FILOSOFÍA 10o

TEMATICA  CUARTO PERIODO

Pensamiento del Siglo XVII y XVIII
Racionalismo
Rene Descartes
Empirismo
Francis Bacon
Empiristas ingleses:
Jonh Locke
George Berkeley
David Hume
La Ilustración: Siglo de las luces
La filosofía del siglo XVIII
Filosofía de Kant Emmanuel
  • Identifica las características históricas y culturales de los siglos XVI, XVII y XVIII y  reconoce los principales cambios que se dieron en la modernidad y los problemas filosóficos que se plantearon en esta época
 
  • Explica la importancia del pensamiento de Emmanuel Kant en el pensamiento moderno


PENSAMIENTO SIGLO XVII Y XVIII
RACIONALISMO

  1. La filosofía del siglo XVII: características
Las características del pensamiento en el siglo XVII, repercutieron en esta época, destacando:
-    El nacimiento de los estados absolutistas en el occidente de Europa, que ejercen el gobierno de un modo autoritario.

-    El inicio del capitalismo que desembocó en la práctica económica denominada 'mercantilismo.
-    Surge el Mercantilismo, desarrollada entre los siglos XVI y XVIII, que consideraba esencial la expansión de mercados y la protección de los intereses comerciales. Las características del mercantilismo son:
*    Preferencia por los metales preciosos (oro y plata). Balanza comercial positiva (fomento a las exportaciones y limitar las importaciones).
*    Impulso al comercio (eliminar impuestos y otorgar subsidios).
*    Instituciones reguladoras (creación de las casas de moneda y de cambio, que favoreció a la creación de papel moneda y bolsa de valores).

-    Los reyes fortalecen sus alianzas con las ciudades y se empieza a hablar de naciones.
-   Abolición de soberanía de los señores feudales.
-   Consolidación del poder real por derecho divino independientemente del Papa.
-   Desarrollo de la economía, el genio inventivo, intelectual y artístico.
-   Los nobles tienen puestos políticos,
la burguesía se educa y exige participación en el gobierno.

-   La riqueza de un país se media por la cantidad de oro y plata que poseía debido a los descubrimientos geográficos.

-   Se impulsa a los inventores y la educación técnica a través de talleres.
-   Se arman poderosos ejércitos y flotas de guerra, sobre todo Francia e Inglaterra para extender sus dominios.

-  Impulso del comercio a través de reyes y el Estado para obtener riqueza y poderío.
-  La posesión de mercados conduce a las guerras entre naciones.

 

  1. René Descarte y el racionalismo
racionalismo
movimiento filosófico desarrollado particularmente en la europa continental durante los siglos xvii y xviii y caracterizado por la primacía que dieron a la razón en la fundamentación del conocimiento, la fascinación por la matemática y la defensa de la existencia de ideas innatas y de la intuición intelectual.

 El término “racionalismo” tiene un significado muy amplio: en general, llamamos racionalista a toda posición filosófica que prima el uso de la razón frente a otras instancias como la fe, la autoridad, la vida, lo irracional, la experiencia empírica,... Es racionalista todo aquél que cree que el fundamento, el principio supremo, es la razón. Junto con ello, cabe ser racionalista en relación con un género de cuestiones y no serlo en relación con otro: por ejemplo se puede reivindicar la necesidad del ejercicio de la razón en política y rechazarlo en religión.

Pero el término “racionalismo” se usa comúnmente en la historia de la filosofía para designar una cierta forma de fundamentar el conocimiento: cabe pensar que el conocimiento descansa en la razón, o que descansa en la experiencia sensible; así, puesto que valoraron más la razón que los sentidos, podemos llamar a Parménides,  Platón y Descartes racionalistas; y podemos decir que Aristóteles, Santo Tomás y, por supuesto, Hume, tienden al empirismo, dado el valor que dieron a la experiencia sensible o percepción.

Sin embargo, a pesar de que pueda recibir distintas acepciones y aplicarse en esferas distintas, el término “Racionalismo” se utiliza primordialmente para referirse a la corriente filosófica de la Edad Moderna que se inicia con Descartes, desarrolla en la Europa continental con Spinoza, Malebranche y Leibniz, y se opone al empirismo que en esta misma época tiene éxito en las Islas Británicas.

Los rasgos que mejor caracterizan al racionalismo moderno son los siguientes:

1. La tesis de que todos nuestros conocimientos acerca de la realidad proceden no de los sentidos, sino de la razón, del entendimiento mismo.

2. El conocimiento puede ser construido deductivamente a partir de unos primeros principios.

3. Los primeros principios del conocimiento no se pueden extraer de la experiencia empírica sino que se encuentran ya en el entendimiento: el innatismo de las ideas.

4. Consideración de la deducción y más aún de la intuición intelectual como los métodos más adecuados para el ejercicio del pensamiento.

5. La consideración de la matemática como ciencia ideal.

6. Reivindicación del argumento ontológico para la demostración de la existencia de Dios.

7. La apreciación optimista del poder de la razón, ésta no tiene límites y puede alcanzar a todo lo real.

Descartes señala el paso decisivo del Renacimiento a la Época Moderna. En efecto, la filosofía de Descartes (la meditación cartesiana) retoma la investigación filosófica llevada a cabo en el siglo anterior para elaborarla con unos perfiles más delimitados y con un sentido más profundo. Si el pensamiento renacentista reclama una autenticidad mediante la "vuelta a los orígenes", el sistema cartesiano sitúa el origen y el fundamento en la propia subjetividad humana. Este retorno hacia el "Yo individual", indica el carácter antropológico y humanista que ilumina todo el pensamiento de Descartes. Su filosofía debe entenderse como un Humanismo Individualista. El ser humano realiza su reflexión desde sí mismo, intentando abrirse a la realidad.
Las obras más importantes de René Descartes son: El Discurso del método, Las Reglas para la dirección del espíritu y Meditaciones metafísicas.
Otros filósofos racionalistas fueron: BARUC SPINOZA, NICOLÁS MALEBRANCHE Y GODOFREDO GUILLERMO LEIBNIZ.

ANTECEDENTES
Las influencias o antecedentes más importantes que encontramos en la Filosofía Cartesiana son: Pitágoras, Platón, Aristóteles, Helenismo (Euclides), Cristianismo (Escolástica) y El Renacimiento (el rechazo a todo tipo de autoridad, el desarrollo de las matemáticas, el nuevo método y la concepción mecanicista del universo).

CARACTERISTICAS DE LA FILOSOFIA CARTESIANA
Como hemos dicho anteriormente, Descartes señala el paso decisivo del RENACIMIENTO a la ÉPOCA MODERNA. El Sistema Cartesiano sitúa el origen y el fundamento de todo en la propia subjetividad humana (es decir, en el sujeto que conoce). Este retorno hacia el "YO INDIVICUAL" indica el carácter humanístico que ilumina todo el pensamiento de Descartes. Su filosofía puede entenderse como un Humanismo Individualista: El hombre realiza su reflexión desde sí mismo; intentando abrirse a la realidad exterior. Aunque el filósofo cuente sólo con su propia subjetividad debe encontrar el camino capaz de llevarle al conocimiento de Dios y del Mundo.
Podemos resumir en tres las características esenciales de la Filosofía Cartesiana:
a)--. El caresianismo aparece como una manifestación crítica del pensamiento. El criticismo de Descartes se manifiesta en su lucha constante en los prejuicios, en su Física mecanicista, y en las exigencias de que el terreno de la Metafísica sea la Razón quien imponga sus propios derechos.



b)--. El desarrollo del propio sistema cartesiano no es fruto de la arbitrariedad el "yo", sino que ese determina por el ideal de rigor e inspiración matemática. En lo que se refiere al carácter matemático (propio de la Filosofía Cartesiana y del Racionalismo en general) tres son las características: UNIDAD, CERTEZA Y AUTARQUÍA.


--. La Unidad: Se refiere a la unidad de principios básicos de los que han de deducirse todos los demás contenidos de la filosofía, al igual que en las matemáticas, así de un número reducido de "axiomas" (verdades evidentes y necesarias) se deduce la totalidad de los "teoremas". Si tanto, la sabiduría humana como la índole misma de los problemas y de las propias ciencias están fundadas y en la unidad, es evidente que el conocimiento humano, en general y filosóficamente considerado, ha de seguir también esas mismas pautas de unidad.


--. La Certeza: Es un criterio selectivo de conocimiento. Sólo deben ser aceptados como válidos, únicamente, aquellos conocimientos de los que tengamos plena certeza; los demás conocimientos deben ser rechazados como erróneos y no-válidos. Pero tengamos en cuenta que la certeza es un estado de ánimo subjetivo y que, en consecuencia, la validez del conocimiento, según Descartes, dependerá exclusivamente del sujeto y no de otras instancias externas y ajenas al sujeto, como pudiera ser Dios, en cuanto considerado como fundamento del conocimiento humano.
En estos tres aspectos de carácter matemático se denota la influencia helenística (sobre todo Euclides) y el desarrollo matemático del Renacimiento. Esto lo podríamos resumir en la siguiente cita de E. CASSIRER:


"La idea central sobre la que descansa el "método" consiste, precisamente, en mantener que el conocimiento representa una unidad substantiva y autárquica, es decir, que encierra en sí misma las premisas generales y suficientes para llegar a resolver los problemas que con razón se plantea, sin necesidad de invocar ninguna instancia externa y trascendentes.(E. CASSIRER: El problema del conocimiento)


c)--. Se trata de una Filosofía construida desde la "INTUITUS MENTIS" (Intuición intelectual); desde la "luz natural de la razón", con lo que se impone una total separación entre el dominio de la Fe y el dominio de la Razón. Es por ello que uno de los principales intereses de Descartes es el de realizar un sistema filosófico basado en evidencias y desarrollado científicamente.


En definitiva, con todo, Descartes se proponía revisar todo ese contenido cultural de su tiempo para darle las garantías de certeza que la Matemática daba a lo suyo; en esto consistió la gran empresa que Descartes se propone con su Filosofía.

 

EL METODO CARTESIANO (EPISTEMOLOGÍA)
La necesidad de un método en Filosofía ya se había sentido en el Renacimiento (F. Bacon lo puso de relieve), pero en Descartes es una verdadera obsesión: convencido de la certeza y seguridad de las matemáticas, quiere emplear en Filosofía un método que conduzca con la misma seguridad.
 
Uno de los principales intereses de Descartes es el de analizar un sistema filosófico basado en evidencias y desarrollado científicamente. Para ello, la investigación debe fundarse en la razón, teniendo como modelo a las matemáticas, ya que esta ciencia por la pureza de su objeto y la simplicidad de sus argumentaciones, está exenta de error.


Para Descartes, el método más exacto es el matemático (el de Euclides, (matemático helenístico (siglo III a. de C.), autor de la obra "Los Elemento de Geometría")): Método que por deducción nos hace llagar de una verdad cierta (axioma) a las demás verdades. Así, plantea Descartes, se podrá construir también un sistema filosófico, asentado sobre un fundamento seguro. Así pues, la Filosofía deberá establecer unos principios ciertos, conocidos por intuición, desde los que se pueda deducir con todo rigor su cuerpo doctrinal. La filosofía, pues, exige un método fundado en la razón, de tal manera que este método no sea algo extraño ni accidental a esa razón en la que se funda. Sólo así puede establecerse un conjunto de reglas racionales válidas para aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, ver con claridad y distinción, y marchar con seguridad por el camino de la ciencia y la filosofía.



René Descartes entiende por método lo siguiente:


"Unas reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales todos los que las observen exactamente no tomarán nunca por verdadero lo que es falso, y alcanzarán, sin fatigarse con esfuerzos inútiles, sino acrecentando progresivamente su saber, el conocimiento verdadero de todo aquello de que sean capaces..."


(René Descartes: Reglas para la dirección del espíritu)

Los orígenes del método cartesiano están, según nos cuenta el propio Descartes, en la Lógica, el análisis geométrico y el álgebra. Descartes se inspira en el método de "resolución y composición" de la escuela de Padua, en el que también se inspira Galileo.


Pero Descartes no hace alusión al experimento. Ello indica hasta que punto la metodología de Descartes da preferencia al análisis conceptual (no experimental) y a la deducción puramente racional. En este sentido el método cartesiano se relaciona directamente con el método deductivo de Euclides (pero expresado según una terminología cercana al método paduano): una larga cadena de deducciones a partir de unos principios simples y evidentes (axiomas y definiciones).
Conviene ante todo insistir en que el gravísimo defecto de la Lógica de Aristóteles está, según Descartes, en su incapacidad de invención. El silogismo (= lógica aristotélica) no puede ser método de descubrimiento, puesto que las premisas (se pena de ser falsas) deben contener la conclusión. Es decir, el silogismo aristotélico obliga a partir de una proposición establecida, de la cual no sabemos nunca si podremos concluir lo que queremos demostrar, a menos de conocer de antemano la verdad, justamente, que necesitamos demostrar. Pero si ya de antemano sabemos la conclusión, entonces se ve bien claro que el silogismo sirve más para exponer o defender verdades que para hallarlas. Ahora bien, Descartes buscaba reglas fijas para descubrir verdades, no para defender tesis o exponer teorías. Por eso el procedimiento matemático es el que, desde un principio, llama poderosamente su atención; este procedimiento se encuentra realizado con máxima claridad y eficacia en el análisis de los antiguos matemáticos, como por ejemplo Euclides.

