esta teoría, negaba la eternidad del Verbo, lo cual equivale a negar su divinidad. Admitía la existencia de Dios que era único, eterno e incomunicable; el Verbo, Cristo, no es Dios, es pura creatura, aunque más excelsa que todas las otras. Aunque Arrio centró toda su enseñanza en despojar de la divinidad a Jesucristo, incluyó también al Espíritu Santo, que igualmente era una creatura, e incluso inferior al Verbo.

Arrio, tras formarse en Antioquía, aparece difundiendo sus ideas en Alejandría, dónde en el 320, Alejandro, obispo de Alejandría, convoca un sínodo que reúne más de cien obispos de Egipto y Libia, y en el se excomulga a Arrio y a sus partidarios, ya numerosos. No obstante, la herejía continúa expandiéndose, llegando a desarrollarse una crisis de tan grandes proporciones, que el Emperador Constantino el Grande se vio forzado a intervenir para encontrar una solución y convocó el Concilio de Nicea el 20 de mayo del 325 D.C., donde el partido anti-arriano bajo la guía de Atanasio, diácono de Alejandría, logró una definición ortodoxa de la fe y el uso del término homoousios (consustancial, de la misma naturaleza) para describir la naturaleza de Cristo: «Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre...» (Manual de Doctrina Católica Denzinger - Dz 54). Fueron condenados los escritos de Arrio y tanto él como sus seguidores desterrados, entre ellos Eusebio de Nicomedia.

Aunque no era arriano, Constantino gradualmente relajó su posición anti-arriana bajo la influencia de su hermana, quien tenía simpatías arrianas. A Eusebio y a otros se les permitió regresar y pronto comenzaron a trabajar para destruir lo hecho en el Concilio de Nicea. Por los manejos de Eusebio de Nicomedia, Constantino intento traer a Arrio de regreso a Constantinopla (334-335) y rehabilitarlo, pero murió antes de que llegara. Aprovechando la nueva situación, el partido arriano fue ganando terreno y logró el exilio de Atanasio, quien ya era obispo de Alejandría, y de Eustaquio de Antioquía. Avanzaron aún más durante el reinado del sucesor de Constantino en Oriente, Constancio II (337-361), quien dio un apoyo abierto al arrianismo.

En el año 341 se convocó un Concilio en Antioquía con mayoría de obispos orientales, encabezados por Eusebio de Nicomedia. Este Concilio aceptó varias afirmaciones heréticas sobre la naturaleza de Cristo. La oposición fue tal en Occidente, que Constancio II, emperador de Oriente, y Constante, de Occidente, convinieron en convocar un Concilio en Sárdica en el 343, donde se logró el regreso de Atanasio y su restauración como obispo de Alejandría, así como la deposición de sus sedes de muchos obispos arrianos.

Tras la muerte de Constante y el advenimiento de Constancio como único emperador en el año 350, los arrianos recuperaron mucho de su poder, generándose persecuciones anticatólicas en el Imperio. Durante este período se dio el momento de mayor poder y expansión de la herejía arriana con la unificación de los diversos partidos al interior del arrianismo en el año 359 y su máximo triunfo doctrinal en los concilios de Seleucia y Arimino.

Finalmente, de ahí en adelante, las cosas se volvieron en contra del arrianismo. Constancio murió en el año 361, dejando al arrianismo sin su gran protector. Más adelante los semiarrianos, escandalizados por la doctrina de sus copartidarios más radicales, empezaron a considerar la posibilidad de un compromiso. Bajo el gobierno del emperador Valentiniano (364-375), el cristianismo ortodoxo fue restablecido en Oriente y Occidente, y la ejemplar acción de los Padres Capadocios (San Basilio, San Gregorio de Nisa y San Gregorio Nacianceno) condujo a la derrota final del arrianismo en el Concilio de Constantinopla en el año 381.

La herejía no moriría en siglos y crecería en algunas tribus germánicas que habían sido evangelizadas por predicadores arrianos, las cuales la traerían de nuevo al Imperio en el siglo V con la invasión de Occidente. Aunque todavía se encuentran grupos de cristianos-arrianos en el Oriente Medio y el Norte de África, el arrianismo en sentido práctico desapareció hacia el siglo VI.

Los semiarrianos, también llamados homousianos, ocupan un lugar intermedio entre los arrianos radicales o anomeos que predicaban una clara diferenciación entre el Padre y el Hijo, y la fe ortodoxa del Concilio de Nicea. Asumen el término homoiousios, pero en el sentido de similitud y no de consustancialidad. Resaltan, pues, simultáneamente similitudes y diferencias entre el Padre y el Logos.

 Macedonianismo

Herejía promovida por varios obispos arrianos, quienes enseñaban que en la Trinidad existía una jerarquía de personas, en la que el Hijo sería inferior al Padre y el Espíritu Santo sería inferior a ambos. La herejía recibe su nombre del obispo semiarriano Macedonio, a quien se atribuye la fundación de la secta.

A los defensores del mismo error se les conoció también con el nombre de pneumatómacos, con la diferencia que a estos se los ubica temporalmente después de la muerte de Macedonio en el año 360. Contra los errores de estos grupos, San Atanasio, los tres Padres Capadocios (San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa) y Dídimo de Alejandría defendieron la divinidad del Espíritu Santo y su consustancialidad con el Padre. Esta herejía fue condenada por un Sínodo en Alejandría (362) bajo la presidencia de San Atanasio, por el segundo Concilio de Constantinopla (381) y por un Sínodo Romano (382) presidido por el Papa Dámaso. El Concilio de Constantinopla añadió un importante artículo al símbolo de Nicea, en el que se afirma la divinidad del Espíritu Santo (Dz 86).

Herejías que atentan contra la unión Dios-hombre en Jesucristo

 Nestorianismo

Herejía que en el siglo V enseñaba la existencia de dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina, el Hijo de Dios; y otra humana, el hijo de María, unidas con una voluntad común. Toma su nombre de Nestorio, patriarca de Constantinopla, quien fue el primero en difundir la doctrina.

Los errores del nestorianismo se pueden sintetizar así: El hijo de la Virgen María es distinto del Hijo de Dios. Así como de manera análoga hay dos naturalezas en Cristo, es necesario admitir también que existen en Él dos sujetos o personas distintas.

Estas dos personas se hallan ligadas entre sí por una simple unidad accidental o moral. El hombre Cristo no es Dios, sino portador de Dios. Por la encarnación el Logos-Dios no se ha hecho hombre en sentido propio, sino que ha pasado a habitar en el hombre Jesucristo, de manera parecida a como Dios habita en los justos.

Las propiedades humanas (nacimiento, pasión, muerte) tan sólo se pueden predicar del hombre Cristo; las propiedades divinas (creación, omnipotencia, eternidad) únicamente se pueden enunciar del Logos-Dios; se niega, por lo tanto, la comunicación entre ambas naturalezas.

