RELIGION 10o

TEMATICA CUARTO PERIODO


  • El proyecto de vida de los cristianos: identidad
  • Novedosos caminos de vida
 
  • Conoce los criterios que Jesucristo ofrece para tener una auténtica vida cristiana, según las bienaventuranzas y expresa su cercanía a Dios a través de la oración



PROYECTO DE VIDA DE LOS CRISTIANOS: IDENTIDAD


 

SALMO DESDE LA VIDA AUTÉNTICA

Soy joven, Señor, y quiero vivir con fuerza y alegría soy joven y quiero estrujar mi vida y llegar hasta el fondo, soy joven y, la verdad Señor, no sé lo que es vivir a veces; soy joven y busco caminos, aunque no he encontrado el camino cierto.
 
Quiero vivir y buscar mi libertad en lo que hago, quiero sentir y probar hasta lo más profundo lo que es la vida; quiero tocar, palpar, hacer mío lo que encuentre en mi camino; quiero, Señor, dar sentido a esta única vida que tengo.
 
Tú amas la vida, Señor Jesús y quieres al joven en pie, firme; amas la vida y has roto las ataduras de la muerte, resucitando; tienes palabras de vida eterna para el corazón del hombre y le has dado el Pan de Vida para que camine con valor. Señor de la Vida: quiero vivir desde el centro de mi ser. Señor de la Vida: quiero crecer, superarme, abrir camino. Señor de la Vida: quiero ser feliz y mantener mi dignidad de hombre. Señor de la Vida: quiero enraizar mi vida en ti, que eres amor.
 
Yo sé Señor, que hay cosas que matan y llevan a la tumba yo sé que cuando vivo mi egoísmo con rabia y desenfreno, estoy muriendo; yo sé que cuando vivo mi orgullo y prepotencia, me estoy muriendo; yo sé que cuando busco satisfacer mi instinto en el otro, estoy muriendo; yo sé que cuando me entrego a la evasión del juego, estoy muriendo; yo sé que cuando huyo en alas de la felicidad, estoy muriendo; yo sé que cuando vivo de cosas, de objetos, me estoy muriendo!
 
Quiero vivir, Señor, hacer de la verdad el camino para mis pasos.
Quiero vivir, Señor, hacer del amor limpio, la norma de mi conducta.
Quiero vivir, Señor, hacer de la libertad espacio para mi búsqueda.
Quiero vivir, Señor, hacer del servicio la constante de mí vida.
Quiero vivir, Señor, hacer de la reconciliación un camino de paz.
Quiero vivir, Señor, hacer de la belleza una luz para mis ojos.
Quiero vivir, Señor, hacer de la esperanza una fuerza hacia adelante.
Quiero vivir, Señor, hacer de la oración un lugar de encuentro contigo.
Quiero vivir, Señor, hacer de la justicia un camino hacia el hermano herido.
Quiero vivir, Señor, hacer de la humildad la base de cuanto soy

(Salmos de un corazón joven. Emilio L. Maza riegos)