 

El método permitirá evitar el error. Además, no es un simple método de exposición o demostración de lo que se conoce (como es el caso, según Descartes, de la Lógica aristotélica), sino que permite aumentar los conocimientos, discutir nuevas verdades. El método será la base de razonamientos intuitivos y conceptos. Ha de haber orden, sencillez y claridad. Podemos resumir las Reglas del método en cuatro:


a)--. Regla de la evidencia: "No admitir jamás como verdadero cosa alguna sin conocer con evidencia lo que era; debiéndose evitar cuidadosamente la prevención y la precipitación; y no comprender en mis juicios más que los tuvieses motivo alguno para ponerlo en duda. Sólo lo que se percibe con evidencia es verdadero".
Esta regla presupone una absoluta confianza en la razón. Dice que sólo se ha de aceptar como verdadero aquello que aparece con absoluta evidencia. Pero la evidencia se da en la intuición, es decir, en un acto puramente racional por el que la mente "ve" de modo inmediato y transparente una idea. La característica de las ideas evidentes e inmediatamente intuidas es doble: han de ser claras y distintas.
En la primera regla del Discurso del Método están resumidas, más aún comprimidas, algunas de las más esenciales teorías de la filosofía cartesiana. Las enumeraremos brevemente. En primer lugar, la Regla de la Evidencia propone la evidencia como criterio de verdad. Lo verdadero es lo evidente y lo evidente es a la vez definido por dos notas esenciales: la claridad y la distinción. Clara es una idea cuando está separada y conocida separadamente de las demás ideas. Distinta es una idea cuando sus partes o componentes son separados unos de otros y conocidos con claridad. Nótese, pues, que la Verdad o falsedad de una idea no consiste, para Descartes, como para los Escolásticos, en la adecuación o conformidad con la cosa. En efecto, a las cosas existentes no nos son dadas en sí mismas, sino como ideas o representaciones, a las cuales "suponemos" que corresponden realidades fuera del "yo" (= sujeto). Pero el material no es nunca otro que ideas ( de diferentes clases) y, por tanto, el criterio de verdad de las ideas no puede ser extrínseco (es decir, depender de algo exterior al sujeto que piensa), sino que debe ser interior a las ideas mismas.


Al formular esta primera regla Descartes introduce un nuevo concepto de Verdad: ya no consiste en la "adecuación" del pensamiento con la realidad (significado de verdad para la filosofía escolástica), sino que una propiedad de las ideas en sí mismas: la verdad es inmanente al espíritu (es decir, está en el sujeto que conoce).


b)--. "Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuese posible, y cuantas requiere mejor solución".


Tanto esta segunda regla como la tercera indica como se ha de proceder para alcanzar la verdad y qué hay que hacer cuando se está en posesión de las ideas claras y distintas (= ideas simples). Lo que hay que hacer es reducir las ideas compuestas a ideas simples. Análisis significa división: hay que dividir las percepciones confusas a percepciones claras. Es la única manera de evitar el error. Dicha división se consigue por medio de estrictas deducciones, al conocimiento de todas las cosas.


Descartes explica también lo que es el análisis en un pasaje de su obra "Geometría...":
"Si se quiere resolver un problema, hay que considerarlo primero como resuelto y poner nombres a todas las líneas que parecen necesarias para construirlo, tanto a las conocidas como a las desconocidas. Luego, sin hacer ninguna diferencia entre las conocidas y las desconocidas, se recorrerá la dificultad, según el orden que se muestre, con más naturalidad, la dependencia mutua de una o otras".
Como se observa, el análisis es esencialmente una regla de invención, de descubrimiento. Esto es, principalmente, lo que Descartes buscaba. Y este el punto de partida de su nuevo método.


Lo que Descartes quiere plantear con el análisis es que daba una dificultad, planteado un problema, es preciso ante todo considerarlo en bloque y, dividirlo en tantas partes como se pueda. Pero ¿en cuántas partes dividirlo? ¿Hasta dónde ha de llegar el fraccionamiento de la dificultad? ¿Dónde deberá detenerse la división? La división deberá detenerse cuando nos hallemos en presencia de elementos del problema que puedan ser conocidos inmediatamente como verdaderos y de cuya verdad no pueda caber alguna duda. Dichos elementos simples son "ideas claras y distintas" (ideas evidentes).
c)--. Regla de síntesis: "Conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer para ir ascendiendo poco a poco, como por grados hasta el conocimiento de lo más compuesto y suponiendo un orden, aun entre aquellas que no se preceden naturalmente unas de otras".
Esta regla junto con la anterior (Regla del análisis) son conocidas como los preceptos del orden (o procedimiento análisis-síntesis). Constituyen la llave del método. Se trata de relacionar las ideas simples dando paso a la deducción. Se trata de una suma de intuiciones parciales que podemos percibir de una manera intuitiva, tanto las intuiciones en sí como la unión de ellas; y así podemos percibir su evidencia. Se trata de formar una cadena de intuiciones parciales cuyo resultado será una intuición evidente y ausente de errores.


d)--. Regla de Enumeración o Comprobación: "Hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales, que estuviera seguro de no olvidar nada".
Propone esta regla con el fin de que exista cierto control de la continuidad que debe haber entre los diversos pasos de las deducciones. La enumeración exige constantes comprobaciones y verificaciones de lo que se lleva deducido (al modo de las premisas y conclusión en Lógica proposicional.)


En definitiva, todo el método (según Descartes) se reduce a la evidencia: hay que lograr una evidencia en la verdad primera de donde se deduzcan las demás (es decir, encontrar una primera idea clara y distinta). Hay que lograr una evidencia en el proceso y hay que conseguir una evidencia en el conjunto del proceso. En este punto enlazaríamos la Epistemología con la Metafísica. Se deberá establecer una primera verdad absolutamente evidente de la que pueda deducirse todo lo demás. A partir de la realidad basado en la idea de sustancia.


Pero ¿cómo proceder para llegar a esa primera idea clara y distinta? Descartes escoge el camino de la duda: dudar de todo para ver si queda algo que resista a todo duda.

EMPIRISMO


  1. El empirismo y sus representantes
Antecedentes del empirismo

Se conoce como empirismo la doctrina filosófica que se desarrolla en Inglaterra en parte del siglo XVII y el siglo XVIII, y que considera la experiencia como la única fuente válida de conocimiento, mientras que niega la posibilidad de ideas espontáneas o del pensamiento a priori.. Sólo el conocimiento sensible nos pone en contacto con la realidad. Teniendo en cuenta esta característica, los empiristas toman las ciencias naturales como el tipo ideal de ciencia, ya que se basa en hechos observables.

Para esta doctrina, el origen de nuestros conocimientos no está en la razón, sino en la experiencia, ya que todo el contenido del pensamiento ha tenido que pasar primero por los sentidos.

"Nuestra mente es un papel en blanco y sólo al contacto de los sentidos con las cosas empieza a grabar impresiones".

No es nada fácil distinguir el empirismo del escepticismo, ya que sus fronteras son comunes. El más exigente de los empiristas modernos, David Hume, se declara escéptico.

"Para el empirismo, la tesis del racionalismo, de que existen ideas innatas, es totalmente inexacta". Pues si fuera así no tendría ninguna razón de ser el aprendizaje, y todas las personas estaríamos de acuerdo en las mismas verdades.

El empirismo "simultáneamente intenta reducir la razón a la sensibilidad y demostrar que el conocimiento sensible es el único conocimiento válido."

Una de las actitudes que mantienen los empiristas, a pesar de sus diferencias en cada autor, es insistir en los hechos, en oposición a las utopías teóricas, así como a las fantasías y a las interpretaciones especulativas.

Por parte del empirismo, el progreso ha consistido en ampliar y profundizar su base hasta encontrar en algunas experiencias una forma de llegar a la metafísica. El extremo opuesto al empirismo es el racionalismo, que cifra todo conocimiento en el puro pensar.

Representantes:

Tomas Hobbes

De origen inglés, nacido en 1588, hijo de un pastor rural. Estudia en Oxford y allí conoce la filosofía escolástica, que no logra interesarle. Su estadía en París, así como su contacto con varias personalidades filosóficas y científicas fueron decisivas para la formación de sus ideas filosóficas. Fue secretario de Bacon y testigo de la revolución y la restauración de su patria. Murió en 1679.

Sus obras las escribió en latín y en inglés. De manera especial: De corpore, De homine, De cive, y el Leviatán, su obra cumbre, en la cual sostiene en filosofía el materialismo y el empirismo, en moral el utilitarismo y el despotismo en la política.

Su pensamiento

Según Hobbes, hay dos clases de conocimiento: el conocimiento de hecho, que no es sino "sentidos y memoria" y el conocimiento de la consecuencia que va de una afirmación a otra que es propiamente ciencia.

El conocimiento para Hobbes "se funda en la experiencia, y su interés es la instrucción del hombre para la práctica." Su filosofía es empirista porque parte de los fenómenos tal y cual como son aprehendidos por los órganos de los sentidos.

"También en la antropología de Hobbes domina el materialismo. El hombre es cuerpo; entendimiento y razón no rebosan el sentido y, por tanto, entre hombre y animal sólo hay diferencia de grado."

Los «ídolos», VER HUMANISMO, son, para Bacon, las tendencias del in­telecto humano que dan lugar a los errores y a los prejuicios, y que ocultan, por tanto, el verdadero sa­ber, de igual manera a como los ídolos entorpecen la visión del verdadero Dios. Bacon distingue cuatro tipos de ídolos.

  Los idola tribus (Idolos de las Tribus)

  Los idola specus (ídolos de la caverna)

  Los idola fori (ídolos de foro)

  Los idola theatri (ídolos del teatro)

La segunda parte de Novum Organum desarrolla pro­piamente el método inductivo de Bacon; es la pars ad­struens, en la que se trata de construir el saber, una vez se ha procedido a la crítica de los «ídolos» o errores. De acuerdo con la segunda vía de acceso a la verdad anteriormente referida, para Bacon lo más importante es colmar el vacío que el aristotelismo había dejado en­tre la observación empírica de los hechos y la precipita­da generalización que luego sirve para deducciones fal­sas. Hay que proceder, por tanto, al establecimiento de las reglas que ha de seguir la experimentación, a fin de que la observación empírica sea rigurosa; y permita escalonadamente la formulación de unos axiomas intermedios y luego de unos principios más generales.

En el método inductivo de Bacon es esencial, en pri­mer lugar, confrontar los hechos que se observan por medio de unas «tablas» que aseguren un orden a la ex­perimentación. Las tablas más importantes son las de presencia (tabula presentiae), las de ausencia (tabula absentiae) y las de grado (tabula graduum). Las tablas de presencia se elaboran con el objeto de consignar en ellas los casos en que se verifica un determinado fenó­meno. Las de ausencia, por el contrario, registran los casos en que, contra lo esperado, el fenómeno no se produce. La tabla de grados registra, finalmente, el au­mento o la disminución del fenómeno. Otras tablas, co­mo las de proximidad, desviación, etc., tienen el mismo objetivo que las mencionadas.

CORRIENTE FILOSÓFICA

Los Ídolos de la Mente

Los «ídolos» son nociones e imágenes falsas que se apoderan de la mente y tienden siempre a reaparecer. Bacon los distribuye en cuatro tipos, señalando que algunos son innatos y otros pueden ser adquiridos:

Ídolos de la tribu: analizados en primer lugar, son los más importantes, por su carácter generalizable a todos los hombres. Se expresan, por ejemplo, en la tendencia intelectual a considerar que las cosas existen en un gra­do de orden y de igualdad mayor del que en realidad se encuentran, un ejemplo de esto es el error de asignar a todos los astros órbitas perfectas. De esta tendencia se deriva la búsqueda de una falsa analogía entre fenómenos que por su carácter irregular escapan a la formulación de leyes. Los «ídolos de la tribu» están presentes también en la tendencia conservadora de la mente humana, por la cual el hom­bre se resiste ante cualquier novedad, y la asimila, dis­torsionándola, a algo que ya conoce; actitud que tiene por consecuencia el otorgar un carácter preeminente a la afirmación antes que a la negación (importantísima para Bacon a la hora de formular un axioma). Estos ídolos conducen, final­mente, a la falsedad porque se apoyan en los datos en­gañosos que proporcionan los sentidos. Estos impiden, a menudo, la captación de los delicados y sutiles cam­bios que se producen en la naturaleza.

Ídolos de la caverna: Son propios de cada individuo, el cual es como una caverna en la que se quiebra la luz de la Naturaleza. Proceden del temperamento, edu­cación, lecturas y experiencias particulares de cada uno. Unos se entusiasman con todo lo nuevo, y otros prefieren lo antiguo; unos prefieren la especulación y le someten las experiencias (Aristóteles), pero otros dan preferencia a los expe­rimentos y derivan de ellos absurdas especulaciones (la alquimia), etc.

Ídolos del foro: Proceden de la relación entre los hombres, y radican en la fuerza de las palabras, que transmiten nociones fantásticas y perturban La mente. Según Bacon, son los ídolos más peligrosos. Las palabras substituyen a la realidad, y aunque se intenta dominarlas por medio de definiciones, «las definiciones mismas están hechas de palabras, y las palabras engendran palabras» (1, 54).