En consecuencia, no es posible dar a María el título de Theotokos (=Madre de Dios), que se le venía concediendo habitualmente desde Orígenes. Ella no es más que "Madre del Hombre" o "Madre de Cristo".

Se opusieron al nestorianismo importantes prelados, encabezados por San Cirilo de Alejandría. La herejía fue condenada y la doctrina aclarada en el Concilio de Éfeso en el año 431: «...habiendo unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona, la carne animada de alma racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre, no por sola voluntad o complacencia, pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad... Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal... De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen» (Dz 111), y en el Concilio de Calcedonia en el año 451: «ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado (Hebr. 4, 15); engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo...» (Dz 148). Nestorio contó con el apoyo de varios obispos orientales que no aceptaron las condenaciones y rompieron con la Iglesia formando una secta independiente; pero finalmente fue desterrado en el año 436 al Alto Egipto.

Monofisismo

Herejía de los siglos V y VI que enseño que solo había una naturaleza en la persona de Cristo, la divina. Se oponía a la doctrina del Concilio de Calcedonia (451) sobre las dos naturalezas de Cristo. Surgido en parte como una reacción contra el nestorianismo, fue desarrollado por el monje Eutiques (m. 454), quien fue condenado por un Sínodo en Constantinopla.

A pesar de haber sido condenados en el segundo Concilio de Constantinopla (553), el Monofisismo encontró apoyo en Siria, Armenia y especialmente entre los cristianos coptos en Egipto en dónde todavía existe incluso con una estructura ordenada en las Iglesias Armenia y Copta entre otras.

Monotelismo

Herejía del siglo VII que sostenía que Cristo poseía dos naturalezas; pero afirmaba que tenía una sola voluntad. La herejía se originó de un intento de reconciliar las ideas de la herejía monofisita con la ortodoxia cristiana. El emperador Heraclio (610-641), en un encuentro con los monofisitas, formuló que Cristo tenía dos naturalezas pero una sola voluntad. Esta idea recibió apoyo del patriarca de Constantinopla, Sergio. Este punto de vista fue condenado posteriormente por la Iglesia de Occidente, lo cual generó un resquebrajamiento con la Iglesia de Oriente. San Máximo el Confesor escribió una refutación teológica del monotelismo, en la cual sostuvo que la voluntad era una función de la naturaleza y no de la persona. El Monotelismo fue condenado definitivamente por el tercer Concilio de Constantinopla (680), en el cual se afirmó «dos voluntades naturales o quereres y dos operaciones naturales, sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión» (Dz 291).

Otras herejías


Herejía de tendencias apocalípticas y semi-místicas, que fue iniciada en la última mitad del siglo II en la región de Frigia (Asia Menor) por un profeta llamado Montano. Creía que la santa Jerusalén iba a descender pronto sobre la villa de Pepuza y, con la ayuda de dos discípulas, Prisca y Maximila, predicó una ascética intensa, ayuno, pureza personal y deseo ardiente de sufrir el martirio. Los montanistas adoptaron la idea de que tal estilo de vida era esencial en vistas al inminente regreso de Cristo y debido a que después del nacimiento no podía haber perdón.

No obstante la oposición de muchos obispos en Asia Menor, el montanismo se expandió a través de la región y ya para el siglo II se había convertido en una iglesia organizada. Su mayor éxito fue la conversión de Tertuliano para su causa en el año 207. Sus lideres fueron excomulgados y el movimiento murió en casi todo el Imperio Romano, durando sólo algunos siglos más en Frigia hasta desaparecer definitivamente.

 

Albigenses

Famosa secta herética de los siglos XII y XIII, que se extendió por el sur y centro de Francia en la ciudad de Albi, de la cual tomó su nombre.

Considerada en cierto sentido como un rebrote del maniqueísmo, la herejía se extendió con rapidez por Europa, ganando seguidores por todos lados, quienes tomaron nombres diversos, como el de cátaros. Al igual que los maniqueos, creían en un dualismo entre el principio del bien y el principio del mal, y entre el espíritu y la materia, originándose éstos en aquéllos respectivamente. Sostenían además que Cristo fue en verdad un ángel, y que su muerte y resurrección tenían un sentido meramente alegórico. En consecuencia, consideraban que la Iglesia Católica, con su realidad terrena y la difusión de la fe en la Encarnación de Cristo, era una herramienta de corrupción.

Algunos albigenses practicaban una ascesis excesivamente rigurosa, que llegaba a la muerte por inanición y al llamado suicidio de liberación. Estos eran llamados "perfectos", mientras que los seguidores regulares de la secta eran llamados "creyentes". Muchos de los "creyentes" ayudaban a los "perfectos" en su camino a la tierra del espíritu asesinándolos. No obstante estos extremos, el movimiento llego a convertirse en una verdadera fuerza política bajo la protección de Pedro II de Aragón y de Raimundo VI de Toulousse.

La Iglesia condenó la herejía en varios sínodos y concilios. El Papa Inocencio II envió misioneros a los albigenses, incluyendo a los cistercienses, y a Santo Domingo como su principal vocero. Estos esfuerzos probaron ser inútiles y desembocaron en reacciones violentas por parte de los albigenses, hasta llegar incluso al asesinato del legado papal Pedro de Castelnau. Esta situación desembocó en una auténtica guerra.

Con la Batalla de Muret en 1213, en la que Pedro de Aragón fue derrotado por Simon de Montfort, se señaló el comienzo del rápido final de la secta, también conocida como "cátara" -del griego kataros (= puro)-.


Secta herética fundada por Pedro Valdo, quien siendo un rico mercader de Lyon, dejó en 1173 todas sus posesiones y se convirtió en un predicador laico que viajaba de ciudad en ciudad. Valdo y sus seguidores, llamados también "los Pobres de Lyon", predicaron contra la jerarquía eclesiástica. Su predica sencilla y basada únicamente en la Biblia tuvo más éxito que la de los cátaros, con quienes erróneamente se los identificaba.
Sus ideas poco ortodoxas acerca del numero de los sacramentos, de la invalidez de los sacramentos administrados por sacerdotes indignos y su rechazo del Purgatorio hizo necesaria la acción correctiva de las autoridades seculares y eclesiásticas y su excomunión junto con los cátaros en el Concilio de Verona en 1184. Sus posturas anticlericales y anti-jerárquicas los acercaron a los promotores de la revuelta protestante en el siglo XVI, hasta el punto de convertirse en una confesión de fe protestante tras repudiar formalmente a la Iglesia Católica en el Sínodo de Chanforans.