(Las ocho bienaventuranzas)
Las solemnes bienaventuranzas (beatitudines, benedictiones) que marcan el inicio del Sermón de la Montaña, el primero de los sermones de Nuestro Señor en el Evangelio de San Mateo (5, 3-10). Cuatro de ellas reaparecen en una forma ligeramente diferente en el Evangelio de San Lucas (6, 22), de igual modo al comienzo de un sermón, y que discurren paralelamente a Mateo, 5-7, si no a otra versión del mismo. Y aquí se ilustran con la oposición de las cuatro maldiciones (24-26). El relato más completo y el lugar más destacado que se da a las Bienaventuranzas en San Mateo están bastante de acuerdo con el alcance y la tendencia del Primer Evangelio, en el que el carácter espiritual del reino mesiánico – la idea suprema de las Bienaventuranzas – es continuamente destacado, en agudo contraste con los prejuicios judíos. La peculiarísima forma en la que Nuestro Señor manifestó sus bienaventuranzas las convierte, quizás, en el único ejemplo de sus dichos que puede ser calificado de poético – al ser inequívocamente claro el paralelismo de pensamiento y expresión, que es la característica más notable de la poesía bíblica.
El texto de San Mateo dice lo siguiente:
Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos. (Versículo 3)
Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra. (Versículo 4)
Bienaventurados los que lloran: porque ellos serán consolados. (Versículo 5)
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados (Versículo 6)
Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos obtendrán misericordia. (Versículo 7)
Bienaventurados los limpios de corazón: porque ellos verán a Dios. (Versículo 8)
Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Versículo 9)
Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. (Versículo 10)
CRÍTICA TEXTUAL
En lo que respecta a la crítica textual, el pasaje no ofrece dificultad seria. Sólo en el versículo 9, la Vulgata y muchas otras autoridades antiguas omiten el pronombre autoi, ipsi; probablemente es una omisión meramente accidental. Cabe, también, una seria duda crítica, si el versículo 5 no debería ser colocado antes del versículo 4. Sólo la relación etimológica, que en el original se supone ha existido entre los “pobres” y los “mansos”, nos hace preferir el orden de la Vulgata.
Primera bienaventuranza
La palabra pobre parece representar un ‘anyâ arameo (hebreo ’anî), encorvado, afligido, miserable, pobre; mientras que manso es más bien sinónimo de la misma raíz, ‘ánwan (hebreo, ‘ánaw), que se inclina, humilde, manso, gentil. Algunos eruditos agregan también a la primera palabra un sentido de humildad; otros piensan en los “mendigos ante Dios” que reconocen humildemente su necesidad de ayuda divina. Pero la oposición a los “ricos” (Lucas, 6, 24) apunta especialmente a la significación común y obvia, que, sin embargo, no debe limitarse a la necesidad y angustia económica, sino que puede abarcar el conjunto de la dolorosa condición del pobre: sus escasos bienes, su dependencia social, su indefensa exposición a la injusticia de los ricos y los poderosos. Aparte de la bendición del Señor, la promesa del reino celestial no se otorga por la condición externa actual de tal pobreza. Los bienaventurados son pobres “de espíritu”, que por su propia voluntad están dispuestos a soportar por amor de Dios esta dolorosa y humilde condición, incluso aunque realmente sean ricos y felices; mientras que, por otro lado, los realmente pobres pueden no alcanzar esta pobreza “de espíritu”.
Segunda bienaventuranza
Puesto que la pobreza es un estado de humilde sujección, el “pobre de espíritu”, está próximo al “manso”, sujeto de la segunda bienaventuranza. Los anawim, los que humilde y mansamente se inclinan ante Dios y el hombre, “heredarán la tierra” y poseerán su herencia en paz. Esta es una frase tomada del Salmo 36 (versión hebrea, 37),11, donde se refiere a la Tierra Prometida de Israel, pero aquí en las palabras de Cristo, es por supuesto sólo un símbolo del Reino de los Cielos, el reino espiritual del Mesías. No pocos intérpretes, sin embargo, entienden “la tierra”. Pero pasan por alto el significado original del Salmo 36, 11, y a no ser que, por un expediente inverosímil, tomen la tierra también como símbolo del reino mesiánico, sería difícil explicar la posesión de la tierra de manera satisfactoria.
Tercera bienaventuranza
Los “que lloran” en la Tercera Bienaventuranza se oponen en Lucas (6, 25) a la risa y a la alegría mundana de similar carácter frívolo. Los motivos del llanto no derivan de las miserias de una vida de pobreza, abatimiento y sometimiento, que son las mismos de la bienaventuranza del versículo 3, sino más bien los de las miserias que el hombre piadoso sufre en sí mismo y en otros, y la mayor de todas el tremendo poder del mal por todo el mundo. A tales dolientes el Señor Jesús les trae el consuelo del reino celestial, “la consolación de Israel”(Lucas, 2, 25) predicha por los profetas, y especialmente por el Libro de la Consolación de Isaías (11-66). Incluso los judíos tardíos conocían al Mesías por el nombre de Menahem, el Consolador. Estas tres bienaventuranzas, pobreza, abatimiento y sometimiento son un elogio de lo que ahora se llaman virtudes pasivas: abstinencia y resistencia, y la Octava Bienaventuranza nos lleva de nuevo a la enseñanza.
Cuarta Bienaventuranza
Los otros, sin embargo, piden una conducta más activa. Lo primero de todo, “hambre y sed” de justicia: un deseo fuerte y continuo de progreso en perfección moral y religiosa, cuya recompensa será el verdadero cumplimiento del deseo, el continuo crecimiento en santidad.
Quinta Bienaventuranza
A partir de este deseo interior se debe dar un paso más hacia la acción por las obras de “misericordia”, corporales y espirituales. Por medio de éstas los misericordiosos logran la misericordia divina del reino mesiánico, en esta vida y en el juicio final. La maravillosa fertilidad de la Iglesia en obras e instituciones de misericordia corporal y espiritual de toda clase muestra el sentido profético, por no decir el poder creativo, de esta sencilla palabra del Maestro divino.
Sexta Bienaventuranza
Según la terminología bíblica, la “limpieza de corazón” (versículo 8) no puede encontrarse exclusivamente en la castidad interior, ni siquiera, como muchos eruditos proponen, en una pureza general de conciencia, como opuesta a la pureza levítica, o legal, exigida por escribas y fariseos. Cuando menos el lugar adecuado de tal bienaventuranza no parece estar entre la misericordia (versículo 7) y la pacificación (versículo 9), ni detrás de la virtud aparentemente de más alcance del hambre y sed de justicia. Pero frecuentemente en el Antiguo y Nuevo Testamento (Gén., 20, 5; Job, 33,3; Sal., 23 (hebr., 24), 4; 72 (hebr., 73), 1; I Tim., 1, 5; II Tim., 2, 22) el “corazón puro” es la simple y sincera buena intención, el “ojo sano” de Mt., 6, 22, y opuesto así a los inconfesables fines de los fariseos (Mt., 6, 1-6, 16-18; 7, 15; 23, 5-7, 14). Este “ojo sano” o “corazón puro” es más que todo lo precisado en las obras de misericordia (versículo 7) y celo (versículo 9) en beneficio del prójimo. Y se pone de manifiesto a la razón que la bienaventuranza, prometida a esta continua búsqueda de la gloria de Dios, consistirá en la “visión” sobrenatural del propio Dios, la última meta y finalidad del reino celestial en su plenitud.
Séptima Bienaventuranza
Los “pacíficos” (versículo 9) son no sólo los que viven en paz con los demás sino que además hacen lo mejor que pueden para conservar la paz y la amistad entre los hombres y entre Dios y el hombre, y para restaurarlas cuando han sido perturbadas. Es por esta obra divina, “una imitación del amor de Dios por el hombre” como la llama San Gregorio de Nisa, por la que serán llamados hijos de Dios, “hijos de su Padre que está en los cielos” (Mt., 5, 45).
Octava Bienaventuranza
Cuando después de todo esto a los piadosos discípulos de Cristo se les retribuya con ingratitud e incluso “persecución” (versículo 10) no será sino una nueva bienaventuranza, “pues suyo es el reino de los cielos”.
Así, mediante una inclusión, no infrecuente en la poesía bíblica, la última bienaventuranza vuelve a la primera y a la segunda. Los piadosos, cuyos sentimientos y deseos, cuyas obras y sufrimientos se presentan ante nosotros, serán bienaventurados y felices por su participación en el reino mesiánico, aquí y en el futuro. Y, visto lo que los versículos intermedios parecen expresar, en imágenes parciales de una bienaventuranza sin fin, la misma posesión de la salvación mesiánica. Las ocho condiciones requeridas constituyen la ley fundamental del reino, la auténtica médula y tuétano de la perfección cristiana. Por su profundidad y amplitud de pensamiento, y su relación práctica sobre la vida cristiana, el pasaje puede ponerse al mismo nivel que el Decálogo en el Antiguo Testamento, y que la Oración del Señor en el Nuevo, y supera ambos por su belleza y estructura poética.
Aparte de los comentarios sobre San Mateo y San Lucas, y las monografías sobre el Sermón de la Montaña, las Bienaventuranzas se tratan en ocho homilías de SAN GREGORIO DE NISA, P.G., XLIV, 1193-1302, y en otro de SAN CROMACIO, P.L., XX, 323-328. De diversos sermones patrísticos sobre una sola bienaventuranza se da cuenta en P.L., CXXI (Index IV) 23 y ss.
JOHN P. VAN KASTEREN
Transcrito por Beth Ste-Marie
Traducido por Francisco Vázquez

TOMADO DE http://ec.aciprensa.com/b/bienaventuranzas.htm 


NOVEDOSOS CAMINOS

EL GOZO DE SEGUIR A CRISTO


Quiero hablarles acerca del gozo que significa seguir a Cristo. Cuando el Maestro estuvo en el mundo llamó a hombres de todas las clases sociales para que le siguieran. El evangelista Mateo transcribe el siguiente llamamiento del Señor: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mateo 11.28-30).

Era un llamamiento para venir y aprender, venir a vivir, venir y trabajar por la vida eterna. Cristo sabía que muchos de los que llegarían a seguirle no sabrían el significado de este seguimiento, por eso vuelve a decir, esta vez a sus discípulos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame" (Mateo 16.24). No era, desde luego, cosa sencilla seguir a Cristo. Abandonar los propósitos de uno en la vida, vivir con una responsabilidad distinta, seguir de cerca el plan propuesto por el Maestro para llegar a ser discípulo, no era cosa fácil. Pero Dios ha querido siempre lo difícil.

El propósito principal en seguir a Cristo está en llegar a ser semejante a él. Esto lo declara el mismo Señor en otro pasaje de la Biblia, con las siguientes palabras: "El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor" (Mateo 10.24-25). El gozo de Cristo, la vida poderosa, victoriosa del Señor, el trabajo alegre que conduce a la creación de un mundo nuevo, de un estado de cosas distintas, todo viene como consecuencia de seguir a Cristo. Es un principio elemental que uno llega a parecerse a la persona que sigue o al ideal que profesa. Siguiendo a Cristo somos gradualmente transformados a una vida distinta, mejor y eterna en los cielos. Sentimos en nuestra alma un gozo nuevo; nos sentimos perdonados de nuestros pecados y en posesión de una paz gozosa, de una salvación sin límites.