Ídolos del teatro: Proceden de los sistemas filosóficos anteriores, y de sus mé­todos y lógica (todos los cuales son «como mundos ficticios y teatrales»). Son, por un lado, «los principios y axiomas de las ciencias que siguen prevaleciendo gracias a la tradición, la credulidad y la negligencia»; pero también «las malas reglas de la demostración» (1, 49). Por eso, el método propuesto por Bacon deberá luchar contra un poderoso enemigo que está en la misma mente: el ídolo de la lógica vulgar y de la lógica aristotélica.

El Método Inductivo

Hay que recordar que para Bacon la ciencia debe tener un objetivo práctico: trans­formar la Naturaleza para ponerla al servicio del hombre, lo cual supone conocerla bien. Por tanto, también el método tiene finalidad práctica (y teórica, por supuesto).

Bacon utiliza aquí una terminología particular. Todo cuerpo, escribe, posee múl­tiples naturalezas (propiedades, cualidades), las cuales tienen como causa inmanente una forma (esencia y ley inmanente). Bacon pretende que su concepto de «forma» nada tiene que ver con el concepto aristotélico correspondiente, lo cual no es del todo cierto. En cualquier caso, la «forma» siempre está oculta, y debe ser descubierta. Y lo interesante es esto: si descubrimos la «forma», podremos modificar las propiedades (o «naturalezas») de las cosas de un modo seguro, y no sólo por el azar de experimentos no dirigidos (como en la alquimia o la magia). Bacon perseguía fines prácticos como hacer un cristal más transparente, un hierro más ligero y resistente, etc. Así pues, el objetivo del método era conseguir «engendrar en un cuerpo una nueva o nuevas naturalezas, transformar unos cuerpos en otros, en la medida de lo posible».

El método para descubrir las formas es la inducción. Y tiene las siguientes partes:

1. Se reúnen todos los hechos que sean posibles acerca de la «naturaleza» que se quiera investigar. Por ejemplo, el calor. A esta parte la llama Bacon «Historia natural y experimental»

2. Se ordenan estos hechos según tres tablas: tabla de presencia (hechos en los que se da esa naturaleza o fenómeno), tabla de ausencia (hechos en los que no se da), tabla de grados (hechos en que varía). En la primera tabla se trata de reunir los hechos más dispares posibles; en cambio, en la tabla de ausencia se trata de recoger hechos semejantes a los de la primera tabla, pero tales que en ellos no se manifieste el fenómeno. Ambas tablas deben ir, pues, coordinadas entre sí. Por ejemplo, en la primera tabla recoge Bacon los rayos del Sol como primer hecho (en los que se da el calor), y en la segunda, los rayos de la Luna.

3. Se procede a la inducción propiamente dicha, la cual comienza por el pro­cedimiento de exclusiones: excluir como «forma» aquello que no se encuentra cuando se da el fenómeno, o que se encuentra cuando no se da, o que aumenta cuando el fenómeno disminuye, o disminuye cuando el fenómeno aumenta. La coordinación de las dos primeras tablas facilita las exclusiones: en el ejemplo citado, Bacon dice que hay que excluir el fulgor y la luz como causa o «forma» del calor (puesto que hay luz en los rayos del Sol, pero también en los de la Luna). A base de exclusiones, dice Bacon, «quedará como en el fondo, desvaneciéndose en humo las opiniones volátiles, la forma positiva, sólida y verdadera, y bien determinada».

4. Ahora bien, Bacon reconoce que este trabajo es muy arduo y supone muchos rodeos. Por eso propone algunos auxiliares para la inducción. El primero es lo que llama «esbozo de interpretación», o «primera vendimia», que no es sino la formulación de una hipótesis provisional a partir de los casos en que la forma buscada parece encontrarse de un modo más claro. A continuación señala Bacon nueve auxiliares más para la inducción, de los cuales sólo de­sarrolló el primero: la enumeración de veintisiete «hechos preferentes».

En realidad, Bacon no inventó la inducción: ya fue utilizada desde los primeros filósofos griegos. Pero Bacon ve en la inducción de los antiguos una «anticipación» de la Naturaleza. Además, era una inducción que procedía por «simple enumeración» (de casos positivos), deficiencia que Bacon supo ver, por lo que junto a la tabla de «pre­sencia» añadió la de «ausencia» y «grados», en lo cual consiste la verdadera innovación baconiana. Sin embargo, Bacon no consiguió perfeccionar su método inductivo, y finalmente pareció dejarse vencer por la complejidad del mismo.

Además, Bacon no llegó a captar el valor de las matemáticas, y cifró el objetivo de su método en la búsqueda de la «forma» (esencia) y de las «naturalezas» (cualidades). Justamente, los grandes científicos de esta época se orientarán en una dirección con­traria: el método hipotético-deductivo, la matematización, la consideración cuantitativa. Bacon ignoró realmente la ciencia de su época y creó un método que nadie llegó a utilizar.

CONCLUSION

·         Francis Bacon fue un revolucionador del pensamiento, puesto que introdujo el empirismo (demostración de los acontecimientos).

·         Bacon no estuvo de acuerdo con todas las ideas de Aristóteles puesto que el pensamiento aristotélico lo definió como un pensamiento mediocre que esconde la verdad de las cosas.

·         Desarrolló el método inductivo, en que trata de dominar la naturaleza interrogándola para obtener unos axiomas capaces de interpretar las observaciones por ello el cita mucho esta frase: “para dominar la naturaleza primero hay que obedecerla”.

  1. Los empiristas ingleses clásicos
John Locke

Filósofo inglés, nace cerca de Bristol en 1632 y muere en 1704. Estudió en Oxford filosofía, medicina y ciencias naturales. Conoció la filosofía de Descartes. Intervino en la política de su país.

Al contacto con la escolástica en Oxford, al igual que Hobbes, no demuestra ningún interés por ella.

Emigró durante el reinado de Jacobo I, y participó luego en la segunda revolución inglesa de 1688 [...] El empirismo encontró en él su expositor más hábil y afortunado, y por su conducto dominó en el pensamiento del siglo XVIII.

La obra más importante de Locke es "El ensayo sobre el entendimiento humano", publicada en 1690. Escribió también obras de política, "Tratado sobre el gobierno civil", "Cartas sobre la tolerancia", y algunos pensamientos sobre la educación.

Para Locke, el origen del conocimiento es la experiencia. Sobre ello, afirma: "Todo cuanto la mente percibe en sí misma o es objeto inmediato de percepción, de pensamiento o de entendimiento; a todo esto lo llamo idea." Para él, idea es todo aquello que "pienso y percibo" o lo que en nuestra época llamamos vivencia.

La percepción puede ser de dos clases: "Percepción externa mediante los sentidos o sensaciones, y percepción interna de estados síquicos o reflexión." Estas dos operan juntas.

También hay dos clases de ideas: simples y compuestas. Las simples llegan directas de un solo sentido o de varios al mismo tiempo, así como pueden llegar tanto de la sensación como de la reflexión, o juntas. Las ideas complejas son el resultado de la actividad de la mente. Las ideas simples dejan huella en la mente, es ésta la razón por la cual no pueden cambiarse. Las ideas complejas están fundadas en la memoria.

"El empirismo de Locke limita la posibilidad de conocer, especialmente en lo que se refiere a la metafísica. Con él empieza esta desconfianza en la facultad cognoscitiva, que culminará en el escepticismo de Hume y obligará a Kant a plantear de un modo central el problema de la validez y posibilidad de un conocimiento racional."

Algunos filósofos han dicho que existen ciertos conocimientos en forma innata; es decir, que están en nuestra mente y no son fruto de la experiencia. Pero, según Locke, esto es una gran falsedad porque todo conocimiento se adquiere a través del uso de las facultades naturales.

George Berkeley
Nació en las cercanías de Kilkenny (Irlanda), en 1685. Cursó sus primeros estudios en su tierra natal, más tarde vino a América con el propósito de fundar un colegio misionero en las Islas Bermudas. Cuando regresó a Irlanda fue consagrado obispo anglicano de Cloyne en 1734; desempeñó su cargo hasta que renunció a él en 1752, retirándose a Oxford, donde murió al año siguiente. Fue enterrado en esta ciudad, en la Catedral de Christ Church.

Sus obras principales son: "Nuevos ensayos de una teoría de la visión", "Tres diálogos entre Hylas y Filonús", "Principios del conocimiento humano", "Siris".

Su pensamiento

Berkeley parte de la doctrina establecida por Locke. No cree en las ideas generales, tampoco existe para él la materia. Aduce que "todo el mundo material es sólo representación o percepción mía. Sólo existe el yo espiritual, del que tenemos una certeza intuitiva".

La filosofía de Berkeley es sorprendente en el sentido de que una formulación abreviada de la misma la hace aparecer tan alejada de la concepción del mundo del hombre corriente, que atrae inevitablemente la atención.

Los objetos, según Berkeley, del conocimiento humano son o ideas impresas realmente en los sentidos, o bien percibidas mediante atención a las pasiones y a la operaciones de la mente o, finalmente, ideas formadas con ayuda de la imaginación y de la memoria.

David Hume
Nació en Edimburgo (Escocia) en 1711. Hijo de un terrateniente. En su juventud se dedicó al comercio, pero luego se dedica a las letras y a la filosofía. A los veintitrés años escribe su primer trabajo filosófico. Murió en 1776.
Sus obras más importante son: "Tratado de la naturaleza humana", "Investigación sobre el entendimiento humano", "Investigación sobre los principios de la moral".

Su pensamiento
El punto clave del pensamiento de Hume reside en su teoría de la asociación de las ideas.
Es Hume quien lleva a sus últimas consecuencias la dirección empirista iniciada con Bacon. Para él las ideas son copias borrosas y sin viveza de las impresiones directas.

Según Hume, tanto la percepción como la reflexión nos aportan una serie de elementos que atribuimos a la sustancia como soporte de ellos. Pero no limita su crítica a las sustancias materiales sino al propio yo.

Para Hume, el conocimiento no puede llegar a alcanzar una verdad metafísica. Tampoco acepta que existan ideas innatas, ya que todos los contenidos de la conciencia provienen de la experiencia.

Actualidad del pensamiento

La diferencia más relevante entre las grandes corrientes filosóficas y los métodos de conocimiento estriba en la importancia o no que le dan a lo físico, o en su contraposición, a lo racional.

El empirismo, o conocimiento como fruto de la experiencia, abre las posibilidades para que el hombre se convierta en autodidacto de su propia vida. El hombre que experimenta es un hombre que conoce, que despeja interrogantes, que descubre el mundo. Cifrar toda la existencia en las experiencia vividas lleva, en gran medida, a desconocer la historia y los planteamientos hechos hasta el momento, porque así se tengan por establecidas cosas que pudieron ser fruto de la experiencia, se puede concluir que lo vivieron otros hombres en otra época, en circunstancias distintas, y hoy se puede experimentar de manera diferente y llegar a otras conclusiones.

El empirismo derriba con facilidad conceptos, visiones doctrinales, religiosas y teóricas, reduciéndolas a nada, porque no son fruto de las sensaciones.

El hombre de hoy definitivamente es muy empirista, y esto lo ha llevado a sentirse protagonista de su propia historia, a descubrirse capaz, a valorarse y a creerse. El poder experimentar y descubrir el mundo a través de los sentidos es mucho más llamativo que hacerlo a través de lo que la tradición ha enseñado.

El empirismo acaba con las prohibiciones, los dogmas, los métodos científicos preestablecidos y se reafirma en la persona como sujeto capaz del conocimiento.

Esta corriente de pensamiento ha repercutido a nivel social de manera muy trascendente y sentida. De manera positiva ha valorado las culturas y las ha hecho capaces de la universalidad, ha dimensionado al hombre, no por parámetros intelectuales sino por criterios de observación y percepción. Recategoriza al hombre haciéndolo más estético, dinámico, inquieto, pero también puede hacerlo omnipotente, desconocedor de Dios, de lo espiritual y lo metafísico.

La ciencia misma, que sólo da como válido lo que es producto experimentado y comprobado, hace que lo que no corresponda a otros patrones, aunque también se sitúe en el campo científico, no sea tan valorado y tenido en cuenta. El empirismo ha sabido ganarse el espacio y cuenta con elementos muy convincentes para seguir siendo motivo válido de especulación y conocimiento.




TEMÁTICA TERCER  PERIODO






Filosofía Moderna

Renacimiento

Pensamiento siglos XV, XVI

Nicolás de Cusa

Revolución filosófico-científica

Humanismo

Erasmo de Rotterdam

Tomaso Campanella

Tomás Moro

Juan Luis Vives










   Nicolás Maquiavelo
 
NIVELES DE DESEMPEÑO


  • Conoce las características generales del pensamiento filosófico en el Renacimiento europeo a partir de su concepto histórico  
  • Identifica los cambios que se produjeron con respecto a la Edad Media en la modernidad



Ubicación

El Renacimiento como parte de la historia de la filosofía, pertenece a la etapa conocida con el nombre de filosofía moderna, la cual desde el desmoronamiento de la filosofía medieval hasta finales del siglo XVIII, con la filosofía de Kant. Así, los movimientos filosóficos que surgen después de Kant y que llegan hasta nuestros días forman parte de lo que se llama filosofía contemporánea.

El Renacimiento marca un período de transición que va de la Edad Media al mundo moderno y como toda época es difícil señalar, con precisión, cuando comienza. Los historiadores lo suelen ubicar entre los siglos XV y XVI.

Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos, XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas.

El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo.

El nombre "renacimiento" se utilizó porque éste retomaba los elementos de la cultura clásica. El término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes la política y las ciencias, revisando el teocentrismo medieval y sustituyéndolo por cierto antropocentrismo.

El historiador y artista Giorgio Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista.

De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística de la Edad Media, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de gótico. Con la misma conciencia, el movimiento renacentista se opuso al arte contemporáneo del norte de Europa.



Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional».

Sobre el significado del concepto de Renacimiento y sobre su cronología se ha discutido muchísimo; generalmente, con el término "humanismo" se indica el proceso innovador, inspirado en la Antigüedad clásica y en la consolidación de la importancia del hombre en la organización de las realidades histórica y natural que se aplicó en los siglos XV y XVI.

El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico. Su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los Estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición del feudalismo, el asenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.

 Características

1º. La vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos.


Con ello el objetivo no va a ser una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico.

2º. Surgimiento de una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea.
3º. El Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Como arte esencialmente cultural presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto rango social. Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos. talia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan Venecia, Florencia, Milán, el Estado Pontificio y Nápoles. La presión que se ejerce desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos. Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación artística. En Florencia el desarrollo de una rica burguesía ayudará al despliegue de las fuerzas del Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de Italia. 


El pensamiento filosófico en los siglos XV, XVI, XVII

Nicolás de Cusa (1401-1464)

Quien fuera, según Hoffmann, el "auténtico fundador de la filosofía alemana", nació en la ciudad de Kues (razón por la que se lo llama "El Cusano"), en el año 1401. Estudió en Heidelberg (Alemania), Padua (Italia) y Colonia (Alemania). En esta última ciudad fue ordenado sacerdote en 1430. Colaboró en la preparación de Concilio de Basilea. Fue diplomático eclesiástico, obispo y cardenal. Falleció en el año 1464.

Nicolás de Cusa es uno de los principales representantes de la filosofía de la transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Es un antiaristotélico que continúa la tradición medieval de origen neoplatónico, transitando la senda de Juan Escoto Erígena y el Maestro Eckart. Dice Hirschberger que “cristianismo, platonismo y Ciencia de la Naturaleza son los tres grandes componentes de su pensamiento”.

Entre sus obras más importantes se destacan La docta ignorancia, El Dios escondido, Apología de la docta ignorancia y La caza de la sabiduría.

La docta ignorancia consta de tres partes: la primera trata de Dios (el ser máximo considerado absolutamente); la segunda trata del Universo (el ser máximo contraído en la pluralidad de las cosas); y el tercero de Jesucristo (el ser máximo como contraído y absoluto a la vez). El título, que el propio autor considera "novedoso", tiene una significación compleja. Por un lado lo relaciona con Sócrates («Sólo sé que no sé nada»), en el convencimiento de que no puede el estudioso detenerse en un cúmulo de afirmaciones de escuela y que debe seguir profundizando y esforzándose en su búsqueda de la verdad. También es una teología negativa, el reconocimiento de que el ser de Dios no puede ser alcanzado por nuestro entendimiento. A su vez es un modo de reconocer el camino de la Ciencia como un camino infinito, de conjeturas. Y, por último, es también una vía mística que nos lleva a contemplar a Dios despojados de todo concepto y de toda imagen.

En su Teoría del Conocimiento, Nicolás de Cusa le reconoce a Aristóteles que éste comienza con la experiencia y que antes de recibir las impresiones de los sentidos el alma es como una tabla rasa. Pero, agrega, el espíritu es superior al sentido y con su criterio y su juicio se completa el conocimiento. Además, incluye lo apriorístico al afirmar que el unum antecede a todo conocimiento y no se deduce de la experiencia sino que, por el contrario, todo es entendido a partir de él.

Distingue Cusa el entendimiento de la razón, inaugurando una tradición que continuarán autores de la talla de Kant y Hegel. Las reglas de la Lógica, con su Principio de No Contradicción, rigen sólo al entendimiento. La razón, por su parte, supera estas reglas. Ellas es el Principio de la Vida Espiritual, última y radical unidad de la que emana lo múltiple. Dice Hirschberger que “se ha visto en esta concepción de la razón el auténtico comienzo de la moderna filosofía alemana; porque estaría aquí ya esbozada la Teoría del Espíritu como unidad sintética, factor creativo de todo nuestro conocer, teoría sobre la que se basa la crítica de la razón de Kant, y a la que apuntó ya Leibnitz, y que desenvolvió Fichte hasta convertirla en la Teoría del Yo Puro, y con la que trataron Schelling y Schleirmacher de sintetizar el yo individual y la infinitud del Universo y de Dios.

En el primer libro de La docta ignorancia, Dios es presentado como el máximo, la plenitud a la que nada falta. En él coincide todo lo que fuera de él es pensado como distinto por nuestro entendimiento. Los contrarios se concilian en el infinito. En él no rige el Principio de No Contradicción. Él es lo máximo y lo mínimo. En él coinciden los opuestos al modo como en Geometría un círculo de radio infinito puede pensarse como una recta. Él es la complicatio de todas las cosas y la coincidentia oppositorum, ya que en su unidad contiene incluso lo que fuera de él se muestra como diverso u opuesto.

El mundo es la explicatio o el despliegue de Dios. El Universo separa lo que en Dios se halla unido y por lo tanto no es infinito, pero sí es ilimitado, sin centro ni límite externo y en continuo movimiento. La Tierra, que se encuentra en el Universo, también se mueve. Cada cosa refleja al todo, al Universo y a Dios (preanuncio de las mónadas de Leibnitz). Su cosmología es un anticipo de los avances del Renacimiento y la Ciencia moderna. Se lo considera precursor de Copérnico y también, por el método matemático de contar y medir que introduce en las Ciencias Naturales, de Kepler. Propone medir el pulso con el reloj, examinar con balanzas las secreciones de sanos y enfermos, y fijar el peso específico de los metales.

Algunos lo han calificado de panteísta, pero esto no es exacto, ya que él no concibe al Universo como Dios sino a partir de Dios. El mundo es imagen y semejanza de Dios, pero semejanza no es identidad. La única oposición que no pretendió suprimir es justamente la de Creador y criatura.

El hombre debe transitar el camino hacia el absoluto, y ese camino pasa por Cristo. Cada hombre es un microcosmos de creatividad, libertad y espontaneidad, un sujeto único e independiente. Y así como en el macrocosmos lo múltiple encuentra su unidad en la idea unitaria del todo, sobre el microcosmos que cada uno de nosotros es se eleva la idea de su "mejor yo", para que la vida no se disperse y se vacíe en el espacio y el tiempo, cayendo en el absurdo.

Deseamos saber verdaderamente que somos ignorantes. Si consiguiésemos alcanzar esto plenamente, habríamos alcanzado la docta ignorancia. Al hombre, por más extraño que sea, no le puede suceder nada mejor en el orden del conocimiento que el saberse doctísimo en la ignorancia. Y tanto más cuanto más ignorante se reconozca. Nicolás de Cusa



Es discutible si Nicolás de Cusa fue un filósofo o un místico. En efecto, ya no es un escolástico, aunque de alguna forma también podría considerárselo un medieval en el que predominan fuentes platónicas.

La revolución científica que se da en el Renacimiento se hace patente principalmente, con la aparición de la nueva concepción cosmológica postulada por Copérnico —la concepción de la teoira heliocéntrica—> la cual se enfrenta a la tradicional (concepción geocéntrica) aceptada y defendida por les dogmas religiosos. Este enfrentamiento entre dos teorías antagónicas ejemplifica el fenómeno que T'r ornas 5 - ahn analiza en su libro La estructura de las revoluciones científicas: las batallas que se establecen en torno a los cambios de "paradigmas" y todas las implicaciones que esto conlleva. Por ejemplo, una de estas implicaticres : nsiste en que, al surgir una nueva teoría, aparece concomitantemente una nueva forma de ver y percibir e rr ando.

Esta revolución provocada por la te: -la copernicana es equi­parable a la que se dio tiempo despue-s en -1 > a o XIX, por la obra de Darwin, cuya teoría de la evolución rr c :: ¿arralares enfrentamientos de ideas y concepciones del hombre y de ~ ando contrapuestos.

Nicolás Copérnico (1473-1543 era v de un próspero comer­ciante y funcionario municipal de la vieia ciudad hariseática de Torún. Su padre falleció cuando contaba apenas d:ez años de edad, por lo que fue adoptado por su tío Lucas V. atzeirode, quien fue nombrado obispo de Ermland en 1489. Durante los años 1496 a 1506 estudió en Italia, más tarde volvió a su patria para ocupar una canonjía en Fravenburg, en el Báltico, cuando su tío falleció en 1512.

Las actividades de Copérnico en los treinta años que permaneció en Fravenburg fueron muy variadas, pues se dedicó a la medicina, las finanzas, la política y los asuntos eclesiásticos. Su nuevo sistema cosmológico, sobre el cual comenzó a trabajar cuando era aún muy joven, colocaba al Sol en el centro del universo, atribuyendo tres movimientos a la Tierra: un giro diario sobre su propio eje, una órbita anual en torno al Sol y un giro del eje de rotación de la Tierra a fin de explicar la precisión de los equinoccios. Su obra principal donde está consagrada su teoría y que data de 1543 se llama De las revoluciones de los orbes celestes.

La reforma emprendida por Copérnico en el campo de la astro­nomía significó un gran avance y un importante legado para las ideas modernas

Galileo Galilei (1564-1642)
Expresión notable de esta gran revolución científica que se da en la época moderna es también Galileo Galilei, fundador de una nueva ciencia mecánica que se fue abriendo paso entre las viejas concep­ciones; como astrónomo reafirma la teoría heliocéntrica de Copérnico. Enseñó en las universidades de Padua y Pisa (Italia) de donde era originario. En 1610 vivió en Florencia como filósofo y Primer Matemático del Gran Duque de Toscana, donde tuvo oportunidad de realizar importantes investigaciones astronómicas y, cuando sus investigaciones fueron fustigadas o condenadas por las autoridades religiosas, reanudó sus antiguos estudios sobre mecánica.
Galileo escribió dos obras importantes llamadas: Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, el ptolomaico y el copernicano (1632) y Dos nuevas ciencias (1638). Estas obras —recordando a Platón y para hacerlas más accesibles— adoptan la forma de diálogos donde unos personajes están a favor de las doctrinas aristotélicas o tradicionales, mientras que otros defienden los nuevos puntos de vista.
Para Galileo resultan muy importantes las consecuencias prácticas de la ciencia: la construcción de todo tipo de instrumentos y de máquinas debido a la actividad de un gran número de artesanos. Sin embargo, la artesanía en sí misma no es ciencia sino que se apoya o complementa con las matemáticas y el método científico. Galileo pensaba que las matemáticas se pueden ajusfar a los objetos físicos para interpretar la naturaleza mediante experimentos adecuados. Estas ideas expresan el ideal de la ciencia moderna según el pensar de los renacentistas.

La oposición de Galileo al pensamiento aristotélico, que en la Edad Media y aun en su tiempo representaba un punto de vista indiscutible (un dogma), se puede ejemplificar en sus famosas investigaciones sobre la caída libre de los cuerpos, cuestión en que se plantea el problema de la caída de los objetos bajo la fuerza de la gravedad. Galileo demuestra que la teoría aristotélica, según la cual los objetos pesados caen más rápidamente que los ligeros, era errónea. Haciendo una serie de experimentos, Galileo llegó a la conclusión de que todos los cuerpos, independientemente de su peso, caían recorriendo las mismas distancias en el mismo tiempo, y que la distancia recorrida es proporcional al cuadrado del tiempo de caída; en otras palabras, las velocidades de los cuerpos graves aumentaban uniformemente con el tiempo.


El humanismo
Dentro del contexto anteriormente descripto surge el humanismo, el cual es un movimiento desarrollado en Europa desde el siglo XVI que rompió con las tradiciones escolásticas medievales y exaltó las cualidades humanas, por lo que comenzó a dar sentido racional a la vida. Es decir, se pone énfasis en la responsabilidad del propio hombre para darle sentido a su vida, sin recurrir a la existencia de un mundo trascendental o un dios. Como consecuencia se considera al hombre como centro y medida de todas las cosas.

Desde un punto de vista filosófico el humanismo es una actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona. Uno de sus principios básicos es que las personas son seres racionales que poseen en si mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien.


El término humanismo se utiliza también con gran frecuencia para describir el movimiento literario y cultural, ya que una persona que se dedica al estudio de las letras y las artes es considerado un humanista. Este renacimiento de los estudios griegos y romanos subrayaba el valor que tiene lo clásico por sí mismo, mas que por su importancia en el marco del cristianismo.

La recopilación y traducción de manuscritos clásicos se generalizó, de modo muy significativo, entre el alto clero y la nobleza. La invención de la nobleza de tipos móviles, a mediados del siglo XV, otorgó un nuevo impulso al humanismo mediante la difusión de ediciones de los clásicos. Aunque en Italia el humanismo se desarrolló sobre todo en campos como la literatura y el arte, en Europa central, donde fue introducido por los estudiosos alemanes, el movimiento penetró en ámbitos como la teología y la educación.