TEMÁTICA TERCER PERIODO


  • La misión de la Iglesia en un mundo cambiante
  • Un mundo posible en la civilización del amor: protagonistas los “jovenes”
NIVEL DE DESEMPEÑO
Valora y aprecia la labor de la Iglesia en la sociedad actual y conoce las tareas de la Iglesia Latina Hoy

 
La tarea de la Iglesia
LA MISIÓN, EXIGENCIA DE LA CATOLICIDAD DE LA IGLESIA
"Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia(evangelio) a toda criatura" (Mc. 16,15)

La Misión:
Surge del envío que Jesús hace a sus discípulos para anunciar y significar la Buena Nueva (Mt 10,5-8)
  • Tiene una importancia decisiva para los discípulos. Esta importancia queda confirmada por la abundancia de textos misioneros que aparecen en los Evangelios (Mt5,13; 13,31.33.47; Mc 3,14; Mt 28,19).
  • Tiene como contenido fundamental a Jesucristo como Salvador (Hch 5,31) Por medio de Él, Dios ofrece a todos los hombres una vida nueva.
  • Se acompaña de gestos significativos y reales que hacen visible y creíble la verdad de su mensaje (Hch 2,14-16. 3,12-26; 5,12-16)
En breve recorrido que hemos hecho por la vida de las primeras comunidades cristianas, nos permite afirmar:
  • La misión de la Iglesia se fundamenta en la misión de Jesús como enviado del Padre para la liberación de la humanidad.
  • La razón histórica del ser de la Iglesia es prolongar la misión de Cristo y hacerla visible en la historia de los hombres.
  • La misión es la verdadera y única tarea de la Iglesia.
La misión de la Iglesia "Evangelización"
La palabra evangelizar significa literalmente "buen mensaje", "buena noticia". Jesús designa como "Evangelio" la llegada del Reino de Dios, que provocará la liberación de los oprimidos y la justicia para los pobres. Este es el anuncio que manda proclamar a sus discípulos tras la Resurrección: "Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia (evangelio) a toda criatura" (Mc 16,15)

El Concilio Vaticano II recordó que "la universalidad de la misión de la Iglesia, la cual se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres, se basa en el mandato explícito de Cristo y las exigencias radicales de la catolicidad de la Iglesia" (Ad gentes 1)

Jesús da una orden precisa a los apóstoles "Proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (Mc 16,15), "Haced discípulos a todas las gentes" (Mt 28,19), con una predicación suscitada a la conversión para el perdón de los pecados (Lc. 24,47).

En el momento de la Ascensión, los discípulos limitan aún su esperanza al Reino de Israel, pues le preguntan a su Maestro: "Señor ¿Es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?" (Hch. 1,6). En su respuesta, el Salvador les muestra claramente que deben superar el horizonte, y que ellos mismos deben convertirse en testigos no solo en Jerusalén, sino también en toda Judea y Samaria "y hasta los confines de la tierra" (Hch 1,8)

El Redentor no cuenta únicamente con la docilidad de los discípulos a su palabra, sino también con el poder superior del Espíritu Santo que les promete "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros" (Hch 1,8)

Tras el Sínodo que los obispos dedicaron en 1974 al tema de la evangelización en el mundo contemporáneo, Pablo VI utilizó sus resultados para elaborar su exhortación apostólica "Evangelii Nuntiandi" (1975). En este documento se concibe la evangelización como la "dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad mas profunda" (EN, 14).

La evangelización es el proceso total mediante el cual la Iglesia, movida por el Espíritu:

  • Anuncia al mundo el Evangelio del Reino de Dios
  • Da testimonio entre los hombres de la nueva manera de ser y de vivir que él inaugura
  • Educa en la fe a los que se convierten al Evangelio del Reino
  • Celebra, mediante los sacramentos, la presencia del Señor Jesús y el don del Espíritu
  • Impregna y transforma con su fuerza todo el orden temporal
LLamada a una nueva evangelización

La llamada a una Nueva Evangelización ha sido propuesta por Juan Pablo II en Haití (1983), con ocasión del encuentro con los obispos de CELAM para:
"Dar a la acción pastoral un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización, en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y en el poder de Pentecostés" (EN 2).


La novedad de la acción evangelizadora afecta a la actitud, al estilo, al esfuerzo y a la programación o como se propuso en Haití, al ardor, a los métodos y a la expresión. Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una caridad pastoral intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción del Espíritu Santo generen una mística, un incontenible entusiasmo en la tarea de anunciar el Evangelio.

La Nueva Evangelización tiene como finalidad formar hombres y comunidades maduras en la fe y dar respuesta a la nueva situación que vivimos, provocada por los cambios sociales y culturales de la modernidad.

A LA ACCIÓN DE PREGONAR EL EVANGELIO SE LE LLAMA EVANGELIZAR.

"Evangelizar consiste en anunciar la Buena Nueva del Evangelio, por medio del testimonio cristiano, a los hombres situados históricamente, para que se que conviertan y sean liberados"

desarrollamos brevemente cada una de estas afirmaciones:

Anunciar la Buena Noticia del Evangelio
San Pablo nos expresa muy bien en que consiste esta buena noticia, cuando afirma:
" Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para que se salve todo el que cree, tanto si es judío como si no lo es. Porque en el se manifiesta la fuerza salvadora de Dios a través de una fe en continuo crecimiento, como dice la Escritura -quien alcance la salvación por la fe, ese vivirá (Rom 1,16-17).


La Buena Noticia no consiste puramente en un mensaje intelectual, sino que es un acontecimiento salvífico; fuerza de Dios para salvar a todo el que cree. Esta fuerza de Dios se manifiesta en Jesús de Nazaret, en sus palabras en sus signos, en su muerte y resurrección. El Evangelio, es la persona misma de Jesucristo. La persona de Jesús se identifica con el Reino.

Por tanto, evangelizar es:
  • El anuncio de Jesucristo, de su vida de su muerte y de su resurrección
  • El anuncio del Evangelio que es gracia y salvación de Dios para todos los hombres, y buena noticia porque libera de todas las esclavitudes humanas.
  • El anuncio del Evangelio hecho con palabras y signos. Las palabras anuncian lo que los signos realizan.

Por medio del testimonio cristiano
El testimonio cristiano es el medio fundamental para proclamar el Evangelio. La evangelización exige la existencia de verdaderos testigos. Jesús no formó sabios, sino discípulos testigos. Sin el testimonio cristiano, puede haber "propaganda religiosa", pero no una verdadera evangelización.


El testimonio cristiano tiene las características siguientes:
  • El testigo se reconoce enviado de Dios para testimoniar algo
  • El testimonio incluye la proclamación de lo que se ha visto y oído: la acción de Dios manifestada en Cristo
  • El testigo se compromete en su testimonio: la vida del testigo es la mejor prueba de lo se que quiere comunicar.

A los hombres situados históricamente
Cada persona, además de estar inserta en una u otra cultura, viviendo en un ámbito rural o urbano, desarrollando un trabajo manual o intelectual, está rodeada de unas circunstancias diferentes que la configuran como ser único e irrepetible.


De ahí que la evangelización deba tener presente a las personas concretas a las que se dirige, sus necesidades y aspiraciones. Por tanto, al evangelizar se debe tener presente que el destinatario de la evangelización, es un hombre concreto.