¿Qué significa seguir a Cristo? Primeramente, seguir al Señor es aceptar una invitación personal. Nos llenamos de alegría cuando alguien de cierta categoría social o política nos extiende una invitación. La invitación de Cristo está hecha. Es cuestión de decir "SI" a ella y hacerla nuestra.

Pedro, Andrés y Juan experimentaron el gozo de la invitación personal de Cristo, cuando se hallaban pescando en el mar de Galilea. La Biblia dice acerca de él: "Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron" (Mateo 4.18-22).

Es bueno notar aquí que los nombres de cada uno se menciona concretamente. No se trataba de eclesiásticos llenos de sabiduría humana. Eran pescadores que trabajan para ganarse la vida como todos nosotros. Pero Cristo quería que dejaran sus trabajos y le siguieran, y eso quiere también de todos nosotros. La invitación de Cristo no quedaba limitada a aquellos pocos. Cristo me llamó a mí, ha llamado a millones a través de los tiempos, y sigue llamando a todos los hombres, a todos las mujeres, a todos los niños que escuchan ahora mismo este mensaje para que le sigan, para que imiten su vida, para que anden tras sus pisadas. El dice en el Apocalipsis, que es el último libro de la Biblia, lo siguiente: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3.20).

En segundo lugar, el seguir a Cristo nos da un propósito definido en la vida, un objetivo concreto. Esto ocurrió en el caso de los discípulos. Pedro, Juan y Andrés fueron llamados a seguir a Cristo, pero fueron llamados para una misión específica: "Yo os haré pescadores de hombres", les dijo el Maestro. Durante el ministerio terrenal de Jesús, en una ocasión en que parece que la gente quería seguirle, Cristo invitó a tres hombres más para que le siguieran. El primero prometió seguirle, pero no se detuvo a considerar el precio de este seguimiento, y por lo tanto fracasó (Lucas 9.57-58). El tercero intentó igualmente seguirlo, pero no estaba dispuesto a dejar a los suyos. El segundo hombre es el que más nos interesa. También sintió deseos de seguir tras el Maestro, seguramente no le faltó la voluntad, pero pidió permiso al Señor para ir primeramente a un entierro. Fue a éste a quien dijo Cristo: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios" (Lucas 9.60). Lo que Cristo dice aquí es que seguirle significa un objetivo específico: tomar el camino de la vida, proclamar la realidad de Dios y el reino de Dios ante todos los hombres, en todos los lugares.

Para esto mismo vino Cristo a la tierra. Para anunciar el reino del Padre, para propagar la verdad de la vida eterna por todo el mundo mediante sus discípulos, a los que eligió y envió con un propósito determinado. En una ocasión dijo a los suyos: "Me es necesario hacer obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (Juan 9.4). Y en el pasaje conocido como la Gran Comisión, después de haber resucitado de entre los muertos, el Señor dijo a los suyos: "Por tanto, id, y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28.19-20). En estas palabras de Cristo hay un mandamiento específico, una misión concreta. Cuando Dios llama a una persona a través de Cristo, mi estimado lector, no la deja a la deriva; le encomienda una labor. Y la obediencia y el sometimiento a esta labor es un motivo de auténtico gozo para la persona llamada.

Hay un tercer motivo de gozo en seguir a Cristo. Y es el de la disciplina que este seguimiento impone. Hay algunos "maestros", y hemos escrito esta palabra entre comillas, que reclaman menos de los seguidores; otros reclaman más. Pero la disciplina que Cristo impone a quienes le siguen es totalmente distinta. Cristo no reclama más ni menos que otros. Lo que él reclama es un seguimiento distinto, que envuelve toda la personalidad del discípulo, que impone unos sacrificios personales, naturalmente recompensados por el gozo que origina. El evangelista Lucas nos transcribe estas palabras de Jesús: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo... Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14.26,33).

Este es el precio que hay que pagar por seguir a Cristo. Renunciar al amor de los seres que más amamos, de las cosas que más queremos, si es que estos seres y estas cosas nos apartan del Señor. Cristo debe ser primero en nuestra vida, primero en nuestros objetivos terrenos, primero en nuestro suspiro final. Pero este precio es posible pagarlo. No hay nada difícil ni imposible en la vida con Cristo. Porque el Señor no exige imposibles. El conocía y conoce perfectamente nuestras debilidades, nuestras indecisiones, nuestros pecados. Precisamente por todas estas cosas murió en la cruz. Pero, a pesar de ello, Cristo quiere que andemos cerca de él. Esto no puede hacerse, lógicamente, si la sangre de Cristo no ha salvado primeramente nuestra alma.

Esta salvación tiene dos fuentes distintas y origina dos causas diferentes. Primeramente es preciso una decisión personal en seguir a Cristo. Esto crea una experiencia espiritual no experimentada hasta entonces y da una nueva razón de vivir. Pablo, el apóstol, dice en el capítulo 10 de la epístola a los Romanos que la salvación viene por la obediencia a los mandamientos de Cristo, por el reconocimiento del Salvador y Señor resucitado. Cuando creemos en Cristo, cuando le obedecemos, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, cuando confesamos públicamente su divinidad y cuando somos bautizados por inmersión, entramos en una nueva relación con Cristo y por medio de él con Dios (Marcos 16.16; Hechos 2.38; Mateo 10.32-33; Lucas 13.3).

El bautismo del Nuevo Testamento no es para ser administrado a cualquier persona, sino únicamente a aquellos que creen firmemente en el Señor, a los que adopten la más importante decisión de su vida, dejando de pecar y entregándose completamente al Señor. El bautismo ha de ser forzosamente de personas adultas porque el bautismo cristiano es un símbolo de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Romanos 6.11). En la epístola a los Gálatas, Pablo aclara esto bien en las siguientes palabras: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2.20).

- Autor desconocido

La Voz Eterna, Septiembre 1971
TOMADO DE http://www.lavozeterna.org/estudios/gozoservir.htm 


TEMÁTICA TERCER PERIODO



  • Jesús de Nazareth: propuesta de vida
  • El Reino de Dios un desafío para las nuevas generaciones
  • Horizontes de la evangelización del siglo XXI
NIVEL DE DESEMPEÑO
Aprecia la vida de Jesucristo y toma conciencia de la necesidad de crear espacios de reflexión para escuchar la invitación del Señor a mirar nuevas posibilidades en  la vida.




QUIÉN ES JESÚS DE NAZARET?


Jesús de Nazaret, también conocido como Jesús, Cristo o Jesucristo, es la figura central del cristianismo y una de las figuras más influyentes de la cultura occidental. Para la mayoría de las denominaciones cristianas, es el Hijo de Dios y, por extensión, la encarnación de Dios mismo. Su importancia estriba asimismo en la creencia de que ―con su muerte y posterior resurrección― redimió al género humano. El judaísmo niega su divinidad, que es incompatible con su concepción de Dios. En el islam, donde se lo conoce como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes.
Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura, Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea, y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30, bajo el gobierno de Poncio Pilato.
Lo que se conoce de Jesús depende en buena parte de la tradición cristiana, especialmente de la utilizada para la composición de los Evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos 30 o 40 años, como mínimo, después de su muerte. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse. Existe una minoría que niega la existencia histórica de Jesús de Nazaret.