Una característica muy notable de el humanismo es que en vez de valorar el conocimiento en función de la realidad, lo hace, por su utilidad o educación . "Una proposición es verdadera o falsa según que sus consecuencias tengan o no un valor práctico. La verdad y la falsedad dependen del fin al que se tiende, toda vida mental supone fines, pero como estos fines no pueden ser otros que los de nuestro ser, se infiere de esto que todo conocimiento está subordinado a la naturaleza humana y sus necesidades."

Humanistas y pragmatistas confunden la verdad con la utilidad, por esta razón, el conocimiento conserva para ellos un valor instrumental. Es innegable que no hay un momento de la vida intelectual que no obedezca a un fin, y que todo fin debe estar en relación con la naturaleza humana, pero los fines humanos forman series complejas subordínales a un sistema  cultural, que es la plena realización del ideal humano.
Este movimiento va a traer aparejado un cambio  de actitud que llevará a los europeos a expresar su extraversión hacia ultramar, y estos entrarán en contacto con otros mundo y con otras civilizaciones, pero no siempre con un alma  dialogante, sino con la pretensión de imponer sus formas de civilización.

Sacamos como conclusión que los humanistas compartían que la razón y la ciencia  son suficientes para la comprensión del mundo.


El hombre humanista

Los humanistas fueron aquellos que adoptando el ideal del Renacimiento, se apasionaron por las artes y las letras clásicas. Fueron profesionales de las letras, generalmente salidos de la burguesía, eclesiásticos, profesores de universidades, médicos, funcionarios, a veces publicistas al servicio de una empresa editorial, que expresan la tendencia de la sociedad y le proporcionan su utillaje intelectual. Pensionados y protegidos por los príncipes actuaron a menudo como propagandistas de esto.


Los humanistas fueron los apóstoles de la antigüedad y pretendieron revivirla. Se esforzaron por resucitar el mundo antiguo como eruditos e historiadores y, al mismo tiempo, por comprenderlo en si mismo, saborear su belleza helénica y penetrar en sus razones de vivir. Para ellos la antigüedad fue un medio, querían una vida distinta de la de la Edad Media. Ellos tuvieron conciencia del sentido de la Historia y e los caracteres peculiares del mundo antiguo como de una realidad diferente de la del mundo moderno, como de una realidad perdida cuyos rasgos quería hacer revivir, sin saber en el fondo si esto era posible. De ello deriva, quizás, el estado  de tensión interior de los que perdieron la paz de las cosas externas.

Una característica muy importante de los humanistas es que deploraban los intentos de rebajar la inteligencia humana, de ofrecer explicaciones supersticiosas del mundo y de encontrar la salvación fuera de la naturaleza. Aprecian la belleza de la misma y desean proteger y mejorar la tierra, preservarla para generaciones futuras y evitar el sufrimiento innecesario de otras especies. Con respecto a la salvación, aspiraban a alcanzar la plenitud moral, estando convencidos de que se puede lograr una vida feliz mejorando las condiciones de la vida humana en beneficio a todos.
En referencia con la política, consideran que la iglesia debe actuar por separado del Estado y se oponen activamente a los que pretenden utilizar el poder político para imponer su dogma o ideología.

Son fundamentalmente optimistas, creen en la esperanza en lugar de la desesperación, en la investigación en lugar del dogma, en la verdad en lugar dela ignorancia, la alegría en lugar de la culpa o el pecado, la tolerancia en lugar del miedo, el amor en lugar del odio, la compasión en lugar del egoísmo, la belleza en lugar de la fealdad y la razón en lugar de una fe ciega o irracional.
 
Los humanistas pretenden la plena realización de lo mejor y lo mas noble de lo que son capaces como seres humanos.

Erasmo de Rótterdam
Desiderius Erasmus Roterodamus (1446-1536) fue una personalidad enormemente controvertida y molesta en su época. En la encrucijada entre la Reforma protestante y la obsoleta ortodoxia tradicionalista de la Iglesia cristiana, el cautelosos Erasmo se granjeó la enemistad y el repudio de ambos bandos: un traidor vendido al mejor postor para los luteranos y un peligroso reformista que, con sus doctrinas heréticas había apoyado al reformismo y perjudicado a la Iglesia de Roma.

Nacido en Rotterdam, Holanda, en 1469, recibió una buena educación impregnada por el estudio de las bonae litterae, esto es, de la literatura y las lenguas grecolatinas propias del humanismo renacentista, movimiento del que fue uno de sus máximos y más refinados representantes. Al morir su padre, Erasmo ingresa en el convento de los agustinos de Stein, del que no guardará precisamente un buen recuerdo. Las estrictas reglas de sumisión, así como su absoluto dogmatismo y la total impermeabilidad ante cualquier innovación le reafirmaron en su experiencia de que existía una gran escisión entre la formación cultural que proponían los nuevos tiempos y la devota y artificiosa religión popular. En 1492, sin embargo, tomó los hábitos monacales y pasó al año siguiente a trabajar como secretario del obispo de Cambrai, que necesitaba un buen latinista. Esta posición le permitió realizar numerosos viajes a Francia, Bélgica, Italia e Inglaterra y relacionarse con la mayoría de los centros humanistas de Europa. En su estancia en Inglaterra se codeará con la nobleza y con las elites intelectuales y políticas de su tiempo, entablando una gran amistad con Tomás Moro, futuro canciller de Enrique VIII.

En 1500 Erasmo se doctora en teología por la universidad de Turín y en 1521 se establece en Basilea, ciudad en la que había surgido un importante grupo de humanistas reformadores. A partir de entonces, y debido a la popularidad de su obra y de la aparición de la figura de Lutero, Erasmo vivirá un período de profunda inestabilidad y de continuas disputas provocado por la ambigua postura que mantenía en la intransigente polémica entre reformistas y cristianos ortodoxos. Polémica de la que no pudo apartarse y que acabó con su repudio y con su obra en el Índice de libros prohibidos. En 1536, a causa de una disentería, muere Erasmo en Basilea.

La obra y el pensamiento de Erasmo

Gran estudioso y conocedor de la literatura y las lenguas grecolatinas, Erasmo fue un escritor enormemente original que puso su ingenio y la perspicacia lúcida e irónica de su pluma al servicio de una reforma de la Iglesia y de la sociedad que permitiera una vuelta al auténtico espíritu del cristianismo, perdido en abstractos formalismos escolásticos y degenerado por las corruptas instituciones y ritualismos eclesiásticos.

Una de sus primeras obras Enchiridion militis christiani (Manual del caballero cristiano) escrita en 1501, pone de manifiesto lo que será una constante en toda su obra: el camino hacia Dios a de hacerse por vía de la interiorización. Lo institucional de nada sirve si el hombre no examina su propia conciencia y hace uso de su libertad y de una auténtica fe. Utilizando los pares platónicos, visible/invisible o carne/espíritu, Erasmo identifica el ceremonial de la Iglesia con el ámbito de la apariencia e irrealidad.

En 1509 Erasmo publica la que será una de sus obras más populares Moriae encomium (Elogio de la locura). Escrita como un juego divertido, y dedicada a su amigo Tomás Moro, cuyo apellido curiosamente proviene de la palabra latina moria, esto es, locura, esta obra tiene el trasfondo serio propio de los bufones: sólo a éstos les estaba permitido airear con franqueza las grandes verdades y desenmascarar, con la risa, los peores defectos.

El Elogio de la locura es una acertada sátira de ingeniosa crítica de la sociedad de la época, en la que todas las clases sociales son despiadadamente analizadas por la Locura, que es la que narra el relato. Su burla mordaz no deja títere con cabeza: ni reyes ni papas, ni campesinos ni nobles, ni mujeres ni monjes se sustraen al dominio de la locura, la stultitia, la estupidez.

La crítica se ahonda en un mordaz análisis de la Iglesia y sus instituciones, así como de la teología y su anticuado método escolástico. Todos ellos están bajo el gobierno de la Locura porque se han apartado de la verdadera fuente de la religión: el cristianismo primitivo. Se debe huir del mundo de las apariencias, de ese teatro de la inautenticidad y recobrar la espiritualidad primigenia a través de una sincera vivencia individual. El pasado es considerado como un motor de renovación porque nos permite volver sobre nuestros pasos hacia ese punto de la historia donde se pervirtió el verdadero sentido del cristianismo y comenzó la decadencia de la cultura.

Esta misma crítica aparecerá en la obra Institutio Principis Christiani (Educación del príncipe cristiano). Escrita en 1516 y dedicada a Carlos V, al cual sirvió de consejero, Erasmo invita a que el rey sea también filósofo: sólo así aspirará al bien supremo y, por lo tanto, podrá ser un auténtico cristiano.

La corrupción de la Iglesia es producto de su alejamiento de la verdadera esencia de las cosas y del cristianismo de los primeros padres de la Iglesia. Erasmo se propone hacer una exégesis de la Biblia que concilie la cultura con el cristianismo, las bonae litterae con las sacrae litterae. En 1516 publica una obra que tendrá una amplia repercusión en los círculos reformistas: una nueva edición de los Nuevos Testamentos que, utilizando los métodos filológicos propios del humanismo, descalificará la utilizada oficialmente por la Iglesia: la Vulgata.

Esta modificación de un texto sagrado era muy molesta y peligrosa porque suponía arrebatarle a la Iglesia su hegemonía y su autoridad y porque además iniciaba un proceso de renovación de la teología y las instituciones cristianas que sería secundado, radicalizado y llevado a la práctica por Lutero, Zuinglio y Calvino. De hecho, Lutero, aun separándose del erasmismo en muchos aspectos, utilizó la exégesis bíblica de Erasmo, así como su método humanístico. Remitiéndose al texto griego, Erasmo mostró cuánto se había devaluado el sentido original del cristianismo y de qué modo las autoridades exegéticas se habían valido de su poder y autoridad para perpetuar esto de forma no demasiado lícita.

Cuando la reforma de Lutero y Zuinglio se puso en marcha, Erasmo quedó en una situación muy comprometida. La vieja Iglesia pretendía que públicamente condenara el luteranismo y los reformistas le acuciaban para que hiciese clara su adhesión al reformismo que ellos propugnaban. Había comenzado ya la persecución de herejes y Erasmo se había visto envuelto en intrincadas polémicas de las que no saldría muy bien parado. Se le acusaba de sacrílego e impío, de malinterpretar las sagradas escrituras y proteger y defender a los reformistas. En medio de esta situación, a todos les parecía muy ambigua y sospechosa su postura conciliadora, neutral y tolerante. Las presiones eran tan grandes que en 1524 Erasmo, a pesar de defender la pluralidad religiosa dentro del Estado, se decide a escribir una obra que trata un tema meramente académico pero en el que muestra su controversia con el luteranismo: De libero arbitrio (Sobre el libre albedrío).

Lutero había afirmado que la salvación de los hombres dependía exclusivamente de la libre voluntad de Dios. Tiene lugar por la fe otorgada por la Gracia divina. Para Erasmo, aunque la Gracia es la primera causa para la salvación humana, también las obras ayudan al hombre a merecerla. La responsabilidad personal es necesaria para que el hombre no se convierta en un ser negligente e impío.

Este posicionamiento de Erasmo en contra del luteranismo, que significó la ruptura entre la Reforma y los humanistas, no le ayudó a mejorar de su comprometida situación:


"Por lo que veo mi destino es ser lapidado por las dos partes en disputa, mientras yo pongo todo mi empeño en aconsejar a ambas partes"

En 1527 numerosos fragmentos de sus obras se condenan, incluso sus Colloquios (Coloquios), una obra cuya finalidad era facilitar el aprendizaje del latín a los estudiantes y que estaba escrita jocosa y desenfadadamente como una serie de diálogos entre una diversidad de tipos que representaban al conjunto de la sociedad.

Aunque sus ideas se difundieron por casi toda Europa, dando lugar a una corriente denominada "erasmismo", de aquí en adelante y hasta su muerte acaecida en Basilea el 12 de Julio de 1536, Desiderius pasó una vida penosa, repudiado por todos y agravada por la gota y el reumatismo. Pese a todo, su "humanismo de la Biblia", su maestría filológica y literaria, y su espíritu crítico y reformista le han otorgado un merecido puesto de honor en la historia.

Juan Luis Vives (1492-1540)

Este humanista, que como Erasmo, aspira a una sociedad justa y humanamente cristiana, nado en Valencia. Desde muy joven, a la edad de 19 años, sale de su lugar de origen para estudiar en París, Brujas v Lovaina. Tuvo amistad con Erasmo y otros humanistas como Tomás Moro, Juan Fisher y Guillermo Budé También residió en Inglaterra, donde desempeñó un importante papel en la corte del rey Enrique VIII; al divorciarse el rey de Catalina, tía de Carlos V, Vives se puso de parte de la reina, teniendo por ello serios problemas. Los últimos años los dedicó al estudio y preparación de sus obras en la ciudad de Brujas, donde murió a la edad de 48 años.