Para que se conviertan y sean liberados
Los objetivos básicos de la evangelización son dos: La conversión y la liberación
La conversión: se refiera a la respuesta que debe suscitar la acción evangelizadora en la persona.
La liberación: expresa la transformación que esta respuesta ha operado en su vida.


La conversión
Esta es el centro de toda la actividad misionera de la Iglesia. Consiste fundamentalmente en:

  • Descubrir al Dios de Jesucristo y creer en Él, rechazando los falsos ídolos esclavizadores
  • Adherirse a su proyecto de salvación, aceptando las exigencias radicales del Reino y los valores evangélicos como norma de vida.

La conversión suscitada por la evangelización supone un cambio de sentido y dirección a la totalidad de la existencia humana. Por tanto, la conversión no es un mero cambio de mentalidad, sino algo que afecta al hombre entero, al sentido de su vida personal y social, a los valores que la orientan y a las condiciones sociales que la hacen posible.

La conversión es real cuando la acción evangelizadora alcanza y transforma con la fuerza del Evangelio:
  • Los criterios de juicio
  • Los valores determinantes
  • Los centros de interés
  • Las líneas de pensamiento
  • Las fuentes de inspiración
  • Las estructuras sociales
La conversión cristiana es un largo proceso, para que el cambio sea verdadero, es necesario que surja de una decisión personal, con un cierto grado de reflexión, sea gradual y progresiva y se vaya verificando en compromisos y estilos de vida concretos y reales..

La liberación
"El hombre evangelizado se reconoce hijo de Dios y, como resultado de esta filiación, acoge y se relaciona con los otros hombres como hermano. La relación con Dios y con los hermanos ha de llevarse a cabo en las condiciones de esta vida, en el mundo y en la historia; esto quiere decir que todas estas realidades quedan incluidas en el proceso salvífico"


Por lo tanto, la evangelización es inseparable de la liberación integral del hombre, de su mundo y de su historia, e incluye la liberación total y real de todas las dimensiones de la vida humana, incluso la política. La liberación cristiana, es la misma liberación humana llevada a su plenitud por el don gratuito de Dios que se acoge por la fe.

Los medios de la Evangelización

El anuncio, los sacramentos y el testimonio "La Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio". "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan...Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y despego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra: de santidad" (Evangelii nuntiandi, 21)


Los destinatarios

Los destinatarios de la obra evangelizadora de la Iglesia se encuentran en una doble dirección: Hacia el exterior la Iglesia tiene como destinatarios a todas aquellas personas que nunca han recibido la Buena Nueva de Jesucristo. Aquí el mandato del Señor Jesús es categórico: "Id y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mt 16,15). Esta es la razón por la que la Iglesia se siente llamada:
" A no encadenar el anuncio evangélico limitándolo a un sector de la humanidad o a una clase de hombres o a un solo tipo de cultura" ( E.N. 50 ).
"La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la iglesia....Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar" ( E.N. 14).


La segunda dirección de la obra evangelizadora es hacia el interior, y aquí la iglesia percibe una tarea doble:

  • Un primer grupo de destinatarios de la evangelización son aquellos que han recibido la fe y que permanecen en contacto con el Evangelio. La Iglesia debe profundizar, consolidar, alimentar y hacer cada vez más madura la fe de aquellos que se llaman ya fieles o creyentes.
  • Un segundo grupo de destinatarios hacia el interior lo conforman todos aquellos cristianos que no son practicantes de la vida cristiana.
    "Toda una muchedumbre, hoy día numerosa, de bautizados que, en gran medida, no han renegado formalmente de su bautismo, pero están totalmente al margen del mismo y no lo viven. La ausencia de práctica religiosa se encuentra en los adultos y en los jóvenes, en la elite y en la masa, en las antiguas y en las jóvenes Iglesias... La acción evangelizadora de la Iglesia no puede ignorarlos ni desentenderse de ellos; debe buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuado para proponerles la revelación de Dios y la fe en Jesucristo".
Una comunidad evangelizada y evangelizadora

La Iglesia podrá llevar a cabo su misión evangelizadora siempre que transparente y comunique con su vida lo que proclama en su mensaje. Jesús al anunciar a sus discípulos que eran la sal de la tierra y la luz del mundo, les advirtió del peligro que constituía el que la sal perdiera su sabor o el que una lámpara fuera tapada con una olla
( Cfr.Mt 5,13-15)


Las situaciones cambiantes, los continuos avances de la ciencia, las modernas formas de relación entre las personas, obligan a la Iglesia a perpetuar en sí misma la novedad del Evangelio; la actuación del Espíritu Santo la capacita para responder con su vida y su palabra a los retos que constantemente le presenta nuestra civilización.

Esta actuación del Espíritu, que la conduce a la verdad plena (Cfr.Jn 15,12-14), se realiza a través de diversas mediaciones como:

  • La acogida valiente de la Palabra de Dios, que al penetrar en los corazones cuestiona las estructuras, actuaciones y comportamientos.
  • Los signos de los tiempos, es decir, los deseos y aspiraciones profundas de las personas de la sociedad actual, que se ven plasmados en el esfuerzo a favor de la paz, la justicia, los derechos humanos, la ecología...
  • Las voces que se elevan desde la opresión, la marginación la pobreza extrema "el clamor de los sin voz"
 TOMADO DE: http://www.rosario.org.mx/doctrina/misioniglesia.htm



TEMÁTICA SEGUNDO PERIODO





  • La Doctrina Social, camino hacia el cambio
  • Valores y fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia
NIVEL DE DESEMPEÑO
Identifica las enseñanzas de la Iglesia sobre la sociedad y el  trabajo que realiza para instaurar el Reino de Dios