Jesús de Nazaret.
Él es una de las personas más grandes de la historia. Estando al centro de la historia de la humanidad, Jesús lo cambió todo –desde nuestro sistema judicial hasta nuestro concepto del tiempo. Pero, ¿quién es él realmente?

La Biblia dice que Jesús había nacido de una virgen, vivió una vida sin pecado y enseñó solamente por unos años en Palestina antes de ser crucificado en una cruz romana. Tres días después de su sepultura, se levantó de los muertos, 500 diferentes personas le vieron y poco después subió al cielo.

Durante su tiempo en este mundo, Jesús proclamó que tenía poder para perdonar los pecados, echar los demonios y de determinar el destino eternal de personas. En otras palabras, se declaró ser Dios mismo.

No se equivoque, la historia de Jesús realmente es increíble. Pero para algunos, ésta parece ser demasiado increíble para ser una historia verdadera. Ellos piensan que Jesús quizás haya sido una importante figura religiosa, o hasta un gran maestro moral, pero que no puede haber sido Dios.

 Esta posición quizás sea válida. Pero Pero como lo explico el profesor C.S.Lewis de la universidad de Oxford, durante su vida en su libro, “Mere Christianity”, “Un hombre que haya sido sólo un ser humano pero que diga las cosas que Jesús dijo no puede ser un gran maestro moral; sería o un lunático – de la misma forma como un hombre que se dice ser un huevo escalfado – o sino sería el mismo diablo del infierno. Tendría que tomar su decisión. O fue este hombre, y sigue siéndolo, el Hijo de Dios, o es un loco o algo peor.”

Lewis continuó diciendo, “Usted le puede callar por ser un loco, le puede escupir y le puede matar por ser un demonio; o puede arrodillarse ante sus pies y llamarle Señor y Dios. Pero por favor, no usemos vana palabrería acerca de Su persona como el gran maestro humano. No ha dejado libre albedrío, es decir: nos ha dejado la opción abierta de aceptarle o rechazarle”.

¿Era leyenda?

¿El hecho de que Jesús proclamó ser Dios fue nada más que una parte de la imaginación de la primera iglesia? ¿Los seguidores de Jesús simplemente añadieron esto a la Biblia? Esta es una idea interesante, pero la mayoría de los eruditos creen que por lo menos tres de los evangelios en la Biblia (Mateo, Marcos, y Lucas) fueron escritos durante de la generación de Jesús. Muchos testigos estaban todavía vivos si necesitaban estar en desacuerdo con estas escrituras del primer siglo. Pero no existen evidencias de esto.

 Existen más evidencias de la veracidad de las escrituras del Nuevo Testamento que 10 literaturas clásicas puestas juntas. Los historiadores de la Grecia antigua, por ejemplo: tienen que confiar en sólo ocho manuscritos de la Historia de Thucydide para creer en la Guerra Peloponesia, y el manuscrito más temprano fue escrito cerca de 1,300 años después del original. Los eruditos de la Biblia, mientras tanto, tienen más de 20,000 manuscritos del Nuevo Testamento a su disposición, con algunos de ellos escritos en en un periodo menor a 200 años después del nacimiento de Jesús.

Finalmente, no cabe duda que los primeros cristianos creían y adoraban a una de las personas de su cultura, como Dios en la forma de hombre. Esto nunca ha sido discutido seriamente, y nos deja con esta pregunta: “si, en realidad Jesús nunca proclamó ser Dios, ¿qué estaban haciendo este grupo de monoteístas (personas que creen en solo un dios) al pie de este hombre?

¿Fue Mentiroso o Lunático?

Jesús realmente proclamó ser Dios. ¿Pero qué significado tiene esto?
Simplemente lo que dijo puede haber sido verdad o falso. Si era falso, entonces era un mentiroso, ya que estaba engañando deliberadamente a la gente. O, era un lunático – un hombre quien sinceramente creía ser Dios cuando en realidad no lo era.

Si aceptamos que Jesús era mentiroso, entonces tendríamos también que llamarle malo. Enfrentémoslo. Le dijo a la gente que tenía que ser honesta, sin importar el precio; le prometió a la gente una vida eterna sin tristeza ni dolor y dijo que le podía perdonar sus pecados. Mientras tanto, ¿él vivía con una gran mentira? Seguramente no.

La opción de que era un lunático tampoco funciona. Las palabras de Jesús junto con sus acciones simplemente no son consistentes con las de personas trastornadas mentalmente. Hasta sus críticos más fuertes no pueden encontrar errores en sus enseñanzas. En vez de esto, la gente lo respetaba casi siempre como un hombre con percepción penetrante.

¿Señor?

Esta es la única opción que nos queda. Si Jesús no era ni mentiroso ni lunático, entonces sólo pudo ser el que proclamó ser – Dios en forma de hombre. Los principios de la lógica demandan esta conclusión. Y más, esto explica el por qué de los milagros y los hechos sin precedentes que sucedieron durante la presencia de Jesús.

Considere al paralítico de 38 años de edad quien después de una conversación con Jesús, se sana (Juan 5:1-13). O a la persona quien había nacido ciega pero quien empezó a ver después que Jesús le había tocado sus ojos (Juan 9:1-15). O a Lázaro, quien se había muerto por tres días, pero que regresó de la muerte al mandato de Jesús (Juan 11:38-44).

Es difícil imaginar lo que sería atestiguar estos acontecimientos asombrosos, pero éstos realmente sucedieron. Hasta los enemigos de Jesús atestiguaron esto. Ellos presenciaron al paralítico caminando (Juan 5:9-10) e interrogaron al ciego acerca de su nueva visión (Juan  9:8-34).

Ya que algunos no entendían quién era Jesús, se preguntaron: “¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales?” (Juan 9:16)

Pero el que antes era ciego conocía la respuesta. “Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.” (Juan 9:16)

TOMADO DE: http://poderparacambiar.com/jesus.html



TEMÁTICA SEGUNDO PERIODO



  • Sacramento de la Confirmación
  • Oraciones del cristianos
  • Catecismo Básico
NIVEL DE DESEMPEÑO
Valora la experiencia de la vida que Dios le regala y la fortaleza que infunde en su ser el Espíritu Santo a través del sacramento de la confirmación especialmente

SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION
Sacramento
Si buscamos en la Biblia la palabra "sacramento" no la encontraremos, por lo menos en el sentido que hoy le damos. Pero esto no quiere decir que no tengan fundamento bíblico. De hecho todos ellos fueron instituidos por Nuestro Señor Jesucristo.

La palabra sacramento es de origen latino, los cristianos la usaron desde los primeros años para significar lo que se refería a los signos litúrgicos, celebraciones eclesiales y a los hechos sacros. Es decir, a los actos de culto. Pero con el correr del tiempo, esta palabra se dejó para referirse exclusivamente a los signos sagrados instituidos por Jesucristo. San Agustín, que vivió en el siglo IV, fue quien más contribuyó a la clarificación del concepto de "sacramento" y no fue hasta el siglo XII, que se fijó el número de sacramentos como siete.

Los sacramentos, como hoy los presenta la Iglesia son: Actos salvadores de Cristo, que la Iglesia comunica al hombre mediante signos sensibles.
¿ Y qué quiere decir "signo sensible"?. Un signo sensible es un símbolo. Y un símbolo es una expresión figurada y visible o representación sensible, de una realidad invisible. El valor de un símbolo no está en lo que él es de por sí, sino en lo que indica, en lo que representa.