Luis Vives se preocupó, fundamentalmente, por corregir los males de su tiempo. A diferencia de Martín Lutero y a semejanza de Erasmo, no se apartó de los lineamientos trazados por la Iglesia católica, pero admitía que era necesario introducir cambios y combatir vicios que afectaban seriamente la buena marcha del régimen clerical. Entre los males que combate figura la guerra, a la cual consideraba como una serie de robos impunes, de despojos y agresiones muchas veces solapadas por la ley. Insiste también en la sabiduría práctica, que nos da reglas para alcanzar una vida virtuosa y feliz. En su opinión, el saber debe encaminarse a la virtud de regirse por normas que permitan una conducta y convivencia honesta. Se interesa sobre todo por el mejoramiento de las costumbres, en especial las referentes a la mujer cristiana aun que bajo cánones notoriamente tradicionales. Aconseja la moderación en los conflictos religiosos y pugna per una paz leal y duradera, al tiempo que proclama la necesidad de que el Estado se organice en forma conveniente, a fin de corregir la injusticia, la ignorancia y la miseria que lamentablemente reina en el mundo

Tanto el pensamiento de Erasmo como el de Luis Vives proporcionar, rautas para lo que, según ellos, contribuye al mejoramiento y supervivencia de la sociedad. Sin embargo, es en nuestros humanistas en los que encontramos desarrollado en una forma más acabada y directa el tema de la utopía. En esta línea están, por ejemplo, Tomás Moro y Tomaso Campanella.

Tomás Moro (1480-1535
Este pensador nació en Londres y se le ha considerado como el fundador del socialismo utópico. Incluso  acuñó la palabra utopía (del griego ou: no y topos: lugar, "lugar que no existe"), nombre que que­dó consagrado en su obra Utopia. Fue canciller de Enrique VIII, monarca que lo hizo decapitar por negarse a reconocer su autoridad espiritual.

La palabra utopía deriva de la obra que Moro escribió bajo el mismo nombre en 1516. Desde Moro se llaman obras utópicas todas aquellas que describen sociedades o situaciones ideales o perfectas.
En su obra Utopía, Moro nos cuenta lo referido por un supuesto marino, Rafael Hitlodeo (el nombre significa "narrador de fábulas"), quien había acompañado a Américo Vespucio en algunas de sus expediciones y quien después de recorrer varios lugares, logra llegar a la isla Utopía, en donde se encuentra con un lugar colmado de per­fecciones.

Al inicio de su obra, Moro describe el estado crítico de la Inglaterra de su tiempo: la pobreza en que se encuentra, las constantes guerras, la delincuencia, la injusticia con que se aplican las leyes, la pena de muerte; en fin, el abuso de los poderosos. En contraste, narra la vida feliz que reina en Utopía. Se trata de una sociedad diferente e ideal, donde no existe la explotación, donde todos trabajan y son plenamente felices.

En esta nueva sociedad el trabajo no es absorbente ni enajenante, pues sus habitantes cuentan con un tiempo razonable para divertirse sanamente y para estudiar. La jornada de trabajo se reduce a seis horas.

No existe el parasitismo, pues todos tienen una ocupación y un oficio de acuerdo con sus habilidades y vocación. No existen pobres ni ricos (no existe tampoco la lucha de clases), todo es distribuido equitativamente. Tampoco existe la propiedad privada, fuente de discordias y de explotación. Los enfermos son atendidos humanamente en hospitales públicos y en casos necesarios se practica la eutanasia. Los ciudadanos viven bien y con sencillez, sin ostentaciones y en completa armonía con los principios de la naturaleza (influencia de Epicuro). Se rechaza la guerra como medio de resolver conflictos; no se acepta —en esta sociedad ideal— la intolerancia religiosa, ya que se proclama, en forma abierta y decidida, la libertad de creencias.

En cada ciudad de la isla —dice Tomás Moro— y en distintos lugares hay diferentes creencias. Unos tienen como dioses al Sol, otros a la Luna o cualquier otro planeta; los hay que adoran por dios supremo a algún héroe que en épocas pasadas se hizo famoso por sus virtudes o por sus hazañas, pero la mayoría de los más prudentes no adoran ninguna de estas deidades y veneran un solo Dios.

Desde el punto de vista político, Utopía es una federación democrática de ciudades, gobernada por el príncipe Utopo, fundador y legislador del Estado a cuya organización democrática se encuentra subordinado. Las leyes son pocas y claras, dado que la legislación no protege los intereses de unos cuantos y no se tiene, en consecuencia, la necesidad de enmascararla en una confusa maraña, como ocurría, por ejemplo, en la Europa de aquel tiempo.
 

Tomaso Campanella (1568-1639)

Este filósofo es otro de los grandes utopistas del Renacimiento. Nació en Stilo, Calabria. Desde pequeño fue muy inquieto, precoz y aficionado a las lecturas y al estudio.

En su momento se manifestó, como Giordano Bruno, por la libertad de pensamiento, y en una de sus obras (Apología de Galileo) defendió las ideas de este científico a propósito de la acusación de que fue objeto. Su espíritu reformista le valió persecuciones y encarcelamientos; no obstante, los sufrimientos que entrañaban no lo desalentaron en la tarea de poner en práctica sus más caros ideales. Murió en Francia, donde finalmente se había refugiado. Su espíritu utópico y lleno de anhelos reformistas quedó plasmado en su obra La ciudad del Sol, publicada en 1628.

La ciudad del Sol presenta el diálogo entre un gran maestre de los Hospitalarios y un almirante genovés, huésped suyo, quien relata cómo fue a parar a una ciudad fabulosa, narrándole a su amigo todo lo concerniente a esta ciudad (la ciudad del Sol): su forma de gobierno, educación, costumbres, arquitectura, etc.

La imaginaria república está organizada bajo una reglamentación bastante controlada o disciplinada en sus hábitos, formas de vida e incluso en su vida sexual. Su gobierno está en manos de un jefe supremo o "metafísico", que se encuentra al frente de todas las cosas temporales y espirituales, su decisión en todos los asuntos y causas es inapelable.
 
Este gobernante, sumamente sabio y justo, que recuerda al filósofo rey de la república platónica, es auxi­liado en su ejercicio de gobernar, por tres funcionarios adjuntos: el poder, que atiende los asuntos militares: dirige a los magistrados militares y a los soldados, y vigila las municiones, las fortificaciones, las construccio­nes, las máquinas de guerra, etc.; la sabiduría, que tiene a su cargo lo relativo a las artes liberales y mecánicas y coordina a tantos magistrados como ciencias existen (astrólogo, cosmógrafo, aritmético, geómetra, historiador, médico, filósofo, etc.); el amor, se ocupa de todo aquello que se refiere a la procreación, la educación de los niños, la alimentación, el vestido y la salud pública. Como podrá advertirse, en esta sociedad no existe la familia.

Según Campanella, esta ciudad formada por habitantes que llegaron desde la India huyendo de las crueldades de los magos, de los piratas y de los tiranos que asolaban su país, se preocupa por erradicar los vicios que padecen los pueblos europeos. Así, no existe la propiedad privada que sólo engendra sentimientos de discordia; el trabajo es obligatorio pero no hay explotación: "las funciones y servicios se distribuyen a todos por igual, ninguno tiene que trabajar más de cuatro horas al día, así puede dedicar el resto del tiempo al estudio grato, a la discusión, a la lectura, a la narración, a la escultura, al paseo y a alegres ejercicios mentales y físicos". No existe el parasitismo y la holgazanería, pues en esta ciudad ningún defecto es motivo suficiente para que estén ociosos los hombres, a no ser los de edad decrépita, los cuales pueden incluso servir a veces para dar asesorías. En fin, en esta ciudad ideal no existe el egoísmo, ya que su fin es propiciar, en lo posible, el compañerismo y la fraternidad entre todos los seres humanos. En esta sociedad, dice Campanella, "todos los coetáneos se llaman hermanos unos a otros. Al cumplir los 22 años, reciben el nombre de padres; antes de dicha edad, se denominan hijos"



FrancisBacon (1561-1626)

Con Bacon aparece un género de utopías diferente a la de los humanistas cristianos. Se trata de una forma de utopía más acorde con los ideales de la modernidad, que ve en la ciencia el instrumento idóneo para mejorar, en todos sus aspectos, la existencia humana y propiciar la más completa felicidad. A diferencia de aquellos humanistas que nostálgicamente desean la vuelta a un paraíso perdido, la utopía en Bacon es de carácter futurista y en esto se emparenta con los sueños de un Julio Verne en el siglo XIX o con los actuales relatos que nos plantea la ciencia ficción.

Bacon tema una concepción pragmática de la ciencia. Consideraba que para dominar la naturaleza era necesario obedecerla, es decir, conocer con precisión sus leyes y principios. También creía que para acceder a la ciencia, antes que nada, era menester liberarse de ciertos prejuicios o "ídolos”, a los cuales los hombres veneran por ignorancia.

Los clasifica en cuatro tipos y explica cómo ocurre la veneración de la siguiente forma:

Los de la caverna nos encierran en el dogmatismo: "mi verdad es la única que vale”

Los del mercado se manifiestan cuando cada quien, en una discusión quiere imponer su propia opinión por motivos egocéntricos.

Los de la tribu están presentes en los individuos que proclaman que un país un grupo o una nación tienen una verdad que los demás no poseen.

Los del teatro reúnen a los filósofos que no parten de la experiencia.

La obra utópica de Francis Bacon, filósofo inglés nacido en Londres y que llegó a ser lord canciller en las altas esferas políticas de su época, se llama La Nueva Atlántida. En ella describe una isla ideal —la Nueva Atlántida—, mítico continente sumergido en el seno del océano que fue en _in momento dado, lanzado sobre la Tierra. Ahí llegan casualmente unos expedicionarios que partieron del Perú, donde habían permanecido por espacio de un año, rumbo a China y Japón, cruzando el Mar del Sur. El lugar es maravilloso tanto por sus habitantes como por sus costumbres. Los aventureros que llegan a este lugar conocen la Casa de Salomón, fundación científica de la Nueva Atlántida creada por un antiguo sabio y legendario rey. Uno de los padres o custodios de la Casa de Salomón concede una entrevista y habla de los descubrimientos y artificios técnicos que contribuyen a hacer la vida más confortable y grata.

En realidad, puede observarse que muchos de estos descubrimientos y técnicas son los que se utilizan en el siglo XX (refrigerador, hornos, radios y hasta lo que sería el cinematógrafo).

Por ejemplo, se habla de la fabricación de diversas clases de cemento, de compuestos y abonos para hacer la tierra más fértil; de mutaciones en animales y plantas para favorecer las especies; de torres utilizadas para aislamientos; de técnicas especiales para refrigeración y conservación; de aire y cataratas, que son aprovechadas para varios fines; de fuentes y manantiales artificiales y baños medicinales; de cámaras de salud para curar diversas enfermedades; de comestibles dietéticos; de maravillosos aparatos que fabrican papel y diversas telas; de salas de perspectivas, donde se hacen demostraciones de luces e irradiaciones; de cámaras sonoras, donde se practican y demuestran toda clase de sonidos


Nicolás Maquiavelo (1469-1527)

Podríamos decir que el pensamiento fraguado por los grandes utopistas que acabamos de ver es parte de la filosofía política que se desarrolla en el Renacimiento, como también lo es, de manera sustan­cial, la filosofía de Maquiavelo, una de las figuras clave de este periodo. Todos ellos hablan de la comunidad, de la forma más conveniente de organizar la sociedad y su gobierno, de los atributos que debe reunir el buen gobernante, así como de otros temas de interés para la sociedad y la política.

Nicolás Maquiavelo propone otro tipo de filosofía política, que se encuadra muy bien en los principios de la modernidad. Ya no se trata de Estádos o sociedades ideales que deberían existir, sino de lo que es la política y las medidas que deben tomarse para mantener el poder y lograr así la mayor aspiración de Maquiavelo: la unidad de Italia. Así pues, su filosofía, en contraste con la de los utópicos, es el realismo político. Para Bacon este realismo no es otra cosa que un em­pirismo muy parecido al suyo. Según él, debemos mucho a Ma­quiavelo y a otros escritores de este tipo, los que manifiestan o describen claramente y sin ficción lo que los hombres hacen, y no lo que deberían hacer.

Nicolás Maquiavelo crea una nueva concepción de la política a través de su realismo político, al deslindar la esfera teológica de la actividad política propiamente dicha.

Por otro lado, las ideas de Maquiavelo son una respuesta a las nuevas situaciones que aparecen en su momento histórico: el individualismo exacerbado, la creación de principados, el derrumbe de las potencias políticas del papado y el imperio, así como la creación de los estados nacionales y el descubrimiento de América. Todos estos fenómenos coadyuvaron a disolver el orden medieval.

En Italia aparecían nuevos cuerpos políticos de un tipo enteramente distinto. En el Renacimiento encontramos tiranías creadas por hombres individuales, por los grandes condottiere del Renacimiento, o por las grandes familias: los Visconti y los Sforza en Milán, los Médici en Florencia, los Gonzaga en Mantua.

Maquiavelo nació en Florencia, Italia. Se desempeñó durante varios años como secretario de la cancillería. Era un escritor brillante y perspicaz, gran observador de la naturaleza humana. La obra fundamental que lo hace famoso se llama El príncipe, libro controvertido y de enormes repercusiones en el mundo moderno. Según E. Cassirer:

Maquiavelo no era un filósofo en el sentido clásico o medieval del término. No tenía un sistema especulativo, ni siquiera un sistema político. Su libro ejerció, sin embargo, una poderosa influencia indirecta sobre el desenvolvimiento del pensamiento filosófico moderno. Pues él fue el primero que de manera manifiesta e indudable, rompió con toda la tradición escolástica. Destruyó la piedra angular de esta tradición: el sistema jerárquico.