Historia de la doctrina social
La misma expresión “doctrina social” fue usada por primera vez por Pío XI en su encíclica Quadragesimo anno quien cita a León XIII aun cuando reconoce que la preocupación por los problemas económicos y sociales no nació con la Rerum novarum.
Los grandes cambios del siglo XIX como la revolución industrial y el consiguiente crecimiento de las ciudades habían producido graves desigualdades sociales y económicas. Se debatía y se luchaba por establecer una justa relación entre trabajo y capital y de ahí el problema conocido como cuestión obrera. El Papa León XIII afrontó este tema y el de la propiedad privada en su encíclica que se constituyó en documento de referencia y de inspiración para todas las acciones cristianas en el campo social.
Cuando en 1931 se cumplen 40 años de la publicación de la Rerum novarum, el Papa Pío XI publica la Quadragesimo anno donde además de repasar la doctrina anterior y aplicarla a la situación del momento, afrontó los nuevos problemas ligados al crecimiento de empresas y grupos cuyo poder pasaba fuera de las fronteras nacionales. Recuerda además la condena del socialismo así como la insuficiencia del liberalismo.
Pío XII vivió los años de la posguerra con otro orden internacional al que dedicó sus intervenciones. Aun cuando no publicó encíclicas sobre temas sociales, no dejó de recordar a todos a través de sus radiomensajes, la relación que corre entre la moral y el derecho positivo así como los deberes de las personas en las distintas profesiones.
Juan XXIII deja dos contribuciones: las encíclicas Mater et magistra y Pacem in terris. En la primera habla de la misión de la Iglesia por construir comunión que permita tutelar y promover la dignidad del hombre. En la segunda encíclica, además de afrontar el tema de la guerra (en tiempos de proliferación de armamento nuclear), afronta el tema de los derechos humanos desde un punto de vista cristiano.
El Concilio Vaticano II trató en la constitución pastoral Gaudium et spes temas de actualidad social y económica, como los nuevos problemas que afrontaba el matrimonio y la familia (por ejemplo, desde las sucesivas facilidades al divorcio concedidas desde el liberalismo decimonónico y el socialismo), la paz y concordia entre los pueblos (en el escenario de la llamada Guerra fría), etc.
Con Pablo VI hace su entrada en los documentos del Magisterio el tema del desarrollo en la encíclica Populorum progressio haciendo hincapié en la necesidad de que ese desarrollo sea de toda la persona y de todos los hombres.
Juan Pablo II, fuertemente marcado por su experiencia en Polonia, publicó diversas encíclicas sobre temas sociales. La Laborem exercens presenta una espiritualidad y una moral propias del trabajo que realiza el cristiano. La Sollicitudo rei socialis retoma el tema del progreso y el desarrollo íntegros de las personas (publicada con motivo de los veinte años de la publicación de la Populorum progressio). Finalmente la Centesimus annus -con motivo del centenario de la publicación de la Rerum novarum- se detiene en la noción de solidaridad, que permite encontrar un hilo conductor a través de toda la enseñanza social de la Iglesia. Aun cuando sus predecesores habían tratado temas sociales como orientaciones para la ética social o para la filosofía, Juan Pablo II planteó la Doctrina social de la Iglesia como una rama de la teología moral y dio orientaciones sobre el modo en que esta disciplina debía ser enseñada en los seminarios.

Principios de la Doctrina Social de la Iglesia

* Dignidad de la persona humana
Según la Doctrina Social de la Iglesia, la persona humana, por estar hecha a imagen y semejanza de Dios, posee una dignidad que la hace superior a los demás seres creados. He aquí algunas citas de la Doctrina Social de la Iglesia al respecto:
"La dignidad de la persona manifiesta todo su fulgor cuando se consideran su origen y su destino. Creado por Dios a su imagen y semejanza, y redimido por la preciosísima sangre de Cristo, el hombre está llamado a ser "hijo en el Hijo" y templo vivo del Espíritu; y está destinado a esa eterna vida de comunión con Dios, que le llena de gozo. Por eso toda violación de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios, y se configura como ofensa al Creador del hombre." (Christifidelis Laici, n. 37)
"La justicia social sólo puede obtenerse respetando la dignidad trascendente del hombre. Pero éste no es el único ni el principal motivo. Lo que está en juego es la dignidad de la persona humana, cuya defensa y promoción nos han sido confiadas por el Creador, y de las que son rigurosas y responsablemente deudores los hombres y mujeres en cada coyuntura de la historia." (Sollicitudo Rei Socialis, n. 47)
"Quien desea que la estrella de la paz aparezca y se detenga sobre la sociedad, contribuya por su parte a devolver a la persona humana la dignidad que Dios le concedió desde el principio" (Radiomensaje de Pío XII "Con sempre", nº 35)
* Primacía del bien común:
Un sentido de pensar en el bien de todos los individuos, sin quitar ni el sentido de sociedad, ni de unicidad.
El Bien Común está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario’ [...]. Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor” (CIC, n. 1906-9 y 1912).
* Destino universal de los bienes, solidaridad, y respeto a la propiedad privada:
"Dios ha destinado la tierra y sus bienes en beneficio de todos. Esto significa que cada persona debería tener acceso al nivel de bienestar necesario para su pleno desarrollo. Este principio tiene que ser puesto en práctica según los diferentes contextos sociales y culturales y no significa que todo está a disposición de todos. El derecho de uso de los bienes de la tierra es necesario que se ejercite de una forma equitativa y ordenada, según un específico orden jurídico. Este principio tampoco excluye el derecho a la propiedad privada. No obstante, es importante no perder de vista el hecho de que la propiedad sólo es un medio, no un fin en sí misma." (Compendio de DSI, 171-84)
«El principio del destino universal de los bienes es una invitación a desarrollar una visión económica inspirada por valores morales que permitan a las personas no perder de vista el origen o propósito de estos bienes, de manera que se logre un mundo de justicia y solidaridad, en el que la creación de riqueza pueda tener una función positiva» (Compendio de DSI, 174).
El respeto a la propiedad privada nace principalmente de dos Mandamientos del Decálogo: "No robar" y "No codiciar los bienes ajenos". Condena las formas de: comunismo, socialismo, socialismo democrático, y libre mercado en forma desmedida.
TOMADO DE http://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_social_de_la_Iglesia

VALORES Y FUNDAMENTOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Fundamentos.