No son simples ceremonias. Ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del cuerpo de Cristo y a dar culto a Dios, los sacramentos no solo suponen la fe, sino que también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por eso se llaman sacramentos de la fe. Los sacramentos nos dan o aumentan la Gracia Divina.

a) Decimos que son actos salvadores, porque son acciones que salvan al hombre de situaciones concretas, llenándolo de la fuerza del amor, fruto de la muerte y resurrección de Cristo. Abarcan toda la vida del hombre en sus puntos más significativos.
En su nacimiento: Bautismo


b) Son actos salvadores de Cristo porque Él es el verdadero autor, he aquí el valor del sacramento. Es Cristo quien bautiza, perdona los pecados o comunica el Espíritu Santo. Recibir un sacramento es encontrarse personalmente con Cristo que salva.
c). Son actos que la Iglesia comunica porque fueron entregados a la Iglesia por Cristo para que los administrara a los hombres. Por lo que el sacramento debe administrarse conforme a lo establecido por la Iglesia y según sus intenciones.
d) Son signos sensibles, porque el hombre necesita algo material para convencerse, darse cuenta, sentir la presencia de Dios. San Pablo nos lo recuerda " Si bien no se puede ver a Dios, podemos, sin embargo desde que él hizo el mundo, contemplarlo a través de sus obras y entender por ellas que él es eterno, poderoso y que es Dios" (Rm 1,20) Jesucristo al instituir los sacramentos, tuvo presente esta necesidad que tiene el hombre de llegar a lo invisible a través de lo sensible.


Para realizar estos sacramentos se necesitan dos cosas:
La forma: oración o palabras que se pronuncian al administrar el sacramentoLa materia: lo que se usa para el sacramento: el agua, el pan, el vino, el aceite, la imposición de manos, la confesión de una culpa.

No es igual que aceptar una medalla o hacer algo bueno " que se acostumbra", sino que cada sacramento es un encuentro libre y personal con Cristo resucitado. Por lo tanto es necesario:
Tener fe
Conocer lo que se comunica
Quererlo recibir

Es necesario estar bautizado para recibir cualquier otro sacramento. Es indispensable estar en Gracia de Dios. Sólo el Bautismo y la Reconciliación dan de por sí la Gracia, para cualquier otro sacramento es necesario arrepentirse de los pecados y confesarse antes.

Algunos sacramentos se pueden recibir una sola vez en la vida porque imprimen carácter indeleble, éstos son: Bautismo, Confirmación y Orden.

Gracia Divina

Cuando el hombre pecó, se alejó de Dios y desterró de él la posibilidad de responder a su vocación que es la comunicación con su Creador para llegar a su destino que es la eternidad. Desde el primer pecado, el hombre está inclinado al mal, condenado a la concupiscencia.

Dios en su infinita misericordia, no podía dejar al hombre abandonado y sabiendo que con sus solas fuerzas no podría conseguir su destino eterno, envía a su Hijo, para que con su muerte y resurrección restaure la comunicación que el hombre había perdido con Dios.

Jesucristo nos trae la Gracia Divina, la Gracia del Espíritu Santo, que tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y darnos la posibilidad de responder a nuestra vocación y destino.

Contra la inclinación al mal que resultó del pecado, La Gracia Divina nos permite obrar el bien. Es una participación de la vida de Dios. Es un favor, un regalo, un auxilio gratuito, que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios, participes de la naturaleza de la vida eterna.

Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural, depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios. Sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana. El hombre sólo debe estar dispuesto a que la Gracia actúe en él y seguir la voz de su conciencia, para obrar según la voluntad de Dios.
La Gracia de Dios nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria:
† Por el Bautismo, participamos de la gracia de Cristo
† Como hijos adoptivos, podemos llamar Padre a Dios
† Recibimos la vida del Espíritu Santo que infunde la caridad y que forma la Iglesia


Sacramentales
Son signos sagrados instituidos por la Iglesia, creados según el modelo de los sacramentos, por medio de los cuales se expresan efectos, sobre todo de carácter espiritual, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida.

Se aplican a necesidades y a situaciones menos importantes que los sacramentos, no obtienen de por sí la gracia santificante. Van en orden a la santificación de ciertos ministerios eclesiales, de ciertos estados de circunstancias muy variadas de la vida cristiana, así como del uso de cosas útiles al hombre.

Algunos sacramentales son las bendiciones o consagraciones de objetos religiosos, el uso de agua bendita o velas bendecidas, la ceniza del miércoles de cuaresma, etc. Los sacramentales proceden del sacerdocio bautismal: todo bautizado es llamado a ser una "bendición" y a bendecir.

Se abusa de estos sacramentales cuando se toman como cosas mágicas y no se usan con fe, o si en la práctica se les da más importancia que a los mismos sacramentos.

Los sacramentales son parte de la religiosidad popular, expresiones en formas variadas de piedad tales como la veneración a reliquias, visitas a santuarios, peregrinaciones, etc., agradables a Dios cuando ayudan a aumentar la piedad y la caridad fraterna.

Estas expresiones prolongan la vida litúrgica de la Iglesia, pero no la sustituyen, por lo que conviene que estos ejercicios se organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos para que conduzcan al pueblo a la celebración y actualización del misterio pascual de Cristo.

Sacramentos de Iniciación Cristiana

Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación, y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana:

"La participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. Los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y así, por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con mas abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad"
(Pablo VI const. Apost. "Divinae consortium naturae" ).


Puestos al comienzo de la vida cristiana, los sacramentos de iniciación son la condición necesaria para el pleno desarrollo de esa vida futura y marcan todo el itinerario cristiano:

  • El Bautismo consagra en la Santísima Trinidad al nuevo cristiano, incorporándolo a la comunidad de la Iglesia
  • La Confirmación le capacita para obrar el bien, como criatura nueva, aumentando su relación con Dios, que se reflejan en la comunión de la Iglesia y en su servicio a los hombres.
  • La Eucaristía actualiza la Salvación que Cristo alcanzó al hombre y le permite vivir mejor su ser cristiano, hasta alcanzar la plenitud en la vida eterna.
TOMADO DE http://www.rosario.org.mx/liturgia/sacramentos.htm 

CATECISMO BASICO
IGLESIA CATOLICA
El Señor Jesús instituyó su única Iglesia Católica para continuar la redención y reconciliación de los hombres hasta el fin del mundo. Dio a sus Apóstoles sus poderes divinos para predicar el Evangelio, santificar a los hombres y gobernarlos en orden a la salvación eterna.




