domingo, 22 de abril de 2012

REFLEXION DEL VALOR DEL AMOR


COLEGIO SAN FRANCISCO

DIRECCION DE GRUPO

LIC. ROBERTO CARLOS GAMBIN J.

GRADO: 10oA

1.     Los efectos del amor ágape

 No sería apropiado acabar este apartado sin mencionar, aunque sea de forma breve y sucinta los efectos que el amor ágape produce sobre las personas.

1.     En primer lugar el amor ágape transforma a las personas. Nosotros mismos, los lectores de este artículo somos una evidencia de que el amor de Dios, su amor ágape nos ha transformado. La Escritura afirma con total rotundidad que nosotros amamos a Dios debido a que Él nos amó a nosotros primero (1 Juan 4:19) ¿Es una barbaridad afirmar que ha sido la comprensión del amor inmerecido de Dios hacia nosotros lo que ha provocado que nos volviéramos en arrepentimiento hacia Él?

Es bien cierto, estoy totalmente de acuerdo, que no todo el mundo responde al amor de Dios. Pero también es cierto, que aquel que lo entiende y acepta es transformado como aquel hijo que regresó a casa, su vida ya nunca más fue igual.

2.     En segundo lugar el amor ágape acepta a las personas. Aceptar es admitir y acoger. Por su naturaleza, este tipo de amor no espera a que el otro cambie para ofrecerle amor, lo da de forma desprendida sin espera nada en absoluto a cambio. Aquí, sin embargo, radica su poder milagroso, porque cuando uno se siente aceptado de forma incondicional, tal y como es, entonces se genera la libertad y la fuerza para llevar a cabo el cambio en el estilo de vivir. Por qué los contemporáneos de Jesús se acercaban a Él, por qué sus vidas eran transformadas de forma tan radical. Sin duda porque el amor de Jesús se plasmaba en una aceptación incondicional

3.     En tercer y último lugar, el amor ágape nos da la capacidad para amar a otros. Aquel que ha experimentado el amor inmerecido e incondicional de Dios puede amar a otros. Entiende la afirmación de Jesús de que hemos recibido de pura gracia y de pura gracia hemos de dar (Mateo 10:8)

I.              CÓMO AMAR A LOS DEMÁS

Ya hemos mencionado que el amor al prójimo (incluyendo a nuestros enemigos) es el mandamiento más importante tras el mandamiento de amar a nuestro Dios de forma integral. También hemos indicado que se nos pide que amemos con amor ágape, es decir, tomando la iniciativa, no basándonos en nuestros sentimientos, plasmando nuestro amor en acciones, pagando un precio, incluso costoso si es necesario, sin tener en cuenta la dignidad o merecimiento de la persona, de una forma totalmente incondicional y, además, partiendo de nuestra voluntad, de nuestro decidir amar.

Es preciso afirmar que el amor ágape es sobrenatural. Quiero indicar con esto que este tipo de amor no se produce de forma natural en nuestra naturaleza humana. Antes al contrario, lo que a nosotros nos sale de forma totalmente espontánea y natural son las características contrarias. Preferimos que otros tomen la iniciativa, funcionamos en base a lo que sentimos, nos cuesta un montón pagar cualquier precio o hacer algo que no nos produzca satisfacción y/o gratificación, amamos de forma condicional y privamos de amor a otros si no los consideramos dignos o merecedores.

Es cierto, porque como ya he afirmado el amor ágape es sobrenatural. No olvidemos que ese amor es producido por el Espíritu Santo. Pablo, en su famoso pasaje de Gálatas, nos ha indicado que es uno de los aspectos en que se manifiesta el fruto del Espíritu Santo. El amor ágape es una de las evidencias de que el Santo Espíritu de Dios está trabajando de forma activa y continuada en nuestra vida cotidiana.

De nuevo usemos a Pablo como referencia. En Romanos 5:5 el apóstol afirma que "Dios ha llenado con su amor (su ágape) nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado" ¿Qué significa esto? Son buenas noticias, podemos amar a otros ya que el amor ágape está a nuestra disposición cuando permitimos que el Espíritu Santo sea la influencia dominante en nuestras vidas.