El primer fundamento de la enseñanza social católica es el mandamiento de Jesús de amar: Ama a Dios sobre todas las cosas y ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. Éste es el fundamento de toda la moral cristiana y, por lo mismo, de la doctrina social de la Iglesia que es parte de esta moral. Jesús decía que el doble mandamiento del amor no es sólo el primero y más importante de todos los mandamientos, sino también el resumen o compendio de todas las leyes de Dios y del mensaje de los profetas.
La doctrina social de la Iglesia proporciona por tanto una respuesta a la pregunta: ¿Cómo debo amar a Dios y a mi prójimo dentro de mi contexto político, económico y social? Nuestro amor a Dios y al prójimo no consiste simplemente en una obligación semanal de asistir a Misa y dejar algunas monedas en la cesta en el momento del ofertorio. Debe impregnar nuestra vida entera y conformar nuestras acciones y nuestro ambiente según el Evangelio.
Éste es un principio muy importante para superar la tendencia a ver la economía y la política como algo totalmente separado de la moral, cuando de hecho es precisamente allí donde un cristiano hace que su fe influya en los asuntos temporales.
El mandamiento del amor por tanto debería representar el fundamento general de la doctrina social de la Iglesia. También hay, sin embargo, fundamentos específicos que pueden resumirse en cuatro principios básicos de la entera doctrina social de la Iglesia, cuatro columnas sobre las que se apoya el entero edificio. Estos principios son: la dignidad de la persona humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad.
-- La dignidad de la persona humana. El primer principio clásico es el de la dignidad de la persona humana, que proporciona el fundamento para los derechos humanos. Para pensar correctamente sobre la sociedad, la política, la economía y la cultura uno debe primero entender qué es el ser humano y cuál es su verdadero bien. Cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad inalienable y, por tanto, debe ser tratada siempre como un fin y no sólo como un medio.
Cuando Jesús, usando la imagen del buen pastor, hablaba de la oveja perdida, nos enseñaba lo que Dios piensa del valor de la persona humana individual. El pastor deja a las 99 en el aprisco para buscar a la perdida. Dios no piensa en los seres humanos en masa, o en porcentajes, sino como individuos. Cada uno es precioso para él, irreemplazable.
En su carta encíclica Centessimus Annus, el Papa Juan Pablo II subrayaba la centralidad de este principio: «hay que tener presente desde ahora que lo que constituye la trama... de toda la doctrina social de la Iglesia, es la correcta concepción de la persona humana y de su valor único, porque «el hombre... en la tierra es la sola criatura que Dios ha querido por sí misma»38. En él ha impreso su imagen y semejanza (Cf. Gn 1, 26), confiriéndole una dignidad incomparable» (ver «Centessimus Annus», No. 11).
De ahí que la Iglesia no piense primero en términos de naciones, partidos políticos, tribus o grupos étnicos, sino más bien en la persona individual. La Iglesia, como Cristo, defiende la dignidad de cada individuo. Comprende la importancia del estado y de la sociedad en términos de servicio a las personas y a las familias, en vez de en sentido contrario. El estado, en particular, tiene el deber de proteger los derechos de las personas, derechos que no son concedidos por el estado sino por el Creador.
-- El bien común. El segundo principio clásico de la doctrina social de la Iglesia es el principio del bien común. El Concilio Vaticano II lo define como «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección» («Gaudium et Spes» 26, ver GS, 74; y El Catecismo de la Iglesia Católica, 1906).
El hombre, creado a imagen de Dios que es comunión trinitaria de personas, alcanza su perfección no en el aislamiento de los demás, sino dentro de comunidades y a través del don de sí mismo que hace posible la comunión. El egoísmo que nos impulsa a buscar nuestro propio bien en detrimento de los demás se supera por un compromiso con el bien común.
El «bien común» no es exclusivamente mío o tuyo, y no es la suma de los bienes de los individuos, sino que crea más bien un nuevo sujeto nosotros en el que cada uno descubre su propio bien en comunión con los demás. Por ello, el bien común no pertenece a una entidad abstracta como el estado, sino a las personas como individuos llamados a la comunión.
El hombre es fundamentalmente (y no sólo circunstancialmente) social, relacional e interpersonal. Nuestro bien común es también necesario para mi propia plenitud, para mi propio bien personal. Cada persona crece y alcanza la plenitud dentro de la sociedad y a través de la sociedad. Por ello, el bien común se distingue pero no está en oposición al bien particular de cada individuo. Con mucha frecuencia tu bien y mi bien se encuentra en nuestro bien común.
El bien común se opone al utilitarismo, la idea de la felicidad (placer) más grande posible para el mayor número posible de personas, que inevitablemente conduce a la subordinación de la minoría a la mayoría. Por eso, la excelencia e inviolabilidad de la persona humana individual excluye la posibilidad de subordinar el bien de uno al de los demás, de tal modo que se convierta el primero en un medio para la felicidad de los demás.
--Subsidiariedad. El tercer principio clásico de la doctrina social es el principio de subsidiariedad. Fue formulado por primera vez bajo este nombre por el Papa Pío XI en su carta encíclica de 1931 «Quadragesimo Anno». Este principio nos enseña que las decisiones de la sociedad se deben quedar en el nivel más bajo posible, por tanto al nivel más cercano a los afectados por la decisión. Este principio se formuló cuando el mundo estaba amenazado por los sistemas totalitarios con sus doctrinas basadas en la subordinación del individuo a la colectividad. Nos invita a buscar soluciones para los problemas sociales en el sector privado antes que pedir al estado que interfiera.
 
Incluso antes de la encíclica de Pío XI, el Papa León XIII mismo insistía «sobre los necesarios límites de la intervención del Estado y sobre su carácter instrumental, ya que el individuo, la familia y la sociedad son anteriores a él y el Estado mismo existe para tutelar los derechos de aquél y de éstas, y no para sofocarlos» («Centessimus Annus», 11).
--Solidaridad: el cuarto principio que fundamenta la doctrina social de la Iglesia sólo fue formulado recientemente por Juan Pablo II en su carta encíclica «Sollicitudo Rei Socialis» (1987). Este principio es el llamado principio de solidaridad. Al hacer frente a la globalización, a la creciente interdependencia de las personas y los pueblos, debemos tener en mente que la familia humana es una. La solidaridad nos invita a incrementar nuestra sensibilidad hacia los demás, especialmente hacia quienes sufren.
Pero el Santo Padre añade que la solidaridad no es simplemente un sentimiento, sino una «virtud» real, que nos permite asumir nuestras responsabilidades de unos con otros. El Santo Padre escribía que no es «un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos» (SRS, 38).
TOMADO DE http://fraynelson.com/biblioteca/sociedad/doctrina_social_de_la_Iglesia.htm

 

TEMÁTICA PRIMER PERIODO
  • La Santa Misa: partes y respuestas
  • La vida ya no es amada
  • La nueva cultura
  • Las causas históricas de la nueva cultura
  • Inculturación y Nueva Evangelización
NIVEL DE DESEMPEÑO
Reconoce la importancia de vivir la vida según los preceptos de Dios, teniendo claro la época y la sociedad en la cual le toco existir, y aporta ideas para mejorar su entorno



LA SANTA MISA

PARTES:

RITOS INICIALES

A El canto que acompaña la procesión de entrada
A El saludo al altar y a la asamblea
A El rito penitencial
A Las preces iniciales: Kyrie, gloria(aclamaciones laudatoricas)
A Oración presidencial

FINALIDAD
Constituir la asamblea, congregarla, a fin de que puedan recibir la Palabra en espíritu de oración y disponibilidad para la conversión, condición para llegar al rito sacramental. La unidad de los hermanos en asamblea deberá ir creciendo a lo largo de la celebración, hasta culminar en la comunidad de todos en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Entonces se edificará la Iglesia, finalidad de la Eucaristía. La asamblea así constituida, es el signo fundamental de la presencia de Cristo.

CANTO DE ENTRADA: Es la primera expresión de la fe, la unidad, el sentido de la celebración y la alegría de hermanos que se reúnen, sé re-encuentran entre ellos y con su Padre Dios. La liturgia es celebrada por un pueblo. Cada uno de los integrantes tiene una función propia. Pertenece al pueblo manifestar en este momento su fe y su alegría.
SALUDO AL ALTAR Y AL PUEBLO: Después de venerar el altar, por una inclinación, un beso, y/o incensación, el sacerdote se dirige a la comunidad desde la sede, pues en nombre del Señor, va a presidir la asamblea celebrante.
Hecha la señal de la cruz, saluda a la asamblea con una de las fórmulas paulinas. Con este saludo despierta en el pueblo el sentido eclesial de la reunión.
ACTO PENITENCIAL: el rito y su significación.

El misal propone cuatro fórmulas:

1.La confesión general de los pecados (Yo confieso)

2.El responso dialogado: Señor, ten misericordia de...