Por eso la Iglesia Católica es la única verdadera fundada por Jesucristo sobre San Pedro y los Apóstoles; y todos los hombres estamos llamados a ser el Pueblo de Dios guiado por el Papa, que es el sucesor de San Pedro y Vicario de Cristo en la tierra.
La Iglesia Católica es también el Cuerpo Místico de Cristo, porque, como en un cuerpo humano, Cristo es la Cabeza, los bautizados somos los miembros de este cuerpo y el Espíritu Santo es el alma que nos une con su gracia y nos santifica. Por esto la Iglesia es también Templo del Espíritu Santo.
En su aspecto visible la Iglesia está formada por los bautizados que profesan la misma fe en Jesucristo, tienen los mismos sacramentos y mandamientos, y aceptan la autoridad establecida por el Señor, que es el Papa.
Estos fieles, por el Bautismo, se hacen partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo.
¿Quién fundó la Iglesia?
La Iglesia fue fundada por nuestro Señor Jesucristo.
¿Cómo empezó Jesús la fundación de la Iglesia?
Jesús empezó la fundación de la Iglesia con la predicación del Reino de Dios, llamando de entre los discípulos que le seguían a los doce Apóstoles, y nombrando a Pedro Jefe de todos ellos.
¿Se puede reconocer hoy a la verdadera Iglesia?
Si, hoy se puede reconocer a la verdadera Iglesia viendo si tiene por Fundador a Jesucristo, si participa de los siete sacramentos, si ama a la Santísima Virgen María y si obedece al Papa. Si le falta algo de esto, no es la verdadera Iglesia.
¿Cuál es la misión de la Iglesia?
La misión de la Iglesia es la misma de nuestro Señor Jesucristo: llevar a cabo el plan de salvación de Dios sobre los hombres.
¿Qué poderes ha dado Jesús a la Iglesia para cumplir esta misión?
Para cumplir esta misión, Jesús ha dado a la Iglesia los poderes de enseñar su doctrina a todas las gentes, santificarlas con su gracia y guiarlas con autoridad.
¿Cuáles son las propiedades y notas que Cristo confirió a su Iglesia?
Las propiedades y notas que Cristo confirió a su Iglesia son cuatro: que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
¿Quiénes son los fieles cristianos?
Los fieles cristianos son los que, incorporados a Cristo por el Bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y son hechos partícipes a su modo de la función sacerdotal, profética y real de Cristo para desempeñar la misión de la Iglesia en el mundo.
¿Están todos los fieles llamados a la santidad y al apostolado?
Si, todos los fieles están llamados a la santidad y al apostolado, sea cual fuere su condición, por el mismo hecho de haber recibido el Bautismo y la Confirmación.
¿Quién es el Pastor supremo y Cabeza invisible de la Iglesia?
El pastor supremo y Cabeza invisible de la Iglesia es Jesucristo.
¿Quién es el Papa?
El papa es el sucesor de San Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra y la Cabeza visible de la Iglesia.
¿Puede el Papa equivocarse en materia de fe y costumbres?
No, el Papa no puede equivocarse cuando define doctrina en materia de fe y costumbres, como maestro supremo de toda la Iglesia, gracias a una especial asistencia del Espíritu Santo.
¿Qué debemos hacer los fieles cuando el Papa y los obispos proponen una enseñanza mediante su magisterio ordinario?
Cuando el Papa y los obispos proponen una enseñanza mediante su magisterio ordinario, los fieles deben adherirse a ella con espíritu de obediencia religiosa.
¿Quiénes son los obispos?
Los Obispos son los sucesores de los Apóstoles, que han recibido la plenitud del sacerdocio y tienen la misión de regir sus diócesis unidos al Papa.
¿Quiénes son los sacerdotes?
Los Sacerdotes o presbíteros son aquellos fieles que, por la ordenación sacerdotal, participan sacramentalmente del Sacerdocio de Cristo, siendo constituidos cooperadores de los obispos para predicar el Evangelio, administrar los sacramentos y llevar a Dios a los fieles que se les encomiendan.
¿Quiénes son los laicos?
Los laicos son aquellos fieles que, por vocación divina, están destinados a buscar el Reino de Dios, tratando y ordenando las cosas temporales según el querer de Dios.
¿Participan los laicos de las funciones de Cristo?
Si, los laicos participan de las funciones de Cristo, que es Sacerdote, Profeta y Rey.
¿Dónde han de buscar la santidad y ejercer el apostolado los laicos?
Los laicos han de buscar la santidad y ejercer el apostolado en medio del mundo, en su misma vida secular ordinaria: en el ejercicio de su trabajo y en la familia.
¿Quién da a los laicos el derecho y el deber de hacer apostolado?
Dios mismo, por el Bautismo y la Confirmación, da a los laicos el derecho y el deber de hacer apostolado y santificar el mundo, tanto individualmente como agrupados en asociaciones.
¿Pueden los laicos ser llamados a colaborar con sus pastores en el servicio eclesial?
Los Laicos pueden ser llamados a colaborar con sus pastores en ministerios muy diversos, según la gracia y el carisma que el Señor quiera concederles, pero teniendo en cuenta que su misión propia en la Iglesia es la transformación del orden temporal como parte de lo que conocemos como "Evangelización de la Cultura".
¿Qué se entiende por vida consagrada?
Por vida consagrada se entiende aquella forma de vida que se caracteriza por la consagración de la propia vida por la profesión de compromisos -usualmente llamados "consejos evangélicos"- de pobreza, castidad y obediencia, en una vida en común estable y célibe reconocida por la Iglesia.
¿Quiénes pertenecen al estado de vida consagrada?
Pertenecen al estado de vida consagrada los religiosos, los miembros de los institutos seculares, y las nuevas sociedades de vida en común, cuya evolución en la vida de la Iglesia se parece a un árbol maravilloso y lleno de ramas, a partir de una semilla puesta por Dios en su Iglesia.

TOMADO DE http://www.aciprensa.com/Catecismo/iglesiacatol.htm
ORACIONES DEL CRISTIANO
SEÑAL DE LA CRUZ


+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES (CREDO)
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.

AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS (Pequeñas plegarias para repetir durante la jornada)
Pueden usarse varias, estas dos son muy utilizadas:
Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!


Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.


Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

TOMADO DE http://www.yocreo.com/oraciones_s47/oraciones-basicas-del-cristiano_n69



TEMÁTICA PRIMER PERIODO

  • La Santa misa: partes y respuestas
  • El sentido de tu vida
  • La experiencia religiosa y el sentido de la vida
  • El sentido de la vida en el Hinduismo y el Budismo?
  • El sentido de la vida en el Judaísmo y el Islamismo?
  • La unidad de los cristianos?
NIVEL DE DESEMPEÑO
Comprende la importancia de encontrarle sentido a la vida a través de la vivencia de una fe firme y verdadera, guiado por la experiencia religiosa de las grandes religiones











LA SANTA MISA

PARTES:

RITOS INICIALES

A El canto que acompaña la procesión de entrada
A El saludo al altar y a la asamblea
A El rito penitencial
A Las preces iniciales: Kyrie, gloria(aclamaciones laudatoricas)
A Oración presidencial

FINALIDAD
Constituir la asamblea, congregarla, a fin de que puedan recibir la Palabra en espíritu de oración y disponibilidad para la conversión, condición para llegar al rito sacramental. La unidad de los hermanos en asamblea deberá ir creciendo a lo largo de la celebración, hasta culminar en la comunidad de todos en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Entonces se edificará la Iglesia, finalidad de la Eucaristía. La asamblea así constituida, es el signo fundamental de la presencia de Cristo.