Por ejemplo, uno de los elementos de su pensamiento que contribuye a demoler este orden es el rechazo de la doctrina del derecho divino de los reyes. Según Maquiavelo, el verdadero poder político no tiene nada de divino. Su método de análisis era diferente al escolástico. Efectivamente, como pensó Bacon, Maquiavelo era un empirista y antiespeculativo. "No argumenta nunca sobre doctrinas o máximas políticas. Para él los únicos argumentos válidos son los hechos reales y patentes que presenta la vida política. Basta con indicar la naturaleza de las cosas para destruir el sistema jerárquico y teocrático".

Con Maquiavelo, el Estado adquiere autonomía, además de su secularización, y por ello se le considera el fundador del Estado moderno. Para él, la mejor manera de organizar y consolidar un nuevo Estad: es la acción decidida de un gobernante único y fuerte, como en su tiempo lo fue César Borgia. El ideal del príncipe consiste en que éste sea amado pero a la vez temido, por lo cual jugará con estos sentimientos según lo requieran las circunstancias.

La mejor organización política es la republicana. Sólo cuando hay libertad aumenta el poder y la riqueza de los ciudadanos; en cambio, en los regímenes monárquicos puede suceder que no haya compatibilidad entre el interés del monarca y el de los vasallos.

Maquiavelo ve un modelo de sociedad en la República romana. Proclamó la necesidad de formar un poder público que se consolidara, venciendo las ambiciones personales de los condottiere y las pretensiones políticas del papado. Profesó el ideal de un Estado nacional, ya que ninguna provincia puede vivir segura y tranquila si no es parte de una república o de un reino. Para posibilitar esto, el príncipe puede recurrir a cualquier recurso, es decir, plantea que la violencia es censurable, pero puede admitirse cuando es constructiva (el fin justifica los medios).
 

También se preocupa por esclarecer el tema de la libertad, tan importante para los pensadores renacentistas. Considera que el hombre actúa entre dos fuerzas: el azar y la libertad. El azar influye en la mitad de nuestras acciones, pero nosotros podemos controlar la otra mitad. Maquiavelo concibe la "fortuna" como a una mujer, a la cual, si queremos someterla, es necesario golpearla. Como mujer, además, siempre se muestra amiga de los jóvenes, porque son menos respetuosos, más feroces y la dominan con más audacia.




TEMÁTICA SEGUNDO PERIODO

  • Filosofía Medieval  
  • La Escolástica
  • Santo Tomás de Aquino
  • Vida y obra
  • El conocimiento: fe y razón
  • La existencia de Dios
  • La teoría Moral
  • Viraje hacia a ciencia
  • Duns Escoto y Guillermo de Ocam
  • El paso a la edad moderna

 NIVELES  DE DESEMPEÑO

  • Analiza las tesis fundamentales de los principales filósofos medievales (Escolástica) 
  • Identifica y relaciona los elementos fundamentales de los pensadores escolásticos
 


Tomás de Aquino, Santo (1225-1274), filósofo y teólogo italiano, en ocasiones llamado Doctor Angélico y El Príncipe de los Escolásticos, cuyas obras le han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y de los teólogos más sobresalientes del catolicismo.
Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y estudió en el monasterio benedictino de Montecassino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de su . Su madre, que se oponía a la de Tomás en una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había elegido. Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Como Tomás era de poderosa constitución física y taciturno, sus compañeros novicios le llamaban Buey Mudo, pero Alberto Magno había predicho que "este buey un día llenará el con sus bramidos".
2.Primeros años
Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases en la de París en 1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde. Su obra importante fue Scriptum super quatuor libris Sententiarum Magistri Petri Lombardi (escrita aproximadamente entre 1254 y 1259), que consiste en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia, Sententiarum libri quatuor (Cuatro libros de sentencias) del teólogo italiano Pedro Lombardo.
En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en Teología y fue nombrado profesor de Filosofía en la Universidad de París. El papa Alejandro IV le llamó a Roma en 1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París en 1268, y enseguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo francés Siger de Brabante y otros seguidores del filósofo islámico Averroes.
3.Estudio deAristóteles y los Averroístas
Para comprender la crucial importancia de esta polémica en la
evolución del pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción latina de la Escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de Brabante, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación.
Esta postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica apostólica romana y llenó de preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a Aristóteles —en la interpretación que de sus enseñanzas hacían los averroístas— era imposible, y condenar sus enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio espiritual humano con la afirmación averroísta de la autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible, así como las presentaba Aristóteles, son compatibles y complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la Encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos de la experiencia sensible pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la revelación. El realismo moderado de santo Tomás situaba los universales (abstracciones) en el ámbito de la mente, en oposición al realismo extremo, que los proponía como existentes por sí mismos, con independencia del pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en las cosas existentes en oposición al nominalismo y el conceptualismo. En su filosofía de la política, a pesar de reconocer el valor positivo de la sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del Estado a la Iglesia.
4.Últimos Años
Santo Tomás primero sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus contra averroistas (1270). Esta obra invirtió la corriente de opinión hasta entonces favorable a sus oponentes, quienes fueron censurados por la Iglesia.
Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica. En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir al II Concilio de Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó enfermo. Falleció el 7 de marzo en el monasterio cisterciense de Fossanova.
Santo Tomás fue canonizado por el papa Juan XXII en 1323 y proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pío V en 1567. Su fiesta se celebra el 28 de enero

TOMADO DE http://www.monografias.com/trabajos5/santom/santom.shtml
TEMATICA PRIMER PERIODO








  • Filosofía Medieval
  • Patrística
  • San Agustín
  • Conocimiento e iluminismo
  • Existencia de Dios
  • El bien y el mal
  • Voluntad y Libertad
  • Relación entre Fe y Razón

NIVELES  DE DESEMPEÑO





  • Identifica el contexto socio-histórico de los Padres de la Iglesia
  • Analiza y reflexiona sobre la existencia de Dios teniendo en cuenta el Planteamiento de San Agustín

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    FILOSOFIA MEDIEVAL



    Raíces judaicas


    Jesús y sus primeros discípulos fueron judíos. El cristianismo continuó utilizando las Escrituras Hebreas, convirtiéndose el Tanaj en lo que hoy se conoce como el Antiguo Testamento. Aceptando muchas doctrinas fundamentales del judaísmo, como el monoteísmo, el libre albedrio y el Mashíaj, término hebreo usualmente traducido como mesías en español, el cual es equivalente a Cristo (Christos "[el] ungido" en griego).

    Relaciones con el mundo helenista


    La Tierra de Israel fue sumamente disputada por los antiguos imperios, debido en gran parte a su ubicación geográfica. Estaba en medio de dos grandes rutas comerciales: Egipto y Mesopotamia, Arabia y Asia menor. Alejandro Magno derrotó a los persas y luego se adueñó de Palestina. Tras su muerte (323 a. C.) Ptolomeo I se posesiona de Egipto, Seleuco I se adueña de Asiria y nuevamente Palestina queda en discordia. Recordando la ideología de Alejandro, que era de unir a toda la humanidad bajo una misma civilización de tonalidad marcadamente griega (fusión denominada Helenismo). Esta fusión combinaba elementos griegos con otros tomados de las civilizaciones conquistadas, aun variando de región en región. Esto le dio una unidad a la cuenca del Mediterráneo, que serviría a la expansión del imperio romano y al cristianismo o predicación del evangelio. Para los judíos el helenismo era una amenaza para su religión, pues la filosofía helenística era materialista. Y para los judíos esto era una seria amenaza. La presión del helenismo era constante y la fidelidad de los judíos a su Dios y sus tradicionesa también. Esta presión desató una rebelión por una parte de los judíos macabeos, quienes se rebelaron contra el helenismo de los seléucidas, quienes pretendían imponer su ideales. Luego en la historia se presenta el romano Pompeyo en el 63 a. C. quien toma Palestina deponiendo al último de los macabeos Aristóbulo II. La política romana era tolerante a la religión y las costumbres de los pueblos conquistados.

    Herodes I hizo todo lo posible por introducir el helenismo, a tal grado que intentó colocar un águila en la entrada del Templo de Jerusalén, lo cual provocó una rebelión nuevamente, que se sofocó con dos mil crucifixiones, según Gamaliel en Hechos 5:37 Durante este tiempo existían grupos religiosos; los fariseos que eran un partido del pueblo y no gozaban de las ventajas materiales que otorgaban el régimen romano y el helenismo, también velaban por cumplir la ley en los momentos difíciles, creían el la resurrección y en la existencia de los ángeles. Los saduceos eran el partido de la aristocracia, cuyos intereses le llevaban a colaborar con el régimen. Eran aristócratas y conservadores, no creían en la resurrección ni en los ángeles. Los zelotes eran el partido que se oponían tenazmente al régimen romano, y siguió existiendo aún después de las atrocidades. Jesús y los apóstoles estaban más cerca de los fariseos en la doctrina (Jesús no los criticó por ser malos judíos, sino porque en su afán de cumplir la ley se olvidaban de los seres humanos) Todos los partidos y todas las sectas tenían algo en común; compartían el monoteísmo ético y la esperanza escatológica.

    El monoteismo ético: Creencia en un solo Dios. Dios requiere algo más que un servicio apropiado, requiere la justicia entre los seres humanos (aunque la justicia la interpretaban cada grupo de manera distinta), honrar a Dios con toda la vida misma.

    La esperanza escatológica: Guardaban la esperanza mesiánica, creían firmemente que el día llegaría cuando Dios interviniera en la historia de Israel y el cumplir un reino de paz y Justicia. Estas fueron las bases para el cristinaismo, ya que ayudaron a su expansión por todo el imperio romano.

    El cristianismo también continuó con muchos de los patrones encontrados en el judaísmo de la época de Jesús, como la adaptación de la forma litúrgica de la adoración en la sinagoga a la iglesia o templo, la oración, la utilización de las sagradas escrituras, un calendario religioso, el uso de la música en himnos y oración; además de disciplinas como el ayuno. Los cristianos adoptaron inicialmente las traducciones griegas de las escrituras judías, conocidas como la Septuaginta, como su propia Biblia, y más tarde se canonizaron muchos de los libros del Nuevo Testamento.

    Inicios del cristianismo


    El cristianismo comenzó entre un pequeño número de judíos. En el libro de los Hechos de los Apóstoles 1:15 se mencionan cerca de 120. En el siglo III, el cristianismo creció hasta convertirse en la congregacion dominante en el norte del mundo mediterráneo. También se extendió de forma importante al este y al sur del Mediterráneo. Esta sección examinará aquellos primeros 300 años.

    Los hechos que acontecieron en los primeros años del cristianismo se relatan en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Actualmente se cuestiona la veracidad de estos relatos debido a la gran proliferación de libros falsos sobre los Hechos (o Actos) de los apóstoles que abundaban durante el cristianismo primitivo.

    La Iglesia cristiana primitiva


    El concepto "judeocristianos primitivos" es utilizado a menudo al discutir sobre el cristianismo primitivo. Jesús, sus doce apóstoles, los ancianos y la mayor parte de sus seguidores eran judíos. Así como los 3,000 convertidos en Pentecostés luego de la crucifixión descrita en los Hechos de los Apóstoles 2, donde todos los judíos, prosélitos y todos los convertidos al cristianismo eran no gentiles antes de la conversión del oficial romano Cornelio por Simón Pedro en Hechos 10, quien es considerado según la tradición como el primer gentil en ser convertido al cristianismo. La más grande división en el cristianismo antes de ese tiempo se presentó entre los judíos helenísticos y no helenísticos o los de habla griega y los de habla aramea (Hechos 6). Sin embargo, después de la conversión de Cornelio y su aceptación como cristiano, ahora existía otro grupo, los cristianos gentiles. Como un movimiento escatológico, anticiparon que los gentiles se transformarían al Dios de Israel como lo profetizaba Isaías en los versículos 56:6-8. El Nuevo Testamento no utiliza el término "gentil-cristiano" o "judío-cristiano", en cambio Pablo escribe en contra de aquéllos quienes estaban circuncidados, quienes se separaban de los no circuncisos: "En esta nueva naturaleza, no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro, escita, esclavo ni libre, sino que Cristo está en todo y en todos" (Colosenses 3:11).

    Circuncisos y no circuncisos se interpretan generalmente como judíos y griegos respectivamente, siendo estos últimos quienes predominaban. Sin embargo, esto es una simplificación excesiva de la provincia de Judea del siglo I debido a que existían algunos judíos que no seguían circuncidándose, y que algunos griegos (llamados prosélitas o judaizantes) si lo hacían además de otros tales como egipcios y etíopes.

    Separación respecto de núcleos importantes del judaísmo




    La Epístola a los Gálatas de Pablo da vigorosa distancia entre aquéllos que podrían "forzar a los gentiles a seguir las costumbres judías". Escribe en fuertes términos que si los gentiles mantienen estas costumbres como una obligación, y están circuncidados, entonces "Cristo no les servirá de nada" (5:2) y si no fuera así, y estos decretos fueran un requerimiento, entonces "Cristo habría muerto en vano" (2:21).

    Pablo dice en esta carta, y en otras más, que este mensaje no va en contradicción con los doce apóstoles. Sin embargo, a él se le envió para el bien de aquéllos que no estaban circuncidados, así como Pedro fue enviado a aquellos circuncidados, tal como lo escribe en Gálatas 2:7-9:

    "Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado predicar el Evangelio a los gentiles, de la misma manera que se le había encomendado a Pedro predicarlo a los judíos. El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos me facultó también a mí como apóstol de los gentiles. En efecto, Santiago, Pedro y Juan, que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos".