3.Las preces litánicas: Señor ten piedad – invocaciones precedentes

4.La aspersión con el agua bendita.

Al iniciar la celebración, la Iglesia se dispone celebrando la penitencia. Responde así la invitación del Señor: Conviértanse y crean en el evangelio Mt 1,15. También es necesario reconciliarse con los hermanos ante de presentar la ofrenda al altar.
-Sentido personal y comunitario de la penitencia.
ACLAMACIONES LAUDATORIAS
A Kirie eleison: es una antigua fórmula en que se proclama que el Hijo conoce nuestra condición humana (eleison), pero que venció el pecado del mundo y por la resurrección adquirió el nuevo nombre de< Señor>.
A El Gloria es un himno antiquísimo (S. II) con el cual la Iglesia reunida en el Espíritu Santo, alaba al Padre y súplica al Hijo, Cordero y Mediador. Es una hermosa doxología o alabanza a Dios.

ORACIÓN COLECTA:
SENTIDO: Es una oración presidencial que recoge, sintetiza, reúne los sentimientos de la asamblea. Su función es dar el sentido de la celebración del día. Es una oración que se hace en nombre y a intención de toda la Iglesia.

LITURGIA DE LA PALABRA

IMPORTANCIA
La palabra proclamada, no sólo instruye al pueblo y revela el misterio de la salvación que se realiza a través de la historia, sino que hace al señor realmente presente en medio de su pueblo (SC 7 y 33)
Ante esta manifestación de Dios, el pueblo creyente responde al señor con cantos y oraciones (SC 33) y habla a Dios con las mismas oraciones, palabras y sentimientos que La ha inspirado.

De este modo la liturgia de la palabra por su naturaleza y por su estructura ritual es un diálogo o conversación entre Dios que habla y su pueblo que escucha y responde y acepta su manifestación.

EL PUEBLO RESPONDE.

IMPORTANCIA: Parte integrante de la liturgia de la palabra, el salmo responsorial pertenece al pueblo que formula su respuesta a la Palabra inspirada por Dios. Texto bíblico y salmo se iluminan mutuamente. El salmo nos impregna del verdadero espíritu de oración.

LA HOMILÍA

FINALIDAD:

La homilía no es un sermón, ni una catequesis, ni una plática moralizada, sino, como lo enseña su etimología, una conversación familiar cuya finalidad es explicar (aplicar) el mensaje de Dios a un pueblo creyente concreto e introducir a este pueblo en la celebración(actualización) de este misterio de salvación que he anunciado.- Como elemento constitutivo de la liturgia de la palabra, tiene un carácter mistérico y sacramental que lo une íntimamenteal ministerio presidencial del sacerdote, signo y sacramento de Cristo-cabeza.


PROFESIÓN DE FE:

SENTIDO: El credo, profesión de la fe de la Iglesia, es una respuesta a la Palabra de Dios. Tiene un valor de “tradición”que expresa la unidad de la Iglesia en la misma fe.

Por lo tanto, en los domingos y solemnidades en que está prescrito, debemos utilizar una de las fórmulas propuestas por el misal, en la conciencia de que es la fe proclamada por la Iglesia en todo el mundo,

ORACIÓN UNIVERSAL

SENTIDO: La comunidad cristiana reunida en asamblea sagrada ejerciendo de modo relevante su sacerdocio bautismal, pide a Dios que la salvación que se acaba de proclamar se haga una realidad en la Iglesia, en el mundo, en los que sufren y en esa misma asamblea. Esta pieza litúrgica pretende hacer realidad el plan salvífico universal de Dios: salvar a todo hombre y a todos los hombres. En cierto modo, se rompen los límites de la comunidad celebrante para dar a la salvación que celebramos la dimensión universal que Dios le da.

LA LITURGIA EUCARÍSTICA

INTRODUCCIÓN

Las dos partes de la Misa, liturgia de la Palabra y liturgia eucarística, constituyen un solo acto de culto. <A decir verdad, no son dos mesas> separadas: la una conduce a la otra, como la revelación del Cap. 6 de S. Juan sube el pan de la palabra al pan de la eucaristía... > En la liturgia de la palabra previa a la eucaristía, la Palabra toma todo sentido; es vivida en plenitud por el contacto normal con la eucaristía.

El relato bíblico de la Cena del Señor es muy breve y conciso: <Jesús tomó el pan, pronunció la bendición y lo partió para distribuirlo>. La tradición de la Iglesia, al querer cumplir el mandamiento del Señor de repetir esa Cena Pascual, concretó tres gestos del Señor en otros tantos ritos. Y así, al celebrar la Eucaristía:

A Preparamos y presentamos las ofrendas (tomó pan y vino)

A Proclamamos la oración eucarística (dijo la bendición)

A Celebramos la comunión (partió el pan ypasó la copa)

LA GRAN ORACIÓN EUCARÍSTICA

  1. EL PREFACIO Y EL SANTO
SENTIDO: Bendición entusiasta a Dios por todas las maravillas y particularmente por la salvación, el prefacio (o sea la proclamación) es un elemento fundamental de la gran oración eucarística. Expresa la alabanza y la acción de gracias a Dios por la obra de salvación que hace eminentemente presente en la acción eucarística, destacando algún aspecto particular según el día, la fiesta o el tiempo litúrgico.
El Santo que sigue al prefacio es la mayor aclamación de la Misa; es por eso que debe ser el primer canto por orden de importancia.
2. LAS PLEGARIAS EUCARÍSTICAS

SENTIDO: La plegaria eucarística, culmen de toda la celebración es la plegaria de acción de gracias y de santificación por lo mismo, se tiende a que toda la asamblea de los fieles se unan a Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en la oblación del sacrificio. Esta plegaria la recita el ministro sacerdote, quien interpreta la voz de Dios que se dirige al pueblo y la voz del pueblo que eleva su oración, su espíritu a Dios. Sólo debe escucharse la voz del sacerdote mientras la asamblea reunida guarda un religioso silencio.

RITO DE LA COMUNIÓN
SENTIDO

Es importante que, por medio de la catequesis y de la misma celebración, se lleve a los fieles a percibir la unidad de los ritos que preceden y acompañan la recepción sacramental del Cuerpo y Sangre de Cristo. Este conjunto de ritos que, a primera vista, aparecen como un mosaico de piezas sueltas, pone de manifiesto el aspecto de Cena Pascual.

Es cierto que él< sacrificio, como pascua de Cristo, es ofrecido por todos, pero no produce sus efectos sino en aquellos que se unen a la pascua de Cristo por la fe y por la caridad>.

Tres signos mutuamente relacionados, encaminan hacia el signo-cumbre de la comunión: el Pater, la paz y la fracción del pan y de la copa:

A Signo de la oración o signo de filiación del Señor

A Signo de la paz o signo de fraternidad

A Signo de la fracción o signo de amor-caridad

A Signo de la comunión o signo de incorporación a Cristo y a la Iglesia

SIGNO DE LA ORACIÓN DEL SEÑOR.
El Padre Nuestro, con su embolismo (ampliación última petición) sintetiza en cierto modo y expresa sentimientos semejantes a los de la plegaria eucarística. Podríamos decir es la plegaria eucarística de la asamblea.