CANTO DE ENTRADA: Es la primera expresión de la fe, la unidad, el sentido de la celebración y la alegría de hermanos que se reúnen, sé re-encuentran entre ellos y con su Padre Dios. La liturgia es celebrada por un pueblo. Cada uno de los integrantes tiene una función propia. Pertenece al pueblo manifestar en este momento su fe y su alegría.
SALUDO AL ALTAR Y AL PUEBLO: Después de venerar el altar, por una inclinación, un beso, y/o incensación, el sacerdote se dirige a la comunidad desde la sede, pues en nombre del Señor, va a presidir la asamblea celebrante.
Hecha la señal de la cruz, saluda a la asamblea con una de las fórmulas paulinas. Con este saludo despierta en el pueblo el sentido eclesial de la reunión.
ACTO PENITENCIAL: el rito y su significación.

El misal propone cuatro fórmulas:

1.La confesión general de los pecados (Yo confieso)

2.El responso dialogado: Señor, ten misericordia de...

3.Las preces litánicas: Señor ten piedad – invocaciones precedentes

4.La aspersión con el agua bendita.

Al iniciar la celebración, la Iglesia se dispone celebrando la penitencia. Responde así la invitación del Señor: Conviértanse y crean en el evangelio Mt 1,15. También es necesario reconciliarse con los hermanos ante de presentar la ofrenda al altar.
-Sentido personal y comunitario de la penitencia.
ACLAMACIONES LAUDATORIAS
A Kirie eleison: es una antigua fórmula en que se proclama que el Hijo conoce nuestra condición humana (eleison), pero que venció el pecado del mundo y por la resurrección adquirió el nuevo nombre de< Señor>.
A El Gloria es un himno antiquísimo (S. II) con el cual la Iglesia reunida en el Espíritu Santo, alaba al Padre y súplica al Hijo, Cordero y Mediador. Es una hermosa doxología o alabanza a Dios.

ORACIÓN COLECTA:
SENTIDO: Es una oración presidencial que recoge, sintetiza, reúne los sentimientos de la asamblea. Su función es dar el sentido de la celebración del día. Es una oración que se hace en nombre y a intención de toda la Iglesia.

LITURGIA DE LA PALABRA

IMPORTANCIA
La palabra proclamada, no sólo instruye al pueblo y revela el misterio de la salvación que se realiza a través de la historia, sino que hace al señor realmente presente en medio de su pueblo (SC 7 y 33)
Ante esta manifestación de Dios, el pueblo creyente responde al señor con cantos y oraciones (SC 33) y habla a Dios con las mismas oraciones, palabras y sentimientos que La ha inspirado.

De este modo la liturgia de la palabra por su naturaleza y por su estructura ritual es un diálogo o conversación entre Dios que habla y su pueblo que escucha y responde y acepta su manifestación.

EL PUEBLO RESPONDE.

IMPORTANCIA: Parte integrante de la liturgia de la palabra, el salmo responsorial pertenece al pueblo que formula su respuesta a la Palabra inspirada por Dios. Texto bíblico y salmo se iluminan mutuamente. El salmo nos impregna del verdadero espíritu de oración.

LA HOMILÍA

FINALIDAD:

La homilía no es un sermón, ni una catequesis, ni una plática moralizada, sino, como lo enseña su etimología, una conversación familiar cuya finalidad es explicar (aplicar) el mensaje de Dios a un pueblo creyente concreto e introducir a este pueblo en la celebración(actualización) de este misterio de salvación que he anunciado.- Como elemento constitutivo de la liturgia de la palabra, tiene un carácter mistérico y sacramental que lo une íntimamenteal ministerio presidencial del sacerdote, signo y sacramento de Cristo-cabeza.


PROFESIÓN DE FE:

SENTIDO: El credo, profesión de la fe de la Iglesia, es una respuesta a la Palabra de Dios. Tiene un valor de “tradición”que expresa la unidad de la Iglesia en la misma fe.

Por lo tanto, en los domingos y solemnidades en que está prescrito, debemos utilizar una de las fórmulas propuestas por el misal, en la conciencia de que es la fe proclamada por la Iglesia en todo el mundo,

ORACIÓN UNIVERSAL

SENTIDO: La comunidad cristiana reunida en asamblea sagrada ejerciendo de modo relevante su sacerdocio bautismal, pide a Dios que la salvación que se acaba de proclamar se haga una realidad en la Iglesia, en el mundo, en los que sufren y en esa misma asamblea. Esta pieza litúrgica pretende hacer realidad el plan salvífico universal de Dios: salvar a todo hombre y a todos los hombres. En cierto modo, se rompen los límites de la comunidad celebrante para dar a la salvación que celebramos la dimensión universal que Dios le da.

LA LITURGIA EUCARÍSTICA

INTRODUCCIÓN

Las dos partes de la Misa, liturgia de la Palabra y liturgia eucarística, constituyen un solo acto de culto. <A decir verdad, no son dos mesas> separadas: la una conduce a la otra, como la revelación del Cap. 6 de S. Juan sube el pan de la palabra al pan de la eucaristía... > En la liturgia de la palabra previa a la eucaristía, la Palabra toma todo sentido; es vivida en plenitud por el contacto normal con la eucaristía.

El relato bíblico de la Cena del Señor es muy breve y conciso: <Jesús tomó el pan, pronunció la bendición y lo partió para distribuirlo>. La tradición de la Iglesia, al querer cumplir el mandamiento del Señor de repetir esa Cena Pascual, concretó tres gestos del Señor en otros tantos ritos. Y así, al celebrar la Eucaristía:

A Preparamos y presentamos las ofrendas (tomó pan y vino)

A Proclamamos la oración eucarística (dijo la bendición)

A Celebramos la comunión (partió el pan ypasó la copa)

LA GRAN ORACIÓN EUCARÍSTICA

  1. EL PREFACIO Y EL SANTO
SENTIDO: Bendición entusiasta a Dios por todas las maravillas y particularmente por la salvación, el prefacio (o sea la proclamación) es un elemento fundamental de la gran oración eucarística. Expresa la alabanza y la acción de gracias a Dios por la obra de salvación que hace eminentemente presente en la acción eucarística, destacando algún aspecto particular según el día, la fiesta o el tiempo litúrgico.
El Santo que sigue al prefacio es la mayor aclamación de la Misa; es por eso que debe ser el primer canto por orden de importancia.
2. LAS PLEGARIAS EUCARÍSTICAS

SENTIDO: La plegaria eucarística, culmen de toda la celebración es la plegaria de acción de gracias y de santificación por lo mismo, se tiende a que toda la asamblea de los fieles se unan a Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en la oblación del sacrificio. Esta plegaria la recita el ministro sacerdote, quien interpreta la voz de Dios que se dirige al pueblo y la voz del pueblo que eleva su oración, su espíritu a Dios. Sólo debe escucharse la voz del sacerdote mientras la asamblea reunida guarda un religioso silencio.

RITO DE LA COMUNIÓN
SENTIDO

Es importante que, por medio de la catequesis y de la misma celebración, se lleve a los fieles a percibir la unidad de los ritos que preceden y acompañan la recepción sacramental del Cuerpo y Sangre de Cristo. Este conjunto de ritos que, a primera vista, aparecen como un mosaico de piezas sueltas, pone de manifiesto el aspecto de Cena Pascual.

Es cierto que él< sacrificio, como pascua de Cristo, es ofrecido por todos, pero no produce sus efectos sino en aquellos que se unen a la pascua de Cristo por la fe y por la caridad>.