    Apoyando la visión que Pablo no actuaba independientemente, el Concilio de Jerusalén, de acuerdo a Hechos de los Apóstoles 15, determina que la circuncisión no era un requerimiento a los nuevos convertidos, pero los aconseja de evitar "El sacrificio a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual". La base de estas prohibiciones es expresamente clara, Hechos 15:21 dice: «En efecto, desde tiempos antiguos Moisés siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en todas las sinagogas todos los sábados» (NVI); que significa que estas medidas están basadas en la Ley de Moisés. Algunos interpretan esto como que los gentiles son instruidos a obedecer estas cosas, no como un principio de ley, sino que para no ofender a aquéllos entre quienes se vive, los que están bajo la instrucción de ancianos en las sinagogas. Otros argumentan que el pequeño conjunto de requerimientos impuestos en los gentiles cristianos por el concilio no eran escogidas arbitrariamente, sino que corresponden a enseñanzas fariseas con respecto al pacto con todas las naciones, con su padre común Noé, que luego se llamaron Leyes de Noé.

    Pablo frecuentemente chocaba con un grupo de "cristianos judaizantes". En 2 de Corintios 11:5 y 12:11 llamaba a sus oponentes «preclaros» y «eximios» apóstoles. Le escribe a los gálatas describiendo como él reprende a Pedro en público por sus acciones debido a que hacía pensar que la adherencia a Cristo incluía el respeto a las leyes dietarias. Sin embargo, los requerimientos de la ley en la ética, son claramente mantenidos por Pablo, en oposición a los términos culturales, tal y como son entendidos por la interpretación de la corriente principal del cristianismo.

    El Nuevo Testamento hace mención de que Pablo era un observante de la ley por el bien de los judíos. En Hechos 16 el personalmente circuncida a Timoteo, un griego, cuyo padre era griego, debido a que su madre era de fe judía y en Hechos 21 Santiago reta a Pablo sobre el rumor que él enseñaba rebelión en contra de la ley. Pablo siguió el consejo de Santiago de ir al Templo de Jerusalén, sin embargo, cuando gente de Asia menor (el hogar de Pablo) lo vio, comenzó una revuelta de proporciones.

    El uso (o abuso, como dicen los tradicionalistas) de inventar una separación radical entre el cristianismo y todas las cosas que los judíos frecuentemente destacaban, comenzó en los primeros tiempos y a través de toda la historia de la iglesia cristiana. El Marcionismo, un movimiento del siglo II, todavía llamada la "más peligrosa" herejía jamás confrontada por la Iglesia Cristiana, rechazaba a los Apóstoles, e interpretaban un Jesús quien rechazaba la Ley de Moisés usando diez epístolas paulinas y el Evangelio según Lucas. Las tendencias modernas que aseguran que el Antiguo Testamento no contiene instrucción válida para los cristianos de hoy o aseguran que la "libertad en Cristo" de Pablo son llamadas antinomianismo, aunque es muy común, todavía son condenadas bajo el nombre de Marcionismo.

    Muchos estudiosos modernos se preguntan qué pasó a aquellos que requerían la circuncisión para los gentiles convertidos. Refiriéndose a los apóstoles "no paulinos" como nazarenos (Jacobo, Pedro, y Juan), estos estudiosos han juntado evidencia que los judíos cristianos crecieron y prosperaron por un tiempo en Judea y en las áreas que la rodean. Posteriormente se convirtieron a grupos tales como los Ebionistas, quienes son llamados derogativamente re-judaizantes quienes rechazaban el movimiento cristiano que se había desarrollado entre los gentiles. En otras palabras, creían que la quiebra entre Pablo y otros apóstoles era radical y permanente. Estas perspectivas controversiales tienen un fuerte respaldo entre la academia moderna.

    Final de la etapa apostólica


    Hacia el año 62, el sumo sacerdote del judaísmo, Ananías, hizo arrestar a Santiago, que encabezaba la Iglesia de Jerusalén y le ajustició. Uno de sus hermanos, Simón, fue llamado a sucederle, pero la situación política de Israel se agravaba y los conflictos internos del judaísmo eran cada día mayores. Se cree que Pablo fue decapitado y Pedro fue muerto crucificado boca abajo en Roma durante la persecución por parte de Nerón. Al final del siglo I, de los apóstoles originales vivía tan solo Juan, que se había trasladado a Éfeso, cuya iglesia se considera madre de muchas de Asia Menor y Grecia, donde se manifestaban brotes gnósticos.

    Con el emperador Vespasiano, el cristianismo siguió extendiéndose, hasta que en el año 90 el emperador bajo el imperio de Nerva (de quien dice su biógrafo Xifilino que «no permitió que se acusase a nadie por haber observado las ceremonias de la religión judaica o haber descuidado el culto de los dioses») pudo regresar Juan a Éfeso, y pocos años después falleció, a edad muy avanzada. Con su muerte (hacia el año 100) concluye la etapa apostólica.

    La Didajé y otros escritos de los Padres Apostólicos documentan las principales prácticas de la iglesia primitiva.



    El logos cristiano

    El logos de los cristianos no tiene el mismo sentido o significado que tiene para los filósofos griegos. Para éstos últimos el logos se traduce como palabra o razón que define y da cuenta lo que es el objeto. Para los cristianos, el logos también es palabra, pero reviste otro sentido. Ahora la palabra significa confianza o credibilidad en lo que se dice o afirma. En este sentido, creer en la palabra del otro, es tener confianza de que lo que dice tiene que ser verdad. Por lo mismo, palabra, verdad y creencia vienen a significar, en cierto sentido, lo mismo. En consecuencia, la verdad de los objetos no está en los objetos mismos, sino en la palabra de quien la comunica o la dice; la verdad en cuanto es comunicable tendrá que ser creíble.

    Es fácilmente reconocible, que en la base de las relaciones sociales del pueblo judío encontremos la palabra en su singular sentido ya descrito, y no se tenga ya confianza en la ley (nomos) como en el caso del pueblo griego. Y en este sentido, el pueblo judío encontrará en Jehová, su Dios, el más firme reconocimiento de su palabra. En la pa­labra de Jehová se encuentra depositada toda la confianza y toda la creencia. Así el pueblo judío, cree y tiene confianza en que la palabra revelada por Dios es lo verdadero. En este sentido, la Biblia (en griego significa libros) es la palabra y el mensaje de Dios. En la Biblia nos encontramos con frases como ésta, dirigida a Dios: ¡Muéstrame la verdad!, que quiere decir: ¡Dame tu palabra! El judío tiene confianza en la palabra de Jehová porque sabe que es un cumplidor. De este cumplimiento de la palabra de Dios depende también la verdad del mundo, la verdad de la naturaleza.

    Ahora bien, por otro lado cabe apuntar, que si el logos es palabra verdadera, lo verdadero para el judío tiene un contenido moral, es decir, que lo verdadero no hace referencia al contenido o esencia de los objetos, sino a la conducta y al carácter obligatorio de las normas que Dios ha dictado al pueblo judío. Y en este sentido, un hombre virtuoso es aquel que cumple y obedece lo que Dios ha dictado como preceptos. "Dios ha dicho lo que el hombre debe ser, pero resulta que el hombre por soberbia se resiste a hacer aquello que Dios le ha designado; porque no confía en la palabra de Dios que ha dicho lo que debe ser. El hombre que tal hace está perdido, perecerá como todas las cosas que no cumplan con su ser, se perderá".

    De este modo, pretender hacer una lectura de la Biblia, sea el Antiguo Testamento o el Nuevo Testamento, desde una perspectiva epistemológica no tiene ningún sentido, porque se trata de la palabra de Dios, de la verdad revelada y, como ya dijimos, la palabra es creer lo que Dios dice. En este sentido, la Biblia deberá leerse creyendo.




    Testamento, del griego diatheke, que significa la alianza que Dios ofreció al pueblo de Israel.

    La sabiduría cristiana

     Existe también una clara diferencia entre la sabiduría (sophia) del sabio griego y la sabiduría (sapientia) del sabio judío. La sabiduría para el pueblo judío tiene que ver con la manera concreta de conducir la vida.
    Sabio es aquel que acepta por fe (por confianza) los preceptos de Dios y sigue un recto camino hacia su cumplimiento.
    El camino recto será el que Dios ha trazado para los hombres. De modo sintético podemos decir que la sabiduría del judío es la que hace referencia a la conducta moral, al modo concreto de conducir la vida y no a la sabiduría que busca hurgar los secretos que esconde la naturaleza.
     

    Existen, así, dos tipos de sabiduría, la sabiduría del justo y la del soberbio. La sabiduría del justo es un saber basado en la confianza. El hombre cree en lo que Dios ha dicho y se fía de él. Es un saber, no de las cosas, sino de lo que Dios ha prometido. La sabiduría del soberbio es un querer saber de las cosas porque no se confía de Dios. La sabiduría es expresada así por la Biblia: Yo, la sabiduría, habito con la discreción, y hallo la ciencia en los consejos. El sabio es un hombre discreto que escucha y no habla de lo que escucha; a diferencia del sophos o filósofo que anda divulgando todo lo que ve y lo que oye. A este tipo de hombre le llama el judío necio. Necio es aquel que siempre está hablando, tratando de descubrir un secreto de Dios para divulgarlo. "En la boca del necio está la vara de la soberbia", dice la Biblia.

    De lo dicho podríamos destacar que la filosofía es un saber de lo divino; si a ésta se le puede llamar filosofía, porque tal y como la entendió Platón y Aristóteles como un saber que da razón de aquello que es, ha dejado de tener presencia. La filosofía ahora es concebida como una tarea inútil propia de los soberbios que buscan indagar cosas que sólo a Dios competen, pues la explicación última del hombre y de la naturaleza no está en la razón humana sino en Dios.
    Finalmente, en relación con la moral, la vida virtuosa para los cristianos se asemeja a la moral estoica. Tomás Kempis en su obra Imitación de Cristo, sostiene que el hombre virtuoso "consiste en vencerse a sí mismo" resistiéndose a los deseos, así como a los apetitos, al afán de poder y de riquezas; en una palabra, el que sigue el camino purificador del alma y no el camino del placer sensible o el de los deseos que corrompen.
    El tránsito al cristianismo

    ¿Cómo se hace posible el tránsito del paganismo al cristianismo, o bien, del mundo helénico al cristianismo? San Pablo y san Agustín de Hipona son los primeros cristianos —y tal vez, los más importantes— que introducen y difunden la palabra de Cristo. En este apartado es conveniente recomendar la obra de José Ortega y Gasset, Las etapas del cristianismo al racionalismo, donde se ejemplifica este paso fundamental en la historia.

    San Agustín en sus Confesiones relata su propia experiencia de conversión al cristianismo. Menciona que durante su estadía en Cartago se ocupó de leer El Hortensio de Cicerón, obra que lo lleva al encuentro con la filosofía clásica helenística

    Otra motivación la encontró en Milán, cuando aprendió el modo correcto de leer la Biblia gracias al obispo Ambrosio; de los neoplatónicos aprendió "la realidad de lo inmaterial"; y de la lectura de san Pablo el significado de la fe, la gracia, la redención, y otras cuestiones teológicas. Finalmente, los estudiosos señalan una última etapa en la que san Agustín discute abiertamente contra los herejes, defendiendo los dogmas de la Iglesia.

    Podríamos decir que las ideas cristianas y religiosas "nacidas en las tierras de Galilea", paulatinamente se van difundiendo en la vida de Occidente. Pronto el Imperio Romano fue invadido por las ideas cristianas, a través de san Pedro, san Pablo y los padres de la Iglesia, quienes defendieron y difundieron con fervor las ideas cristianas. En este momento de la historia los problemas ya no son propiamente filosóficos a la manera clásica griega, mas esta visión del mundo, de la historia y del hombre se ha derrumbado. Ahora se ve aparecer una concepción religiosa de la vida y del hombre, no con fundamento en la razón sino en la fe.

    La razón pierde así su carácter supremo para convertirse en un simple instrumento. De fin que era se convierte en medio. La filosofía sigue siendo afán de saber, pero el saber se identifica ahora con Dios; es un afán de Dios. Pero a él no se puede llegar, hay que esperar a que él descienda. Mientras tanto la filosofía no tendrá otra misión que la de tratar de entender, de comprender y hacer comprender la palabra divina. Dios habla y el hombre escucha y obedece; la filosofía no hace sino ayudar a entender la voz de Dios que manda. La filosofía deja de ser la ciencia primera, gran señora, para convertirse en sierva, en criada de la revelación divina. El filósofo deja de ser el soberbio que todo quiere saber, y se convierte en humilde intérprete de la divinidad.
     
    Se podría decir que el cristianismo se va introduciendo en la cultura de los romanos, a través de un proceso largo y penoso. Este proceso duró el mismo tiempo que el Imperio Romano vive su grandeza primero y después su decadencia. La grandeza del Imperio Romano se ubica en los primeros siglos de nuestra era (incluso antes), y ya por el año 395 con la aparición de otro imperio rival, el de Constantinopla, el Imperio Romano comienza a eclipsarse hasta finalmente quedar convertido en una provincia del Imperio Bizantino hacia el año 555.
     

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