Los gestos que se realizan al rezar el Padre Nuestro es ocasional. El tomarse de las manos expresa más bien unidad, lo cual tiene lugar más adecuado n el rito de la paz. Es auténtica aclamación: Tuyo es el Reino...
SIGNO DE LA PAZ.

La paz que se pide a Cristo, Señor de la paz, y que se desea entre hermanos, tiene un contenido profundamente humano y evangélico. <Ve a reconciliarte con tu hermano> MT 4,23. Este gesto de la paz debe llevar consigo un compromiso de trabajar por la paz y la unidad, y no sólo en el momento y ámbito de la celebración: <dar> la paz, no sólo manifestarla.

SIGNO DE LA FRACCIÓN DEL PAN
El rito reproduce la acción de Cristo en la última Cena pero con el contenido doctrinal profundo queformula San Pablo: Cristo es el único pan partido; los que comemos de un mismo pan transformado en un solo cuerpo (I cor 10,17). El gesto viene de los tiempos apostólicos; incluso le dio el nombre a toda acción eucarística.
SIGNO DE LA COMUNIÓN.
Después de las preparaciones y su insistencia en el Cuerpo de hermanos que formamos en Jesucristo, resuena esta espléndida afirmación-invitación inspirada en el Apocalipsis Dichosos los invitados a la boda del Cordero(Ap 19,9). Proclama que participamos en la cena escatológica, que la comunión sacramental es participación en el Reino ya presente, de la comunión con Dios. La comunión nos une a toda la Iglesia de todos los lugares y de todos los tiempos, realiza la <comunión de los santos>. <Nos compenetramos con Cristo y entre nosotros mismos> (LG), realizando el designio de Dios que es <reunir el universo entero bajo una sola Cabeza, Cristo> Ef 1,10
La comunión se entrega: es un don del Señor que se ofrece a los fieles por medio del ministro autorizado para ello. Como signo la comunión expresa también la Alianza que se ratifica comiendo el Cuerpo de Cristo (y bebiendo su Sangre). La Alianza es con la Iglesia y con cada uno de los cristianos. Esto exige la presencia de un miembro de Cristo, frente al cual se responde él AMEN de la Alianza.

RITO FINAL

AVISOS
Los avisos queson importantes para edificar la vida de la comunidad la cual esta centrada en la Eucaristía, pueden hacerse después de la oración Postcomunión, nunca después de la homilía o durante elsilencio sagrado. Los da el sacerdote mismo o preferentemente otro ministro, diacono o lector, evitando alargarse demasiado.
SALUDO Y BENDICIÓN
El misal ofrece una variedad de bendiciones solemnes según los tiempos litúrgicos y las fiestas. Cuando se da la bendición la asamblea responde a la triple bendición AMEN.
También existen las oraciones sobre el pueblo, las cuales enriquece el sentido de la bendición, y llaman habitualmente al compromiso de salir y llevar la liturgia a la vida diaria.

DESPEDIDA

Es preciso que la eucaristía tenga conexión con la vida, que salgan los participantes a la calle con un compromiso, con una esperanza, con la sensación de haber crecido en la fraternidad y la decisión de dar testimonio en medio del mundo. La formula< pueden irse en paz de Cristo>, una misión. Antes de retirarse el sacerdote venera el altar, besándolo.

CANTO FINAL

Es la manifestación de la alegría de los fieles y su compromiso de vivir como cristianos eucarísticos.
COLEGIO SAN FRANCISCO
DEPARTAMENTO DE PASTORAL
LIC. ROBERTO CARLOS GAMBIN J.
RESPUESTAS DE LOS FIELES EN LA SANTA MISA
Ritos iniciales
1.-En el nombre del Padre... AMÉN
2.-La gracia... Y CON TU ESPÍRITU
Acto penitencial
3.-Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego ante Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
4.-Dios todopoderoso... a la vida eterna. AMÉN
5.-Señor, ten piedad. SEÑOR TEN PIEDAD
Cristo ten piedad. CRISTO, TEN PIEDAD
Señor, ten piedad. SEÑOR TEN PIEDAD
6.-Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
7.-Oremos. Al final de la oración: AMÉN
Liturgia de la palabra
8.-Primera lectura y segunda lectura. Al final de cada lectura, el lector dice: Palabra de Dios. Todos aclaman: TE ALABAMOS SEÑOR.
9.-Evangelio. El señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU. Lectura del Santo Evangelio según san N. GLORIA A TÍ, SEÑOR. Acabado el evangelio se dice: Palabra del Señor. Todos aclaman: GLORIA A TÍ, SEÑOR JESÚS. (Homilía)
10.-Profesión de fe.
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo reciben una misma adoración y gloria. Y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
11.-Liturgia eucarística
Bendito seas Señor... BENDITO SEAS POR SIEMPRE SEÑOR.
12.-Orad hermanos... EL SEÑOR RECIBA DE TUS MANOS ESTE SACRIFICIO PARA ALABANZA Y GLORIA DE SU NOMBRE, PARA NUESTRO BIEN, Y EL DE TODA SU SANTA IGLESIA.
Oración sobre las ofrendas.
Por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN
Plegaria eucarística
13.-El Señor esté con vosotros... Y CON TU ESPÍRITU. Levantemos el corazón... LO TENEMOS LEVANTADO HACIA EL SEÑOR. Demos gracias al Señor, nuestro Dios... ES JUSTO Y NECESARIO.
14.-SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO. LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA. HOSANNA EN EL CIELO. BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR. HOSANNA EN EL CIELO.

Durante la consagración, mientras no se diga lo contrario, los fieles están de rodillas.
15.-ANUNCIAMOS TU MUERTE, PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN, ¡VEN SEÑOR JESÚS!
Al final de la plegaria eucarística, el sacerdote toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama: AMÉN.

Rito de la Comunión
16.-Fieles a la recomendación del Salvador... nos atrevemos a decir: PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE; VENGA A NOSOTROS TU REINO; HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN; NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, Y LÍBRANOS DEL MAL.
17.-Líbranos de todos los males, Señor... TUYO ES EL REINO, TUYO EL PODER Y LA GLORIA, POR SIEMPRE, SEÑOR.
18.-Señor Jesucristo, que dijiste... AMÉN.
19.-La paz del Señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU.
20.-CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS. CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS. CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, DANOS LA PAZ.
21.-SEÑOR, NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA, PERO UNA PALABRA TUYA BASTARÁ PARA SANARME.
22.-El cuerpo de Cristo. AMÉN
23.-Oración después de la comunión.
Por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN.
24.-El Señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU.
25.-La bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. AMÉN. Podéis ir en paz. DEMOS GRACIAS A DIOS.

RCG 2012

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