Tres signos mutuamente relacionados, encaminan hacia el signo-cumbre de la comunión: el Pater, la paz y la fracción del pan y de la copa:

A Signo de la oración o signo de filiación del Señor

A Signo de la paz o signo de fraternidad

A Signo de la fracción o signo de amor-caridad

A Signo de la comunión o signo de incorporación a Cristo y a la Iglesia

SIGNO DE LA ORACIÓN DEL SEÑOR.
El Padre Nuestro, con su embolismo (ampliación última petición) sintetiza en cierto modo y expresa sentimientos semejantes a los de la plegaria eucarística. Podríamos decir es la plegaria eucarística de la asamblea.

Los gestos que se realizan al rezar el Padre Nuestro es ocasional. El tomarse de las manos expresa más bien unidad, lo cual tiene lugar más adecuado n el rito de la paz. Es auténtica aclamación: Tuyo es el Reino...
SIGNO DE LA PAZ.

La paz que se pide a Cristo, Señor de la paz, y que se desea entre hermanos, tiene un contenido profundamente humano y evangélico. <Ve a reconciliarte con tu hermano> MT 4,23. Este gesto de la paz debe llevar consigo un compromiso de trabajar por la paz y la unidad, y no sólo en el momento y ámbito de la celebración: <dar> la paz, no sólo manifestarla.

SIGNO DE LA FRACCIÓN DEL PAN
El rito reproduce la acción de Cristo en la última Cena pero con el contenido doctrinal profundo queformula San Pablo: Cristo es el único pan partido; los que comemos de un mismo pan transformado en un solo cuerpo (I cor 10,17). El gesto viene de los tiempos apostólicos; incluso le dio el nombre a toda acción eucarística.
SIGNO DE LA COMUNIÓN.
Después de las preparaciones y su insistencia en el Cuerpo de hermanos que formamos en Jesucristo, resuena esta espléndida afirmación-invitación inspirada en el Apocalipsis Dichosos los invitados a la boda del Cordero(Ap 19,9). Proclama que participamos en la cena escatológica, que la comunión sacramental es participación en el Reino ya presente, de la comunión con Dios. La comunión nos une a toda la Iglesia de todos los lugares y de todos los tiempos, realiza la <comunión de los santos>. <Nos compenetramos con Cristo y entre nosotros mismos> (LG), realizando el designio de Dios que es <reunir el universo entero bajo una sola Cabeza, Cristo> Ef 1,10
La comunión se entrega: es un don del Señor que se ofrece a los fieles por medio del ministro autorizado para ello. Como signo la comunión expresa también la Alianza que se ratifica comiendo el Cuerpo de Cristo (y bebiendo su Sangre). La Alianza es con la Iglesia y con cada uno de los cristianos. Esto exige la presencia de un miembro de Cristo, frente al cual se responde él AMEN de la Alianza.

RITO FINAL

AVISOS
Los avisos queson importantes para edificar la vida de la comunidad la cual esta centrada en la Eucaristía, pueden hacerse después de la oración Postcomunión, nunca después de la homilía o durante elsilencio sagrado. Los da el sacerdote mismo o preferentemente otro ministro, diacono o lector, evitando alargarse demasiado.
SALUDO Y BENDICIÓN
El misal ofrece una variedad de bendiciones solemnes según los tiempos litúrgicos y las fiestas. Cuando se da la bendición la asamblea responde a la triple bendición AMEN.
También existen las oraciones sobre el pueblo, las cuales enriquece el sentido de la bendición, y llaman habitualmente al compromiso de salir y llevar la liturgia a la vida diaria.

DESPEDIDA

Es preciso que la eucaristía tenga conexión con la vida, que salgan los participantes a la calle con un compromiso, con una esperanza, con la sensación de haber crecido en la fraternidad y la decisión de dar testimonio en medio del mundo. La formula< pueden irse en paz de Cristo>, una misión. Antes de retirarse el sacerdote venera el altar, besándolo.

CANTO FINAL

Es la manifestación de la alegría de los fieles y su compromiso de vivir como cristianos eucarísticos.

COLEGIO SAN FRANCISCO
DEPARTAMENTO DE PASTORAL
LIC. ROBERTO CARLOS GAMBIN J.
RESPUESTAS DE LOS FIELES EN LA SANTA MISA
Ritos iniciales
1.-En el nombre del Padre... AMÉN
2.-La gracia... Y CON TU ESPÍRITU
Acto penitencial
3.-Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego ante Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
4.-Dios todopoderoso... a la vida eterna. AMÉN
5.-Señor, ten piedad. SEÑOR TEN PIEDAD
Cristo ten piedad. CRISTO, TEN PIEDAD
Señor, ten piedad. SEÑOR TEN PIEDAD
6.-Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
7.-Oremos. Al final de la oración: AMÉN
Liturgia de la palabra
8.-Primera lectura y segunda lectura. Al final de cada lectura, el lector dice: Palabra de Dios. Todos aclaman: TE ALABAMOS SEÑOR.
9.-Evangelio. El señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU. Lectura del Santo Evangelio según san N. GLORIA A TÍ, SEÑOR. Acabado el evangelio se dice: Palabra del Señor. Todos aclaman: GLORIA A TÍ, SEÑOR JESÚS. (Homilía)
10.-Profesión de fe.
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo reciben una misma adoración y gloria. Y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
11.-Liturgia eucarística
Bendito seas Señor... BENDITO SEAS POR SIEMPRE SEÑOR.
12.-Orad hermanos... EL SEÑOR RECIBA DE TUS MANOS ESTE SACRIFICIO PARA ALABANZA Y GLORIA DE SU NOMBRE, PARA NUESTRO BIEN, Y EL DE TODA SU SANTA IGLESIA.
Oración sobre las ofrendas.
Por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN
Plegaria eucarística
13.-El Señor esté con vosotros... Y CON TU ESPÍRITU. Levantemos el corazón... LO TENEMOS LEVANTADO HACIA EL SEÑOR. Demos gracias al Señor, nuestro Dios... ES JUSTO Y NECESARIO.
14.-SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO. LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA. HOSANNA EN EL CIELO. BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR. HOSANNA EN EL CIELO.

Durante la consagración, mientras no se diga lo contrario, los fieles están de rodillas.
15.-ANUNCIAMOS TU MUERTE, PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN, ¡VEN SEÑOR JESÚS!
Al final de la plegaria eucarística, el sacerdote toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama: AMÉN.

Rito de la Comunión
16.-Fieles a la recomendación del Salvador... nos atrevemos a decir: PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE; VENGA A NOSOTROS TU REINO; HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN; NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, Y LÍBRANOS DEL MAL.
17.-Líbranos de todos los males, Señor... TUYO ES EL REINO, TUYO EL PODER Y LA GLORIA, POR SIEMPRE, SEÑOR.
18.-Señor Jesucristo, que dijiste... AMÉN.
19.-La paz del Señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU.
20.-CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS. CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS. CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, DANOS LA PAZ.
21.-SEÑOR, NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA, PERO UNA PALABRA TUYA BASTARÁ PARA SANARME.
22.-El cuerpo de Cristo. AMÉN
23.-Oración después de la comunión.
Por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN.
24.-El Señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU.
25.-La bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. AMÉN. Podéis ir en paz. DEMOS GRACIAS A DIOS.

RCG 2012


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