La influencia dominante es la palabra clave. No es la presencia del Espíritu en la vida del creyente la que produce el fruto. De hecho, hay miles y miles de cristianos que llevan años y años en el Señor y, sin embargo, en su vida no existe la más mínima evidencia del fruto del Espíritu tal y como Pablo lo indica en el pasaje de Gálatas. ¿La razón? El Espíritu vive pero no controla la vida de esas personas. Esas personas no permiten su guía, dirección y control en la vida cotidiana. Son ellos, su vieja naturaleza la que continúa controlando y gobernándolos, como consecuencia, no es el fruto del Santo Espíritu lo que se evidencia en aquellas vidas, es más bien las obras de la carne tan claramente mencionadas por Pablo en los versículos anteriores del capítulo 5.

Déjame recapitular las ideas claves vertidas hasta este momento:

q  Se nos pide que amemos a todos, incluso a nuestros enemigos, mucho más pues, a nuestros hermanos
q  Se nos pide que los amemos con amor ágape
q  Este tipo de amor es sobrenatural, dicho de otro modo, no es el tipo de conducta que de forma natural sale de nuestros corazones
q  Este tipo de amor tan sólo lo puede producir el Espíritu Santo
q  El Espíritu lo produce cuando permitimos que nuestra vida cotidiana sea guiada y dirigida por Él. Dicho de otro modo, cuando el Defensor es la fuerza dominante en nuestro andar cotidiano.
 
¿Cómo pues podemos amar a otros con amor ágape?

A.    Amar por fe
Permíteme compartir contigo algunos pasos prácticos, los cuales están inspirados en el librito del Doctor B. Bright, Cómo amar por fe. Bright es el fundador y antiguo presidente de ÁGAPE (Cruzada Estudiantil y Profesional Para Cristo en América Latina)

1.     Paso primero. Sé lleno del Espíritu Santo (Efesios 5:18) Por fe, permite que Él sea la influencia dominante en tu vida. Tan sólo en la medida en que el Espíritu esté guiando y dirigiendo tu vida cotidiana de forma permanente y continuada, su fruto será evidente en tu vida (Sí quieres profundizar más en el concepto bíblico de ser lleno del Espíritu te recomiendo mi artículo de la serie RADIKAL, El líder y el Espíritu Santo)

2.     Segundo paso. Haz una lista de aquellas personas a las que eres consciente que el Señor te pide que ames, entendiendo que amor no es tener sentimientos bonitos hacia las mismas, antes bien es buscar su bien, beneficio y bienestar. Empieza la misma con aquellas personas más cercanas a ti, tal vez personas con las que has tenido una relación conflictiva durante tiempo, tal vez gente que te ha herido y tratado mal inmerecidamente de tu parte.

3.     Tercer paso. En obediencia empieza a orar por esa persona. Ora de la siguiente manera:

a.     Pide al Señor que bendiga a esa persona. Ora lo más específico que te sea posible

b.    Pide al Señor que té de oportunidades de hacer bien y ser de bendición para esa persona

c.     Presenta al Señor los sentimientos negativos (puede que naturales, por otra parte) que tal persona te produce

4.     Un cuarto paso, sería presentar ante el Señor tus sentimientos contradictorios tantas veces como sea necesario

5.     Si el Señor te lo muestra, dirígete a esa persona, dile que la amas y que el Señor quiere que restaures su relación con ella. No importa cuál sea su respuesta, tú actúa en coherencia con lo que tu Dios te pide. Si te resulta demasiado violente confrontarte con la persona cara a cara, escríbele una carta y exprésale lo que el Señor está haciendo contigo.

TOMADO DE http://www.google.com.co/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&frm=1&source=web&cd=1&ved=0CCQQFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.paralideres.org%2Ffiles%2Fpic_1089.doc&ei=DqeUT6YLgcboAf7k2LME&usg=AFQjCNE1SbTRl36CB3s8Cbrrza3Tm-9gWg&sig2=K0xW9z1Q6Mb6jBj3uxupTw

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